El Ministerio de Medio Ambiente desalojó este domingo a varias decenas de familias del sector capitalino de Puerto Isabela I, antiguo Hoyo de Chulin, que ocupaban parcialmente plantaciones agrícolas, en una acción que los afectados atribuyen al interés de asignar los predios a extranjeros.
“Él (Jaime David Fernandez Mirabal, ministro de Medio Ambiente) vino hace un mes y nos ofreció cien mil pesos a cambio de los terrenos”, dijo Mario González Durán (Mon), quien fuera golpeado cuando intentó resistir el desalojo que le echó de su hogar junto a su esposa y cuatro hijos.
La barriada, constituida por casuchas improvisadas en la margen Sur del río Isabela, al Norte del Distrito Nacional, fue ocupada por efectivos del Ejército y la Policía Nacional portando armas largas.
Según las insignias que exhibían, los militares forman parte del Servicio Nacional de Portección Ambiental (SENPA) del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Los terrenos están sembrados de maiz, yuca, plátano, guineo, coco, mango, granos y leguminosas. “Pienso seguir comiendo de eso porque si nos desalojan, por lo menos deben darnos las cosechas”, declaro José Liriano, desalojado después de 30 años en el lugar.
Gladys Marte, afectada, dijo que Fernández Mirabal visitó el lugar para presentar a japoneses que presuntamente están interesados en los terrenos. Además, repasaron todos los sembradíos agrícolas para limpiar la zona “y de esa forma nos dejarán sin el sustento de nuestras familias”.
En su actitud enérgica, los efectivos militares y policiales advirtieron a los periodistas que cubrian las incidencias que se distanciaran porque ante la eventualidad de reaccionar ante las protestas de los desalojados se verían compelidos a adoptar decisiones que les afectarían.
El oficial que comandaba las tropas no accedió al trato de los reporteros, además de que los agentes rehusaron ofrecer detalles sobre el operativo
Demetrio Marte asegura que labora los terrenos desde hace mas de 30 años para de esa forma obtener el sustento de su esposa y seis hijos.
De su lado, Rafael Rodríguez lleva 23 años en los predios, desde donde extrae el maiz, la yuca y otros productos que comercializa para obtener el sustento de una familia de cuatro miembros.
Sentado en la acera, cabizbajo, Reyno de los Santos lamenta el final de su centro de trabajo al ser desmantelado el taller de Gonzalez Duran. “De ahí alimento a mis sobrinos y hermanos. Ahora mire como lo destruyeron. Esa gente no tiene alma ni piedad”, comentó con la vista fija en los escombros en que fueron convertidas las instalaciones del pequeño taller.
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