NUEVA YORK.- Un niño de 14 años asesinó a sus dos hermanas, incendió la casa donde también murieron su madre y su hermano más pequeño y finalmente se quitó la vida cortándose la yugular con una navaja mientras la policía intentaba abrirse paso en el hogar en llamas.
El suceso ocurrió en plena madrugada en el distrito más apacible de Nueva York, Staten Island, y ha conmocionado a la ciudad entera.
"No me lo creo, no puedo creer que mi nieto fuera un asesino", declaró Marcia Anderson, abuela de C.J.Raymond, el menor "problemático" (en palabras de los vecinos) que había sido amonestado varias veces en su escuela –la IS 72 de Staten Island- por intentar provocar varios fuegos y por amenazar a un subdirector. El psicólogo escolar llegó incluso a recomendar "tratamiento psiquiátrico" para el niño, por sus tendencias pirómanas y violentas.
La abuela le recordaba sin embargo como "un niño afectivo, siempre pendiente de mí y velando por sus tres hermanos". La primera reconstrucción de los hechos apunta sin embargo a que C.J. Jones degolló a sus dos hermanas (Britney, de 10 años, y Melanie, de siete) con la misma navaja con la que finalmente se suicidó, después de prender fuego en mitad de la noche al apartamento donde también murieron su hermano pequeño de dos años, Jermaine, y su madre, Leisa Jones, de 33 años, nacida en Jamaica y residente en Estados Unidos desde 1997.
Las quemaduras de Leisa Jones y del pequeño, que murió en la ambulancia, eran tan graves que han impedido a la policía concluir hasta el momento si el niño de 14 años les agredió también con la navaja. Fueron precisamente los gritos del niño los que alertaron a una vecina, Raquel Sagone, y a dos policías que acudieron a la casa, alertados por el humo.
Los agentes –Edward Murphy y Mashiel Santos- aporrearon la puerta y no obtuvieron respuesta. Evacuaron el edificio sobre la marcha e irrumpieron en el hogar de los Jones. Primero decubrieron los cuerpos gravemente quemados de la madre y el niño pequeño, y a continuación, los cadáveres de las dos hermanas asesinadas.
C.J. Jones fue descubierto finalmente muerto en su dormitorio, tumbado boca abajo en su propia cama y con un reguero de sangre a la altura de la garganta. Sepultada bajo su brazo, una vieja navaja sin empuñadura con la que se supone consumó los crímenes.
La vecina del piso de abajo, Raquel Sagone, recordó cómo había tenido que regañar varias veces al niño en las últimas semanas por quemar peligrosamente papeles en las inmediaciones de la casa. John Metz, también vecino, le definió como un niño "muy serio y aparentemente responsable que solía cuidar de sus hermanos". Robert Joseph, director de la Escuela de Belleza de St. George, donde estudiaba su madre, le recuerda sin embargo como "un chico taciturno e incapaz de sonreír".
"Se trata de un incidente de ira comparable al del instituto Columbine, sólo que dirigido contra la propia familiar", advierte por su parte Alan Hilfer, director de Psicología Clínica del hospital Maimonides de Brooklyn, en declaraciones al Daily News. "Tenía que ser un niño profundamente traumatizado para actuar de esa manera tan violenta".
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