La epidemia de cólera que sufre Haití se deja sentir ya con fuerza en la capital, Puerto Príncipe, donde ya son cerca de un centenar los fallecidos y, pese a ello, al igual que en muchos puntos del país, persisten la falta de medios necesarios en la lucha contra esta enfermedad.
Sobre todo se echa en falta mayor efectividad en el terreno preventivo, más agilidad en la distribución de agua potable, en la cloración, en el reparto de jabón y en la instalación de puntos de rehidratación, explicó a Efe el portavoz de Médicos Sin Fronteras (MSF) Alois Hug.
"Se ha hecho poco" en este terreno para evitar que la situación se agrave y estas medidas permitirían contener muchos casos de la enfermedad, señala el representante de la organización humanitaria durante un recorrido por el Centro de Tratamiento de Cólera de Sarthe, uno de los más grandes de los 27 que la entidad gestiona en Haití.
Este centro, una especie de campamento en el que los enfermos son atendidos en tiendas de campaña y por lo general se recuperan en unos cuatro días, si no hay complicaciones, tiene capacidad para 280 camas de hospitalización y unas 120 plazas de tratamiento ambulatorio, un espacio que, por lo general, tiene ocupado al 80 por ciento.
Allí se repone Jobcharles, un joven de 14 años tumbado sobre una cama de madera con un orificio en el centro para facilitar la evacuación.
El muchacho explica a Efe su caso, uno más de entre los más de 60.000 afectados por la penosa epidemia. Llegó sólo al centro el lunes y los médicos, que le han cuidado "día y noche", según dice, le han dicho que probablemente pueda marcharse mañana a su casa, en el cercano sector de Delmas.
Sus síntomas fueron una sorpresiva diarrea y vómitos, como los de la mayoría de los enfermos, pero lo peor ya ha pasado para él y lo que ahora desea, asegura, es volver a su vida cotidiana "y poder bañarse, comer, dormir y regresar a la escuela", donde cursa séptimo grado.
El centro de MSF en Sarthe, adonde llegan entre 100 y 200 pacientes diarios, atiende sobre todo a enfermos procedentes de Cité Soleil, sector famoso por ser uno de los más pobres e insalubres entre los barrios más míseros de la capital haitiana.
Y es que el cólera, por propagarse más fácilmente en condiciones de falta de higiene y carencia de agua potable, ha afectado más a zonas como esta, donde la gente malvive entre sucios charcos y con montones de basura a la puerta de sus casuchas.
También llegan a este lugar, aunque en menor número, pacientes de sectores como Martissant y en general de las zonas de Puerto Príncipe menos elevadas sobre el nivel del mar.
"Por ahora, comenta Hug, no ha afectado demasiado a los campamentos de desplazados" del terremoto de enero, aunque ese sigue siendo el gran temor de las autoridades, pues los cerca de 1,3 millones de damnificados de la catástrofe viven también en condiciones de escasa higiene.
Según él, "ha habido mucho temor de que el cólera iba a golpear muy fuerte en los campamentos, pero quizá la presencia de muchas agencias humanitarias que distribuyen agua y la prevención" están evitando que los efectos sean más graves.
MSF dispone en Sarthe de unas 150 enfermeras haitianas y de unos ocho médicos y cuenta con más espacio por si es necesario ampliar el campamento para asistir a más enfermos.
Uno de los problemas con que se encuentra la organización, explicó el portavoz, es "la resistencia de la gente", a la que ha sido necesario convencer para poder levantar el recinto médico.
"Hemos tenido que hacer una labor de información para que entiendan que no traemos la enfermedad y que es bueno que se instalen este tipo de centros para atender a los pacientes", señaló Hug, quien indicó que el índice de mortalidad se sitúa entre el uno y el dos por ciento en los centros que gestiona la entidad.
El tratamiento de los residuos y de los cadáveres resulta también complicado porque hay que encontrar lugares adecuados y tratarlos de acuerdo con un procedimiento laborioso.
En el caso de los fallecidos, "la gente no quiere ver muertos de cólera en sus cementerios" y ha costado convencer a las autoridades de que tenían que hacerse cargo de ellos, aunque ya comienzan a entenderlo, explicó Hug.
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