miércoles, 24 de noviembre de 2010

Pentágono y Seúl muestran su poderío a Pyongyang

Corea ya tiene marcada en el calendario una nueva fecha para el pánico, la tensión y hasta el posible inicio de un conflicto armado.

Es este domingo, 28 de noviembre, día en el que los ejércitos de Corea del Sur y Estados Unidos iniciarán unas maniobras militares conjuntas en el mar Amarillo (oeste de la península), el mismo en el que se asienta la recién arrasada isla de Yeonpyeong.

Así lo decidieron los presidentes Barack Obama y Lee Myung-bak. El objetivo: persuadir al régimen de Kim Jong-il mediante una demostración de fuerza.

"Estos ejercicios son meramente defensivos", argumentó la división del Ejército estadounidense en Corea en un comunicado. "Estaban planeados con mucha antelación al ataque de artillería de ayer, y demostrarán la fuerza de la alianza entre Corea y EEUU en su compromiso por mantener la estabilidad regional a través de la disuasión", añade el texto.


Si ver a unos escuadrones de la Armada surcoreana realizando ejercicios rutinarios prendió la ira de Corea del Norte hace dos días, habrá que ver cómo reacciona Pyongyang ante el despliegue de varios miles de soldados en las mismas aguas, en especial los 6.000 marines estadounidenses a bordo del portaaviones nuclear USS George Washington, con capacidad para 75 aviones de caza. El grupo naval del porta-aviones zarpó de la base japonesa de Yokosuna rumbo al mar Amarillo.

Aunque lo hubiera querido, Seúl no habría podido cancelar las maniobras, pues hubiera sido interpretado como un gesto de debilidad ante la crisis. Varios diputados de la oposición y del Gobierno criticaron la reacción del Sur tras el ataque. "Lamento que el Gobierno no llevara a cabo un bombardeo despiadado con sus aviones de caza durante la segunda ronda de obuses del Norte", protestó Kim Jang-soo, diputado del gobernante Gran Partido Nacional.

Cuatro muertos en total

El ánimo general se alteró todavía más tras conocerse, a media tarde, que los equipos de rescate habían encontrado los cadáveres carbonizados de dos civiles en la isla deYeonpyeong, lo que eleva el número de muertos a cuatro. Se trata de dos obreros, de 60 y 61 años, que se encontraban levantando un complejo residencial dentro de la base de la Marina cuando les sorprendió la artillería norcoreana.

Quizá peor que las muertes en sí fue el hecho simbólico de que fueran civiles. Nunca había fallecido un civil durante una escaramuza desde el fin de la guerra de Corea, en 1953. "Lo que hace distinta esta crisis es que Corea del Norte ha querido llevar la tensión hasta su punto más alto, a sólo un paso de la guerra", explica Kim Geun-sik, catedrático de política y diplomacia en la Universidad de Kyungnam. "El mensaje de este ataque es exigir a EEUU un acuerdo para romper el bloqueo comercial, a riesgo de ver sumida la península en una guerra".

El secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, agradeció a su homólogo surcoreano, Kim Tae-young, la "contención mostrada" por Seúl tras el bombardeo.
Pekín sólo pide calma

Las rencillas diplomáticas comenzaron, cuando los gobiernos de Japón y de Corea del Sur exigieron mayor "contundencia" a China en su respuesta. Pekín todavía no ha condenado el ataque a pesar de haber pedido "calma". A su vez, el Diario del Pueblo, órgano del Partido Comunista Chino, consideró esta crisis un "fracaso de la política de línea dura de la Administración Lee Myung-bak". Los expertos coinciden en que China, único aliado de peso de Corea del Norte, tiene la llave para desactivar el belicismo de Kim Jong-il.

Mientras, la población de Seúl trató de seguir con su vida, como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, en los corrillos no se hablaba de otra cosa y los foros de internet hervían entre los partidarios de un castigo ejemplar al Norte y los temerosos de que tal ataque pudiera desembocar en una guerra.

De los ciudadanos norcoreanos, por supuesto, nada se sabe. Sólo que volverán a ser una vez más los peor parados de la tensión entre los dos vecinos, puesto que Seúl anunció la cancelación de los envíos de ayuda humanitaria al Norte, lo que privará a su población de miles de toneladas de alimentos y otros víveres, justo ahora que el país comunista vive supuestamente una de las peores hambrunas de los últimos tiempos.

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