En Estados Unidos el Partido Republicano experimentó una notable recuperación en las elecciones de mitad de periodo realizadas este martes y obtuvo la mayoría de la Cámara de Representantes, desplazando a los demócratas, que la controlaban desde 2006.
A medianoche del martes las proyecciones indicaban que los republicanos lograron la mayoría de los escaños en la Cámara de Representantes, y que aunque no pudieron controlar el Senado redujeron en varios puestos la ventaja que tenían los demócratas.
En un triunfo simbólicamente importante, el actual líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, logró imponerse ante Sharron Angle, una de las favoritas del llamado Tea Party.
Sin embargo, los demócratas perdieron varios distritos que controlaban, incluyendo el que representaba el presidente Barack Obama antes de su elección como presidente en 2008.
Los veteranos senadores demócratas Russell Feingold de Wisconsin y Blanche Lincoln de Arkansas no lograron la reelección.
Es la primera vez en décadas que la cámara baja del Congreso cambia de manos sin que lo haga el Senado, lo que planteará nuevas estrategias para las negociaciones políticas entre la Casa Blanca y el legislativo.
Voto castigo para Obama
WASHINGTON.- Gran noche electoral para el Partido Republicano, que ha conseguido más escaños de los que necesitaba para obtener el control de la Cámara de Representantes y que ha demostrado una renovada vitalidad para luchar por la presidencia en 2012. Serio voto de castigo para Barack Obama, que se verá obligado a reacomodar su proyecto a la nueva realidad política de Washington.Y mal resultado para el Partido Demócrata, que conserva por la mínima el control del Senado, con lo que evita el desastre que se temía, pero aún así sufre una derrota de grandes proporciones.
"Este es un claro mensaje de los ciudadanos para que el presidente cambie de rumbo", ha declarado al borde de la medianoche el congresista John Boehner, próximo presidente de la Cámara de Representantes en sustitución de Nancy Pelosi. "Los republicanos estaremos ahí para asegurarnos que eso se produce", ha añadido.
Los republicanos tienen una ventaja en la Cámara superior a los 39 escaños que necesitaban y rondando los 54 que obtuvieron en 1994, durante el mandato de Bill Clinton, la última ocasión en la que se produjo un vuelco electoral semejante.
Los demócratas se consuelan con el hecho de no haber perdido el Senado, lo que les permite conservar un instrumento fundamental de influencia política, y de haber estado muy cerca de la victoria en varias elecciones en Estados cruciales, como Pensilvania, Ohio o Florida. En Illinois, el republicano Mark Kirk se ha asegurado el escaño para el
Senado que ocupó Barack Obama hasta su candidatura presidencial.
El presidente, que ha llamado a los líderes republicanos para mostrarles su disposición a colaborar, ofrecerá hoy una conferencia de prensa (18.00, hora peninsular española) para exponer su interpretación de estos resultados. El Tea Party se garantiza una voz en el Senado con la elección de dos candidatos respaldados por ese movimiento: Marco Rubio en Florida y Rand Paul en Kentucky.
Estas elecciones, marcadas por la crisis económica, dejaron en evidencia la volatilidad de la situación política en Estados Unidos, que pasó de George Bush a Barack Obama para devolver dos años después parte del poder al partido del anterior presidente, así como la complejidad del panorama que se abre a partir de ahora, en el que uno de los presidentes más progresistas se verá obligado a negociar su proyecto con el Congreso más conservador de la historia del país.
El fracaso de Obama
En una campaña en la que no ha ahorrado esfuerzos ni escurrido el bulto en ningún momento, Barack Obama ha hecho dos confesiones que definen su pensamiento y justifican parcialmente su derrota. Una fue durante su participación en el programa de Jon Stewart: "Hemos conseguido cosas que la gente ni siquiera conoce". Otra, en una entrevista con The New York Times: "Probablemente hay un orgullo perverso en mi Administración -y yo asumo la responsabilidad por ello- de que íbamos a hacer lo que había que hacer aunque fuese impopular a corto plazo". Ambas declaraciones son, posiblemente, las palabras de un honesto gestor, pero también de un mal político.
Obama llegó al poder aupado por una ola de entusiasmo popular como no se recuerda
en la historia americana. Quizá el momento elegido no era el mejor para la reforma sanitaria, quizá debió corregir sobre la marcha, quizá tuvo que atender los primeros síntomas de malestar entre los ciudadanos. Son muchos quizás, efectivamente. Es fácil juzgar los acontecimientos a posteriori. Pero lo que distingue a los gigantes políticos es su capacidad de acertar en las decisiones inmediatas. Obviamente, Obama no ha acertado.
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