Un vigilante en tratamiento psiquiátrico confesó haber matado en algo más de dos años a 11 ancianos de la residencia en la que trabajaba en la ciudad de Gerona (Cataluña), lo que lo convertiría en uno de los asesinos con más víctimas a sus espaldas en España.
Joan Vila Dilmé, de 45 años, aseguró en una confesión a petición propia que recordaba haber intervenido desde agosto de 2008 en al menos 11 fallecimientos de ancianos cuyo estado de salud era precario y que padecían enfermedades degenerativas como el Alzheimer.
El asesino confeso dijo ante el juez que no pensaba que hubiera matado a sus víctimas, sino que las había “ayudado a morir” para evitar más sufrimiento a personas que necesitaban ayuda continua para necesidades básicas como comer, según la declaración judicial a la que tuvo acceso Reuters en Internet.
Dilmé, que mató a sus víctimas con sedantes, con una inyección de insulina o administrándoles directamente lejía, dijo que actuaba por impulso y confesó que en algunas temporadas bebía alcohol y tomaba medicación.
La declaración judicial señala que el asesino confeso “no pudo explicar por qué ayudo a morir a las internas (sus víctimas fueron nueve mujeres y dos hombres), que era algo irreal, como si no fuera él (..) como si fuera otra persona que salía de su cuerpo e hiciera esas cosas”.
Dilmé, que trabajó cinco años en la residencia La Caritat -un
centro para ancianos con unas 60 plazas-, estaba detenido como presunto asesino de una mujer a la que administró lejía en octubre de 2010.
Tras su confesión el martes, su abogado ha pedido que se compruebe el estado mental de su cliente, que dijo que nunca había hablado de desdoblamiento de personalidad con los dos psiquiatras que lo trataron.
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