MAO.-"Salí de Valverde Mao, a tocarle a la región, vengo donde Corporán, que me regale un acordeón", así canta el merenguero Arsenio Bernardino Guzmán en la fiesta de su cumpleaños número 111, tras manifestar que su gran sueño es tocar su acordeón en el programa del presentador de televisión Rafael Corporán de los Santos.
El centenario acordeonista se queja de no haber encontrado a nadie que le ayudara en su deseo de conocer a Corporán, por quien dice sentir una gran admiración.
"No me llevaron carajo, y todavía fuera si hubiera uno que dijera vamos", dijo Don Bernardino con su voz temblorosa por el peso de los años. Expresó que desea como regalo tener la oportunidad de conocer al popular presentador de televisión y que se siente con ánimo para viajar a Santo Domingo a satisfacer su sueño.
Don Bernardino todavía toca su acordeón, no con las habilidades de sus años de juventud y adultez, pero sí con el entusiasmo de un amante de la música que identifica al pueblo dominicano.
El centenario merenguero recuerda con meridiana lucidez la trayectoria de su vida, incluyendo las dificultades económicas que ha sufrido, sus días de vendedor de agua en las calles de Mao y varios episodios de la historia, entre los que menciona las luchas políticas entre Los Bolos y Los Coludos, la batalla de la Barranquita y la Era de Trujillo, entre otros.
En cada aniversario, sus hijos tienen que organizarle "una fiestecita" en la que él mismo toca el acordeón para que sus familiares, amigos y vecinos bailen y disfruten.
"Me siento muy feliz; digo, en el sentido del gusto, porque hay que tener gusto para todo", respondió Don Bernardino ante la pregunta sobre cómo se sentía en su cumpleaños número 111.Pese a su longevidad Arsenio Bernardino Guzmán recuerda con meridiana claridad sus tiempos de niño en la comunidad Mata de Cana, donde nació, y en parajes como Sabana Grande, El Naranjo y otros en las zonas donde se unen Mao, Monción y San José de las Matas, donde vivió los primeros años de su infancia.
"Yo me recuerdo como ahora mismo el día que me bautizó el Padre Franco. Yo estaba delante de mis padrinos Papingo y Lola Taveras. No me cargaron porque ya tenía siete años, y cuando salimos de la iglesia, mi madrina me regaló un acordeoncito de boca, que se usaban mucho en esa época", relató Don Bernardino, tras precisar que fue declarado en Mao en los días previos a recibir el sacramento del bautismo.
Dice que aún están frescos en su mente los recuerdos de los días en que los niños y jovencitos, montados en burros, vendían agua a los munícipes de Mao, donde vino a vivir y a trabajar cuando apenas tenía 11 años.
Sostuvo que su madre, a quien identificó como Lucía Guzmán, murió de pasmo cuando todavía no había llegado a la adolescencia, y expresa que nunca conoció a su padre, quien le habría negado la paternidad cuando aún no había nacido.
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