Pero un año después del terrible sismo del 12 de enero, y tras el brote de cólera y las malogradas elecciones, el país se sigue hundiendo.
Eran las 16H53. Los estudiantes salían de los colegios, los vendedores cerraban los locales, los haitianos regresaban paulatinamente a sus hogares, cuando un movimiento brusco desató el caos.
Un largo y terrible terremoto de magnitud 7: el peor desastre natural en los últimos 30 años en el mundo golpeó al país más pobre de América.
Más de 220.000 muertos y 300.000 heridos, incluyendo miles de amputados. Un millón y medio de personas sin hogar. Un Estado aniquilado. El PIB desapareció.
La sede de la misión de la ONU se derrumbó. "Goudou Goudou", un mostruo divino, como los haitianos llamaron al sismo, ponía de rodillas a todo un país.
En pocos días centenares de socorristas, seguidos por un ejército de periodistas, llegaban al lugar. Estados Unidos envió unos 20.000 soldados para organizar la ayuda y evitar que el país francófono, situado a menos de 1.000 km de su costa, cayera en la anarquía. Unas sumas sin precedentes fueron prometidas.
En marzo en Nueva York, una conferencia internacional elevó hasta 10.000 millones de dólares la promesa de ayuda para construir un país modelo.
Pero en el terreno, la Comisión interina para la Reconstrucción de Haití, que administra los fondos, tarda en actuar mientras los campos de refugiados y las tiendas de campaña se perpetúan.
Puerto Príncipe todavía da la impresión de ser un gran campo de refugiados, según Amnistía Internacional.
La gente vive en condiciones terribles y las mujeres enfrentan un alto riesgo de violación, según el organismo.Un año después del terremoto, "sólo 5% de los escombros ha sido retirado", lamentó por su lado la organización humanitaria Oxfam. Citando a la ONU, Oxfam agregó que sólo 42% de los 2.100 millones de dólares prometidos para 2010 fueron desembolsados.
Pese a que hay más de un millar de asociaciones desplegadas en el lugar, los proyectos están paralizados.
"Haití es una república de las ONG", repite el jefe de la misión de la ONU, Edmond Mulet. Entretanto, persisten los problemas estructurales que había antes del terremoto: la falta de un catastro retrasa la construcción de los 150.000 refugios prometidos.
Cuando se sentía relativamente a salvo de la temporada de huracanes, Haití pensó que podía dedicarse a la campaña para suceder al presidente René Preval, pero apareció un nuevo desastre: el cólera.
Erradicada hace más de un siglo en la isla, esta enfermedad que ataca a los pobres reapareció en octubre en el centro del país y rápidamente se propagó hacia la capital. Hasta la fecha, más de 3.300 personas murieron.
A pesar de la violencia contra los cascos azules -acusados de importar la enfermedad desde Nepal según una investigación internacional- las elecciones se llevaron a cabo el 28 de noviembre. No obstante la vigilancia internacional, hubo denuncias de fraude el día de la votación. Haití volvió a prenderse fuego.
La causa: la exclusión del balotaje del popular cantante Michel Martelly, que quedó fuera de la disputa por apenas unos miles de sufragios que el candidato oficialista Jude Celestin. La noticia enfureció a los seguidores de Martelly, que protestaron violentamente varias veces.
La divulgación de los resultados finales quedó aplazada indefinidamente, y nadie sabe si la segunda vuelta -prevista para el 16 de enero- será realizada.
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