lunes, 21 de febrero de 2011

Desarrollo aún no llega a la frontera

EL COMERCIO CON LA REPÚBLICA DE HAITÍ ES LA PRINCIPAL ACTIVIDAD ECONÓMICA DE LA REGIÓN, PERO NO HA SERVIDO PARA SUPERAR LA EXTENDIDA POBREZA
Frontera dominico-haitiana
En sus 501 kilómetros de extensión, la frontera todavía está a la espera de desarrollo.

En las cinco provincias que la conforman se llevan a cabo actividades agrícolas de subsistencia, según el Ministerio de Agricultura. La actividad industrial es mínima, y la mano de obra dominicana tiene que enfrentarse a los bajos costos de los inmigrantes haitianos, presentes en cantidades no registradas.

Reporteros del LISTÍN DIARIO hicieron un recorrido a través de la línea divisoria, atravesando Monte Cristi, Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales, con el interés de describir la realidad socioeconómica en la puerta de salida y entrada a la República Dominicana.En la frontera dominicana no hay grandes edificios, ni modernos sistemas de comunicación vial, ni complejos empresariales salidos de lo común. Las cinco provincias ubicadas donde comienza y termina la Patria tampoco pueden mostrar las condiciones de vida de la mayoría de su población como indicadores de desarrollo social sobresaliente.

La Línea, en Monte Cristi, Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales, todavía es sinónimo de pobreza.

La agricultura de subsistencia, el comercio legal e ilegal con Haití, la ganadería y los empleos públicos generan la dinámica económica de esta región del país, reconocida como una prioridad nacional en la Constitución, en la Ley de Desarrollo Fronterizo (28-01), en los discursos políticos y en otros documentos de intención.

Población

Un estudio publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el 2008 indica que el nivel de pobreza de la población fronteriza superaba en 50% al índice nacional, mientras el de pobreza extrema se triplicaba para esa fecha.


“Las provincias de la frontera sobresalen por la baja incidencia de empleos en industrias manufactureras, que es menos de la mitad del promedio nacional, y la alta incidencia del empleo agrícola, 2.5 veces más que el promedio nacional (22.5% frente al 8.9%)”, resalta el organismo internacional en su informe.


El Censo Nacional de Población y Vivienda del 2002 arroja que entre las cinco provincias de la línea se suman 308 mil 979 habitantes, cuando el conteo del Distrito Nacional se ubica en 913 mil 540 dentro del mismo levantamiento.

El total del área representa el 34% de la capital. La cantidad de haitianos establecidos es desconocida, pero la simple observación hace pensar en largos números.

Producción
Desde Monte Cristi hasta Pedernales, los trabajadores del campo obtienen ingresos de subsistencia como resultado de la producción de alimentos de consumo local (arroz, ganado, maíz, yuca, habichuela roja, plátano, aguacate, batata, guandul, lechosa…).

El guineo de exportación de Monte Cristi es una excepción, y sus productores consiguen colocarlo en los mercados internacionales después de superar el deteriorado trayecto que lleva a Manzanillo, donde está el puerto de salida. El Ministerio de Agricultura no tiene estadísticas generales de la productividad de esta zona por diferentes razones.

Su poca incidencia frente a la demanda nacional e internacional es una de ellas. Como muestra de esta afirmación, el mercado que se realiza los lunes y los viernes en Dajabón permite observar que los vendedores de arroz partido (preferido por los haitianos) regularmente vienen de Sánchez Ramírez, Duarte, La Vega y otras provincias del Cibao.

Comercio
Aunque la expansión del cólera afectó la relación binacional, Haití hoy es el principal socio comercial de República Dominicana.

Los registros de la Dirección General de Aduanas (DGA) indican que el 2009 las exportaciones hacia la República vecina generaron US$227.6 millones, y en el 2010 se colocaron en US$462.2 millones, lo que significa un crecimiento de 103.1% en doce meses. Entre los productos comercializados en el reglón alimenticio sobresalen la harina de trigo, aceite de soya, arroz partido, agua natural, galletas, pastas alimenticias, guineos y gallina (pollo en trozos y despojos).

A los haitianos el país también le vende cemento gris, varilla de acero, planchas de zinc y alambrón de acero inoxidable. Este movimiento, que se lleva a cabo en los puntos fronterizos de Pedernales (Pedernales), Jimaní (Independencia), Dajabón (Dajabón), y Comendador (Elías Piña), demanda mano de obra informal para las labores de carga, vigilancia, transporte y comercialización de mercancía.


En los principales mercados los dominicanos se pierden entre los cientos de haitianos que suelen cobrar de RD$200 a RD$300 por el servicio diario. Los camiones dominicanos que salen por Jimaní pagan un impuesto de RD$400, y cada puesto de venta en ese y en los demás mercados tributa al ayuntamiento municipal según el espacio utilizado.

Servicios
Cuando entra a la categoría de servicios en la frontera, el PNUD dice que los hogares que recibían energía del tendido eléctrico eran un 17% menos que el promedio nacional, en el 2008. Las familias conectadas a los acueductos eran 44% menos que el promedio, mientras las que utilizaban inodoro representaban una tercera parte del promedio nacional.

Las condiciones físicas de las viviendas son igual de halagüenas. El presidente Leonel Fernández recientemente tuvo que ordenar un proyecto de reparación de techos en Pedernales, donde estos “se están cayendo”.

Encuentro de dos pueblos
En los mercados de Dajabón, Elías Piña, Jimaní y Pedernales los pueblos de República Dominicana y Haití se encuentran. Los de este lado llevan productos agrícolas diversos, materiales de construcción, bebidas y otros productos. Los de allá atraviesan los portones con enormes pacas de ropa, nueva y usada, zapatos, bebidas, cosméticos y otras tantas mercancías. Ambas partes son puntuales en el encuentro.


Los haitianos, por ejemplo, hacen una larga fila mientras se abre la puerta de Dajabón. Los dominicanos pueden venir la tarde anterior desde cualquier punto del país. Las medidas sanitarias tomadas para prevenir la propagación del cólera en tierra dominicana causaron problemas de logística al principio, pero poco a poco se hacen parte de una cotidianidad marcada por el traspaso de billetes y mercancías.

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