lunes, 23 de mayo de 2011

42 presos con dolencias terminales podrían salir

ESE GRUPO PODRÍA SER BENEFICIADO CON UN PLAN DE LA PROCURADURÍA PARA QUE CUMPLAN LA PENA EN SU HOGAR Santo Domingo

Freddy Antonio Abreu no puede valerse por sí mismo en la cárcel de Najayo, donde guarda prisión. Se mueve usando una silla de ruedas y con la ayuda de otra persona, porque quedó con una parálisis en la mano y el pie izquierdo producto de un accidente cerebro vascular que lo mantiene postrado.

Está doblemente interno, porque además de estar recluido en el recinto penitenciario, se encuentra ingresado en el área médica de la cárcel, por su delicada salud.

“Yo me hago pupú en la cama, me hago pipí, no tengo quien me limpie, estoy enfermo”, dice, mientras se ahoga en llantos. Al señor, de 56 años, tienen que mantenerlo con pañales desechables, darle la comida, bañarlo y limpiarlo, en fin, hacerle todo.

Abreu forma parte de una lista de 42 reclusos con enfermedades terminales que fueron seleccionados de manera preliminar por el Departamento de Salud de la Dirección General de Prisiones (DGP), como posibles beneficiarios de un programa ideado por la Procuraduría, con el fin llevarlos a sus casas a concluir la pena.

El director general de Prisiones, Roberto Obando Prestol, precisó que al final de julio estarán en condiciones de no tener en las cárceles a reclusos que padecen de enfermedades catastróficas.

Obando informó que realizan un descenso en las cárceles para confirmar la real situación de salud de los reclusos seleccionados y determinar si existen otros que también ameritan ser incluidos en el proyecto.

Consideró, sin embargo, que con esa medida están poniendo parches. “Hasta que no resolvamos el problema médico en los recintos penitenciarios aparecerán otros enfermos terminales”, evaluó.

Obstáculos
Obando Prestol puntualizó que antes de ejecutar el programa de excarcelación tienen que resolver una serie de problemas económicos y legales.

Identificó como una dificultad determinar el lugar donde irán los reclusos, porque en más de una ocasión la Dirección de Prisiones se ha encontrado con el drama de que la familia no los quiere o no los puede tener, principalmente cuando padecen problemas siquiátricos.

Otro escollo a vencer. según el funcionario, es establecer qué persona o institución se encargará de pagar las multas que se han impuesto a algunos de esos reclusos enfermos. Obando dijo que están coordinando con los jueces de ejecución de la pena cómo realizar esos traslados, tras aclarar que como director de Prisiones no tiene la autoridad para decirle a un alcaide que mande para su casa a una persona que no ha cumplido la condena.

Problemas siquiátricos
Con los reclusos que presentan patologías siquiátricas se enfrentan los mayores inconvenientes para lograr su salida de la cárcel, porque las familias no cuentan con espacios para tenerlos en condiciones dignas, y en los hospitales los reciben por poco tiempo.

“No, no, para acá no me lo manden, quédense con el”, han dicho algunos familiares, según contó el director de Prisiones.

Obando Prestol expresó que con esos reclusos que ameritan atenciones siquiátricas se encuentran con las manos atadas, porque Prisiones no cuenta con un sistema de salud propio y tiene que auxiliarse de los hospitales gubernamentales, que acogen a los enfermos mentales por unos días y luego los devuelven.

“La atención siquiátrica en el país hoy en día es inexistente; si llevamos a un paciente te lo aceptan por un día o una semana, pero después te dicen, lléveselo, pero eso es absurdo, porque ese paciente nunca se va a sanar, ¿cómo es eso de que lléveselo?”, se preguntó.

El director de Prisiones resaltó que se ha dado cuenta que aunque la ciudadanía tenía la percepción de que se trataba de cientos de enfermos terminales, la realidad era otra.

Apuntó que empezó un proceso para verificar la certeza de esas informaciones, para prevenir que, valiéndose de certificados médicos incorrectos, logren salir internos que no presentan una enfermedad terminal, para que no se estafe a la sociedad dominicana.

Aunque citó que todavía no han encontrado un caso de esa naturaleza, están constatando la situación de cada recluso que está incluido en el plan, como una medida preventiva.

Hacinamiento y deficiencias médicas
El director de Prisiones reconoce los niveles de hacinamiento que imperan en las cárceles dominicanas, que en algunos casos supera hasta en un 400 y 700 por ciento la capacidad, porque en recintos hechos para 20 personas hay 115; y en los de 1,000 hay 5,5000.

“El hacinamiento, a una persona con salud, vigorosa, la va debilitando, imagínate si estamos hablando de una persona con una condición de enfermedad”, dijo Obando Prestol.

“Es una situación dramática; mi compromiso es a la mayor brevedad posible darle salida a todas esas personas, reconociendo los problemas familiares, jurídico, económico en algunos casos”, puntualizó.

Sostuvo que los recintos penitenciarios carecen del personal médico, de utilería y de espacios separados para brindar asistencia a los enfermos.

Agregó que faltan ambulancias y que las existentes en los recintos grandes, como Najayo y La Victoria, están destruidas, a veces les falta una goma, o tienen problemas de motor entre otros.

Obando Prestol indicó que el gasto médico en los recintos penitenciarios es incosteable, porque además de lo asignado por la dirección de Prisiones, está la inversión que hace Salud Pública cuando a un hospital se le envía un interno que se convierte en paciente.

Una esperanza
Freddy Antonio Abreu tiene la esperanza de ser beneficiado con el plan de excarcelación, pero desconoce si algún familiar lo acogerá en su casa, ya que no tiene esposa, sus padres fallecieron, y su hija, menor de edad, vive con la abuela materna.

Dice que sus 20 hermanos son pobres, pero aún así desea una oportunidad para atender sus problemas de salud fuera de la cárcel.

Cuando cayó preso vivía en el mismo edificio en construcción donde trabajaba como sereno, con un sueldo de RD$8,500 y en los días libres visitaba un hermano en Los Alcarrizos.

En el área médica de la cárcel recibe un tratamiento para proteger el cerebro.

Fue condenado a cinco años de prisión en febrero de este año, acusado de violar los artículos 330 y 333 del Código Penal, tipificado como agresión sexual que no constituye una violación.

Antes de ocurrir el hecho que lo llevó a la cárcel, ya había sufrido una trombosis. En prisión le repitió por dos ocasiones, según confirmaron autoridades de la cárcel de Najayo y parámedicos. Nunca había estado preso. Nativo de Pimentel, San Francisco de Macorís, y residía en la capital desde el 1982.

Evaluación
La mayoría del grupo de 42 reclusos enfermos seleccionados de manera preliminar están diagnosticados de VIH un total de 19, y tuberculosis, otros 4.

Otros están afectados con neoformación maligna de colon, coinfección (Sida y tuberculosis), accidente vásculo-cerebral, equizofrenia, insuficiencia renal crónica, anemia megloblástica, Sida, miocardiopatia dilatada global y lepra.

Guardan prisión en las cárceles de La Victoria, Santiago Rodríguez, Najayo, Cotuí, San Juan de la Maguana, Moca y El Seibo.

La doctora Annelice Roa Rowley, encargada del departamento de Salud de la DGP, explicó que la evaluación o descenso en las cárceles tiene el propósito de verificar la situación de salud de cada interno y apoyarse de la documentación médica que lo avale..

“Se ha ido identificando por parte y se están depurando, porque cuando se viene a ver hay uno que no está en la lista y amerita ser incluido”, precisó Roa Howley.

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