El informe señala que las muertes se produjeron en tres días de disturbios iniciados por los seguidores del principal opositor, Muhammadu Buhari, musulmán norteño del Congreso para el Cambio Progresivo (CPC), tras conocerse la elección de Jonathan, cristiano del sur del gobernante Partido Democrático Popular (PDP).
En las conclusiones de su estudio, HRW afirma: “Las autoridades estatales y federales de Nigeria deben investigar con prontitud y procesar a quienes los organizaron y llevaron a cabo estos delitos, además de hacer frente a las causas de la violencia recurrente entre comunidades”.
Nigeria, el país más poblado de África, con 150 millones de habitantes, está prácticamente dividido por la mitad entre un norte musulmán y un sur cristiano y sufre fuertes tensiones de tipo político, religioso, social y étnico.
Según distintas fuentes, alrededor de 15.000 personas han muerto debido a la violencia en el país desde que finalizaron los regímenes militares, en 1999.
Tras el inicio de los disturbios por los seguidores de Buhari, además de los muertos y heridos, más de 65.000 personas se han visto desplazadas de sus lugares de residencia en los estados norteños nigerianos de Adamawa, Bauchi, Borno, Gombe, Jigawa, Kaduna, Kano, Katsina, Niger, Sokoto, Yobe, y Zamfara, según HRW.
“Las elecciones de abril fueron consideradas las más limpias en la historia de Nigeria, pero también están entre las más sangrientas”, según comenta en el informe Corinne Dufka, principal investigadora en África Occidental de HRW.
“Las nuevas autoridades elegidas (en abril pasado) deben rápidamente utilizar sus logros democráticos para llevar ante la justicia a quienes han orquestado estos horrorosos crímenes y atender las causas de la violencia”, añade Dufka.
Los seguidores de Buhari, apunta HRW, tras conocer la derrota de su candidato, acusaron a Jonathan de fraude y tomaron las calles del norte del país, donde atacaron a las minoritarias comunidades cristianas y miembros de grupos étnicos procedentes del sur de Nigeria.
Las turbas de seguidores de Buhari, además de atacar a los cristianos, quemaron muchas de sus iglesias, negocios y viviendas, añade el informe.
La Asociación Cristiana de Nigeria, que representa a la mayor parte de las iglesias de esta confesión, ha señalado que 350 iglesias fueron quemadas en diez estados del norte y que han podido confirmar la muerte de al menos 170 cristianos en la violencia postelectoral.
Sólo en el estado de Kaduna, los enfrentamientos entre comunidades dejaron unas 700 muertos, la mayoría musulmanes, según dirigentes cristianos y musulmanes entrevistados por HRW.
Para la elaboración del informe, HRW realizó, según señala, 55 entrevistas con víctimas y testigos de la violencia, así como con clérigos musulmanes y cristianos, dirigentes tradicionales, policías y dirigentes sociales.
Muchos de los desplazados, cristianos y musulmanes, buscaron refugio en locales policiales y cuarteles militares.
En cualquier caso, HRW apunta que los policías y militares hicieron un “uso excesivo de la fuerza” contra los participantes en los disturbios y afirma que han documentado ocho casos de ejecuciones extrajudiciales y han recibido informes creíbles de una docena más.
Cintos de personas fueron detenidas en el norte de Nigeria en relación con los sangrientos disturbios de abril pasado y HRW espera que las autoridades judiciales procesen y condenen a los responsables.
El presidente Jonathan designó, la semana pasada, una comisión de 22 miembros para investigar la violencia registrada en los pasados comicios.
La comisión está encabezada por el antiguo gran cadí del estado norteño de Níger, Sheikh Ahmed Lemu, e investigará en especial las circunstancias y a los responsables de estos sucesos.
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