Las líneas telefónicas 911, de uso muy extendido en el mundo, han ayudado a miles de ciudadanos a reportar casos de emergencia y a que se les atienda con la mayor prontitud.
Son líneas de salvación y por eso es que su promoción se hace de manera amplia y sistemática, para que los ciudadanos puedan estar enterados de que, al llamar al 911, sus casos pueden encontrar expedita solución.
Es una pena que, la nuestra, esté siendo utilizada para bromas de mal gusto por inescrupulosos, holgazanes o sinvergu¨enzas que todavía no alcanzan a comprender la magnitud de este servicio ciudadano.
Así lo ha revelado el ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, al quejarse de que el 98 porciento de las llamadas que se hacen a la línea 911, que está bajo control de su ministerio, son para fastidiar, para relajar, para dar falsas alarmas o para burlarse de los operadores.
Y si eso continúa, entonces estamos contribuyendo a desnaturalizar y desacreditar ese servicio tan vital para todos nosotros. Eso no puede permitirse.
Por tanto, nos solidarizamos con la idea de que se emita una norma o ley, rigurosa, para penalizar a todo aquel que sea sorprendido burlándose de la línea 911, que está llamada a ser la vía más rápida y eficaz para atender situaciones de urgencia de toda la comunidad, sin distinciones.
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