“Las deportaciones son una señal de impaciencia por la lenta recuperación en Haití y de la menguante solidaridad internacional hacia los prolongados problemas del país”, estima. Aunque en el trabajo el autor se empeña en hablar con catedráticos universaritarios extranjeros a tratar un asunto especializado, Robert Macguire, le dice que es un problema sin solución.
Mientras, el reportaje cita al director de Migración, José Ricardo Taveras, de quien dice que: “criticó a la ONU por no lograr aminorar el reflujo. Citó las estimaciones de los 500 mil o más haitianos en este país, al decir que nadie puede resistir una invasión de esa naturaleza”.
La nota le enrostra a República Dominicana el quejarse de haber sufrido el embate de los refugidos del terremoto, así como de los recientes emigrantes económicos, que se suman al flujo de personas provenientes de Haití, que durante años han cruzado la frontera para cortar caña, cosechar granos de café o trabajar en la construcción.
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