La ingesta de sal en América es superior a la media recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), por lo que un grupo de expertos ha exhortado a los países de la región a tomar medidas para salvar miles de vidas.
Algunos países como Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Cuba, Estados Unidos, México, Surinam y Uruguay ya han tomado iniciativas que van desde campañas educativas hasta la colaboración con los fabricantes de alimentos para mejorar la información nutricional.
Representantes de los gobiernos del continente y expertos se reunieron en Washington en la sede de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la oficina regional de la OMS, para analizar estos esfuerzos e instar a otros países a sumarse, informó hoy el organismo en un comunicado.
"La reducción de la sal es una de las medidas de salud pública disponibles más eficaces en función de los costos", afirmó Norm Campbell, profesor de medicina en la Universidad de Calgary (Canadá) y jefe de un grupo de expertos sobre la sal y la salud convocado por la OPS.
Si bien la sal es esencial para el cuerpo, su consumo excesivo puede causar hipertensión, un importante factor de riesgo para ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y enfermedades renales.
Por eso, "si otros países se unen a estos esfuerzos podemos salvar decenas de miles de vidas en los próximos diez años", añadió Campbell en un comunicado difundido por la organización.
En América entre una quinta y una tercera parte de los adultos sufre hipertensión, un porcentaje que entre las personas de más de 80 años supera el 90 por ciento.
Según un estudio realizado en Canadá, citado por la OPS, reducir el consumo de sodio un 10 por ciento cada año en 18 países de América Latina podría prevenir unas 593.000 afecciones cardiovasculares y salvar alrededor de 54.000 vidas.
La OPS indica que, en la mayoría de los países de la región, la ingesta promedio de sal es "considerablemente superior" a la recomendación internacional de consumo de menos de 5 gramos de sal por persona al día.
En Brasil es de 11 gramos al día, en Argentina de 12 gramos, en Canadá de 7,7 gramos, y en Estados Unidos de 8,7 gramos.
Los expertos indican que el problema no está sólo en añadir sal al cocinar los alimentos, ya que la mayor proporción de la sal alimentaria procede de las comidas precocinadas, el pan, las carnes procesadas, los cereales para el desayuno y los congelados.
James Hospedales, asesor de la OPS en materia de prevención y control de enfermedades crónicas, lamentó que "la mayoría de las personas no sabe de dónde proviene la mayor parte de la sal que ingieren y cuán nociva puede ser para su salud".
Hospedales señaló que concienciar a las personas y modificar sus hábitos es importante, pero las políticas para diseñar acciones conjuntas para toda la población "son clave".
La OPS señaló que en Argentina y Chile las autoridades sanitarias han trabajado con las panaderías para reducir el contenido de sodio del pan, "una de las principales fuentes de sal alimentaria en ambos países".
En Brasil, las principales asociaciones de fabricantes de comida han acordado reducir el contenido de sal en el pan preparado industrialmente en un 10 por ciento para 2014.
Los miembros del grupo de expertos de la OPS exhortaron a los fabricantes de alimentos a establecer planes concretos para lograr una "reducción gradual y sostenida" de la sal en sus productos, así como en las comidas elaboradas y las servidas en los restaurantes, entre otras medidas.
No obstante, se mostraron a favor de que haya una "reglamentación obligatoria" si tales esfuerzos no producen resultados.
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