sábado, 14 de julio de 2012

Crisis española cambia la vida de dominicanos


MUCHOS HAN PUESTO SUS NEGOCITOS CON DINERO AHORRADO Y, ALGUNOS, MÁS DESDICHADOS, HAN REGRESADO SIN "NADA"                                                           Vicente Noble, Barahona
Sus ojos se convierten en el presagio de los segundos siguientes. Sus manos, que descansan sobre sus piernas, se impacientan. Pierde la mirada buscando explicaciones, razones, motivos, o quizá alejándose de su realidad. Pero no se contiene. Los recuerdos de 19 años la exaltan y estalla. Intenta cubrir con sus manos el dolor expresado en lágrimas, pero no puede.
Aquel momento en el que la impotencia domina, dejando sin palabras y sacando del ser el más amargo de los llantos, es el estado permanente en el que vive María De León, nativa de Vicente Noble, un municipio de Barahona, a 200 kilómetros al suroeste de la capital dominicana.
Su historia no es la única del lejano Sur del país. Es producto de la crisis económica que desde hace unos años ha impactado en España, país europeo que alberga, según el estudio “Diagnóstico Inmigrantes Dominicanos”, a 141,220 dominicanos, de los que el 62% son mujeres y un 38% hombres.
La crisis en la denominada “Madre Patria” ha obligado al jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, a nuevas medidas impositivas que de inmediato llamaron a protestas de funcionarios españoles descontentos por los días de dificultad. Uno de los intentos del gobierno español son los recortes de gastos, diseñados para eliminar unos 65,000 millones de euros de los presupuestos del Estado para el 2015. Estas disposiciones incluyen un corte salarial a los empleados públicos y miembros del Parlamento.
Pero lejos de las grandes cifras, y a una cantidad de millas de distancia considerable, doña María llora por los años en que trabajó cuidando a una señora, que con el tiempo murió, por los días en que caminaba por la Puerta del Sol, en el denominado kilómetro cero de las carreteras radiales españolas, y por sus andanzas junto a dominicanos por la majestuosa Puerta de Alcalá.
“Regresé con medio billete (ticket aéreo). Recolectado. Para yo venir tuvieron que reunirme el pasaje entre amigos y familiares. Imagínense ustedes, eran meses enteros sin trabajar. En el avión pensé de todo, pero creo que será mejor así”.
Históricamente la región Sur ha sido famosa por las emigraciones de sus hijos a Europa, pero específicamente a España, llegando incluso al punto de que el populacho bromea diciendo que al menos en Vicente Noble no existe una casa que no tenga a un familiar, o un amigo muy cercano, viviendo en España.
En su desesperación, esta dama acudió a la Comunidad de Madrid en búsqueda de ayuda, cubriendo los gastos del papeleo y llenando sus días de esperanza. Aspiraba a una ayuda económica de “300 ó 400 euros, no mucho”. Sus 62 años y el paro laboral a que se vio forzada eran sus principales argumentos. Los días pasaron, y con ellos retornó a su comunidad natal, con la promesa de que recibiría una carta donde se le comunicaría sobre su petición de ayuda.
Soporte
Este tipo de retorno forzado podría producir altos niveles de frustraciones, tanto para los migrantes que regresan, como para sus familiares. El planteamiento lo hace José Miguel Gómez, presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, quien asegura que uno de los antídotos primordiales para combatir la desesperanza en estos casos es el amor familiar.
El psiquiatra explica que estos dominicanos entran en lo que se llama “duelo no resuelto”, debido a que es un inconveniente pendiente en la mente humana y, del que además, no se tiende a hablar por temor a burlas.
“Se podría reproducir ahora un efecto dominó, que es que mucha gente que dependía de ellos se va a ver afectado”, explica el experto. Su tesis fundamental es que ahora es donde deben decir presente los hermanos e hijos, de forma que se le pueda hacer frente a las deudas que muchos de ellos han contraído.
Y al final, la desesperanza
“Y aquí ‘toy. Vine en noviembre”, detalla con una voz que ha perdido el acento español. “La carta llegó cuando ya ‘taba aquí. Una amiga me llamó y me dijo: ‘María tu carta llegó’. Le pedí que me la leyera. Ilusionada. Decía que no me la habían aceptado”. Esos momentos en que su amiga abría la carta la llevaron a los sueños y esperanzas que se forjó 19 años atrás.
Sonríe y asiente al decir que está mejor así, con su gente. Lejos del calor infernal del verano y de los más crudos inviernos. Así, secándose las manos de su ropa se levanta y atina a despedirse: “Vale, vale. Vayan bien”.
DOMINICANOS EN ESPAÑA
Los dominicanos en España enviaron a su patria 292 millones de euros en 2009 y otros 287 en el año 2010, de acuerdo al sitio Web especializado en el tema www.remesas.org. Se trata de una disminución de 1.67% entre ambos. Se prevé que esas cifras desciendan cuando se vuelva a analizar el tema. 
SOPORTE ECONÓMICO DE LA COMUNIDAD
Las remesas enviadas al país desde Madrid, capital de España, significan el 1% del presupuesto nacional, de acuerdo al “Diagnóstico Inmigrantes Dominicanos”, un estudio sociocultural preparado para conocer la realidad de los compatriotas radicados en la nación europea. El estudio fue elaborado por la profesora universitaria Yris Rossi. Griselda María Corniel era una de esas dominicanas que enviaba parte de lo que ganaba en la industria hotelera y en la limpieza de centros educativos, a sus familiares desde Madrid. 
A ella la crisis europea la trajo de regreso pero con la advertencia de que en unos meses tendría que volver, porque su hermana está enferma con cáncer. “Mira, yo prefiero comerme un plátano vacío aquí, o pasar hambre, pero yo sé que estoy en mi casa. Con mi gente”. Desde hace meses que al país llegan dominicanos a pasarse las vacaciones de verano, algunos de ellos con la esperanza de que al regresar las cosas hayan cambiado. Otros, por el contrario, solo ven desolación para los meses siguientes. 
En Madrid viven unos 80 mil dominicanos, y en todo el resto de España podría haber otros 40 mil, “mal contados”, escribió recientemente el embajador dominicano en ese país, César Medina, en su columna “Fuera de Cámara”.

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