domingo, 8 de julio de 2012

El papa dice que en la humanidad de Cristo se reconoce la revelación de Dios BENEDICTO XVI SUBRAYÓ QUE LOS MILAGROS DE CRISTO NO SON UNA EXHIBICIÓN DE POTENCIA, SINO SEÑALES DEL AMOR DE DIOS


EFE
Ciudad del Vaticano
El papa Benedicto XVI pidió hoy la intercesión de la Virgen María para que los hombres sepan reconocer "en la humanidad de Cristo la perfecta revelación de Dios", en el tradicional rezo del Ángelus dominical.
El pontífice quiso recordar ante los miles de fieles que acudieron al rezo del Ángelus en la residencia papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma, el pasaje del Evangelio de este domingo que indica que "ningún profeta es bien aceptado entre su propia gente, que le ha visto crecer".
El pontífice evocó cómo Jesús decidió regresar a Nazaret, su ciudad, tras varios años de predicación en otros lugares y cómo sus conciudadanos quedaban "sorprendidos" por sus conocimientos y "en lugar de acogerlo con fe se escandalizaban".
"Este hecho es algo comprensible porque la familiaridad sobre el plano humano hace difícil ir más allá y abrirse a la dimensión divina", afirmó el papa, quien, sin embargo, resaltó que "a causa de este cierre espiritual, Jesús no pudo cumplir en Nazaret, ningún prodigio, sino que solo posó sus manos sobre algunos enfermos y les curó".
Benedicto XVI subrayó que "los milagros de Cristo no son una exhibición de potencia, sino señales del amor de Dios, que actúa allí donde se encuentra la fe del hombre".
Asimismo, explicó que "el hombre Jesús de Nazaret es la transparencia de Dios y en él Dios vive plenamente, y mientras los hombres buscan siempre otras señales, otros prodigios, no se dan cuenta de que la verdadera señal es él, Dios hecho carne, y que él es el mayor milagro del universo: todo el amor de Dios en un corazón humano, en un rostro humano".
Así, el papa aseguró que si los hombres "viven con el corazón abierto, alimentado por una fe verdadera, es posible reconocer la presencia de Dios" en sus vidas y seguir su "sagrada voluntad".
El pontífice celebró el Angelus en el palacio apostólico de Castel Gandolfo, a 33 kilómetros al sur de Roma, al que se trasladó el pasado martes para pasar el verano.

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