Cerca de 47 millones de italianos vivían ayer la jornada de reflexión para las elecciones generales de los días 24 y 25, en las que elegirán el nuevo Gobierno, con el centroizquierda como favorito aunque el avance del Beppe Grillo y Silvio Berlusconi podría provocar la ingobernabilidad.
Otros 3,5 millones de italianos que residen en el extranjero ya han podido ejercer su voto por correo.
Las favoritas en estas elecciones generales vuelven a ser las mismas coaliciones que han protagonizado los últimos comicios, con la única novedad de la entrada en política de Mario Monti, el tecnócrata que se ocupó de los últimos 13 meses de Gobierno tras la dimisión de Silvio Berlusconi.
Por una parte se encuentra la coalición conservadora encabezada por el partido Pueblo de la Libertad (PDL), que ha tenido que recurrir a Silvio Berlusconi, quien había anunciado su retirada de la política, para evitar el fracaso total en los comicios.
Berlusconi vuelve a presentarse con sus socios de la separatista Liga Norte, a pesar de la ruptura que se había fraguado durante el Gobierno de Monti, y con otros partidos de derechas.
El centroizquierda concurre con el líder del Partido Demócrata (PD), Pierluigi Bersani, y en alianza con Futuro Ecología y Libertad de Nichi Vendola, que representa el ala más progresista de la coalición.
Según los últimos sondeos oficiales publicados 15 días antes de los comicios, la coalición de Bersani puede conseguir entre un 34 y un 38 % de los votos, y Berlusconi entre un 28 y un 30 %.
De acuerdo con estos datos, el centroizquierda conseguirá la mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados, mientras que en el Senado, donde el enrevesado sistema electoral prevé premios según los resultados regionales, necesitará establecer alianzas.
Aquí entra en juego el excomisario europeo Monti, que apoyado por una coalición de movimientos cívicos y partidos centristas podría ayudar con el 16 % que le otorgan las encuestas a eliminar el empate en el Senado.
Si la coalición de Bersani no consigue la mayoría en el Senado, se crearía un caso de ingobernabilidad de complicadas y peligrosas soluciones, una de ellas la de volver a votar.
No hay que desestimar a uno de los grandes protagonistas en estas elecciones: Beppe Grillo y su Movimiento 5 Estrellas, que representa el descontento popular con la vieja política y que ayer fue capaz de llenar, en una tarde desapacible, la plaza de San Juan de Letrán de Roma y a quien sondeos puntuales le dan ya como la segunda fuerza política.
Otro candidato es el magistrado Antonio Ingroia con su Revolución Civil, quien podría no alcanzar el 4 % que se exige para tener representación en la Cámara de los Diputados o el 8 % en el Senado.
También pesará en el resultado final el llamado partido de los indecisos, ya que un 30 % de los electores no sabe a quién votar, pero de éstos, casi cinco millones acudirán finalmente a las urnas.
Los colegios electorales abrirán el domingo a las 08.00 hora local y permanecerán abiertos hasta las 22.00 horas, mientras que el lunes se votará de 07.00 a 15.00 horas.
En estas dos jornadas también se vota para renovar los gobiernos regionales en Molise, Lombardía y Lazio. En estas dos últimas ha sido necesario convocar elecciones anticipadas debido a los escándalos de corrupción.
La corrupción ha sido una de las protagonistas latentes en esta campaña electoral, pues mientras los candidatos realizaban sus promesas fue detenido Giuseppe Orsial, consejero delegado de Finmeccanica, grupo industrial italiano participado por el Estado, por pagar sobornos para obtener un contrato.
También fue arrestado Gianluca Baldassarri, el gerente del Monte dei Paschi di Siena, que junto con otros directivos se había supuestamente beneficiado de operaciones como la compra al Banco Santander de la entidad italiana Antonveneta por 9.000 millones de euros.
El recuento de votos comenzará el lunes, inmediatamente después del cierre de los colegios electorales.
Los italianos volverán a votar con un sistema electoral de carácter proporcional, pero con un complejo sistema de premios de mayoría, que aunque criticado por todos no se ha conseguido cambiar y que amenaza así con repetir los resultados y la inestabilidad que hizo caer en tan sólo dos años a Romano Prodi (2006-2008).DE EFE
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