“Valiente”, “patriótica”, “magistral”, “ejemplar”, “excelente”, son sólo algunos de los calificativos que en estas últimas 48 horas han andado de boca en boca entre los dominicanos nacionalistas que validan y apoyan la decisión que el presidente Danilo Medina anunció en su rendición de cuentas:
“Quiero que me escuchen bien: El oro que subyace en el suelo de la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, es del pueblo dominicano ¡De nadie más!”
A seguidas, respiró y prosiguió: “Y sólo podrá ser extraído, procesado y exportado, si las condiciones de distribución de los ingresos generados por la explotación de este recurso no renovable, son justas y favorables para las dominicanas y los dominicanos. Y en los actuales momentos no lo son”, con lo que hizo público su llamado a la Barrick Gold de renegociar el contrato con el Estado dominicano.
Para la generación actual la actitud de Danilo es sorprendente. Aquellos que tienen menos de 30 años nunca antes habían visto a un presidente defender con tanto ahínco el patrimonio nacional.
Ciertamente, el hecho más reciente, hasta el momento, había tenido como protagonista al presidente Antonio Guzmán, quien, a un año de gobierno decidió que las acciones de la minera Rosario Dominicana pasaran a ser propiedad estatal.
“Guzmán pagó 70 millones de dólares a los accionistas extranjeros de la minera que explotaba los yacimientos auríferos de importancia mundial, incluidos 24 millones de beneficios acumulados”, según recoge la colección 100 años de historia donde constan artículos de la época.
Otra medida similar, pero no de igual magnitud, fue tomado por el profesor Juan Bosch cuando en su gestión de gobierno, de 1963, estableció la ley sobre el precio tope del azúcar que lo fijaba en $5,825 y los que pasaran de ahí serían usados en obras del Estado dominicano.
En Latinoamérica se opta por nacionalización. Actualmente, algunos países de Latinoamérica están recurriendo a la nacionalización de empresas como un mecanismo de asegurar que los estados nacionales reciban ingresos justos y que la inversión extranjera no se quede con la mayor parte.
En 1938, México fue uno de los primeros países latinoamericanos en nacionalizar su empresa petrolera. Ocurrió durante el gobierno del recordado Lázaro Cárdenas, no ha sido privatizada nunca más y mantiene restringida la inversión extranjera.
También está el caso de Venezuela, uno de los países que tiene un mayor número de empresas que han sido asumidas por el Estado.
Y es que en el año 2007, el presidente Hugo Chávez, asumió el control de cuatro refinerías de petróleo de Venezuela, al decretar su nacionalización.
Un año más tarde, el mandatario ordenó volver a nacionalizar una filial venezolana de la empresa siderúrgica Ternium Sidor. En ese mismo año consiguió nacionalizar el sector eléctrico, al comprar el 82 por ciento de las acciones de las AES de origen estadounidense.
Sin embargo, ya la industria petrolera de Venezuela había sido nacionalizada en enero de 1976, durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez.
En 2008 Chávez continuó con su política de nacionalización de empresas y en el mes de mayo logró adquirir la compañía de telecomunicaciones CANTV, de la cual compró el 86 por ciento de sus acciones totales.
Chávez también nacionalizó, en 2008, gran parte del sector cementero y adquirió las acciones de las cementeras de México, Suiza y Francia, instaladas en Venezuela.
Otras adquisiciones constituyen una planta de leche y una empresa de frigoríficos para carne. Además, Chávez durante todos sus períodos de gobierno ha expropiado grandes fincas agrarias, con su política contra el latifundio.
Bolivia es otra de los estados latinos que ha nacionalizado varias de sus empresas. El año pasado, el presidente Evo Morales nacionalizó la empresa transportadora de energía eléctrica, manejada hasta ese momento por una compañía española.
Antes, Morales, había nacionalizado la Empresa Nacional de Telecomunicaciones de Bolivia, Entel.
Más reciente, el presidente boliviano, logró adquirir el control de los aeropuertos del país, los que con anterioridad habían sido gestionados por la empresa Sabsa, una filial de las españolas Abertis y Aena.
El gobernante también había expropiado las filiales de empresas españolas en Bolivia. Son los casos de la Red Eléctrica Española e Iberdrola.
En Argentina también han llegado a nacionalizarse algunas empresas, entre ellas, en 2012, la empresa petrolera YPF, filial de la española Repsol.
Reacción de organismos internacionales. Ante las decisiones de los mandatarios latinoamericanos no se hacen esperar las amenazas, insultos, descalificaciones de delegados internacionales lobistas. Pero los presidentes se mantienen firmes y responden con frases como estas que representan el orgullo que caracteriza al nacionalismo.
“Esta mandataria no va a contestar ninguna amenaza. No va a responder a ningún exabrupto, no va a ser eco de la falta de respeto ni de frases insolentes, porque represento a los argentinos. Soy una jefa de Estado, no una patonera”, dijo Cristina Fernández en una ocasión. A seguidas: los aplausos.
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