La intensa ola de calor, la falta de energía eléctrica y la escasez de agua potable en Santo Domingo, parecen combinarse para formar una crisis casi perfecta. Para Celeste Valerio, de 76 años, con sus ocho galones a cuesta, las cosas no podrían ser peor, pues luego de caminar varias cuadras cuando llegó a la llave de la cual se abastecería, no había agua.
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