Después de haber sido invitado por el doctor Napy Veras procedí, con su permiso, a invitar a algunos exploradores más, también dispuestos. Al final nos acompañaron José Then y Héctor Almonte.
El guía nos había informado que tenían que ser buenos caminadores para explorar ese lugar desconocido por los dominicanos (sin temor a equivocarme) ya que, según él, la gente del lugar no lo conoce. Dijo que solo él, el que le enseñó, y ahora nosotros.
Era su segunda vez en visitarlos y fue con nosotros.
Gracias al destino, por casualidad el guía conoció en un bus al doctor Napy y ahí le habló de ese lugar, ubicado en la loma La Totuma. El doctor me informó y comenzamos a armar el viaje con pocas personas, por lo extremo de la ruta, según el guía.
Nos fuimos la noche del viernes 21 de marzo y pasando por las comunidades de Los Naranjos, Las Gordas, Tisón, Guarapo, Mata de Agua y Los Ranchos llegamos a Mata Bonita, donde nos esperaba una rica cena de pescado (de la zona) con coco y víveres. Dormimos en un pequeño hotel de la zona, para continuar al otro día.
Al segundo día, después del desayuno, proseguimos con el viaje pasando por las comunidades de La Laguna, Los Jengibres, La Laguna del Caimán, El Memiso, loma Los Morrones y finalmente loma La Totuma, donde dejamos el jeep a eso de las 11:30 de la mañana. La Totuma es un lugar que, al parecer, está apartado totalmente de la civilización.
La aventura
Iniciamos la travesía a través del bosque lleno de vegetación. Esa zona, que según nuestro guía pertenece a la reserva científica Loma Quita Espuela, viene a ser la otra cara de esa reserva, la cual también colinda con Guaconejo.
Iniciamos la travesía a través del bosque lleno de vegetación. Esa zona, que según nuestro guía pertenece a la reserva científica Loma Quita Espuela, viene a ser la otra cara de esa reserva, la cual también colinda con Guaconejo.
El guía, siempre efectivo desde el primer día con sus atenciones, nos decía: “Señores, lo que vamos a hacer e’ pa’ hombre”, lo cual pudimos comprobar mientras se desarrollaba la aventura.
Armados con mochila, encendedor, soga, picaderas y demás cosas, procedimos monte adentro.
A unos cuantos minutos apareció el primer salto del río Los Novillos, donde disfrutamos de sus aguas frescas por corto tiempo, ya que nos esperaban más de 18 saltos por ver. Tuvimos que usar soga para salir de ahí y poder continuar, siempre corriente arriba, escalando y atravesando piedras y saltos.
Hubo arañazos, resbalones, yerbas cortantes como navajas, árboles con espinas y demás.
Había momentos que escalaba sin mirar hacia abajo para no quedar pasmado o ‘frizado’ ante el abismo dejado al subir, pasando por momentos en que era muy difícil continuar.
Pero la aventura estaba valiendo la pena. Sus hermosos saltos y cascadas, todas vírgenes, de aguas frescas y cristalinas, nos tenían maravillados y asombrados. No pensábamos que todo eso existía en esa zona. La cuenta la perdí cuando llevaba contado 18 saltos. Por fin se acabaron los saltos.
Buscando el sendero
Ahora viene la segunda parte, cuando el guía nos dijo: “Ahora hay que seguir el curso del río para buscar el sendero al vehículo; doblen a la derecha en un arroyuelo que van a encontrar que le entra a este río y sigan todo el tiempo su curso, contrario a la corriente”.
Ahora viene la segunda parte, cuando el guía nos dijo: “Ahora hay que seguir el curso del río para buscar el sendero al vehículo; doblen a la derecha en un arroyuelo que van a encontrar que le entra a este río y sigan todo el tiempo su curso, contrario a la corriente”.
Era más peligroso devolverse que seguir adelante, según recomendaciones de nuestro guía, por lo que continuamos hasta llegar al arroyuelo que desemboca en río Los Novillos, el cual tomamos como nuestra calle de devuelta hasta donde este finaliza, para luego buscar el sendero que nos llevaría de vuelta al vehículo, pasando primero por un bosque lleno de diferentes árboles, yerbas cortantes... hasta que por fin nuestro guía pudo encontrar el tan esperado sendero.
Hicimos otra larga caminata. Parecía que no tenía fin ese sendero. Pudimos llegar al jeep a las 9:00 PM.
((El final
Yo terminé lleno de arañazos, por las yerbas cortantes; parecía que con ellas fue que fabricaron el cuchillo de Rambo. A esa hora, con mucho trabajo salimos del lugar hacia otro río, con plan de hacer un ‘cocinao’. Dos cangrejos que el guía había agarrado nos sirvieron para enriquecer nuestro ‘morolocrio’ con sardinas que habíamos comprado en la comunidad y habas. Era tanto el deseo de comer que ni el concón se nos salvó.
Yo terminé lleno de arañazos, por las yerbas cortantes; parecía que con ellas fue que fabricaron el cuchillo de Rambo. A esa hora, con mucho trabajo salimos del lugar hacia otro río, con plan de hacer un ‘cocinao’. Dos cangrejos que el guía había agarrado nos sirvieron para enriquecer nuestro ‘morolocrio’ con sardinas que habíamos comprado en la comunidad y habas. Era tanto el deseo de comer que ni el concón se nos salvó.
En eso nos dio aproximadamente la 1:00 de la madrugada del domingo cuando decidimos irnos a dormir a la comunidad de Mata Bonita. No nos atrevimos a dormir cerca del río. Cuando llegamos al hotelito y vi la cama pensé que había llegado a la gloria. Eran más o menos las 2:30 de la madrugada. Solo me quité el calzado y me tiré con todo hasta que el cuerpo quisiera. De despedida: un buen desayuno, café y una buena “hartura” de varios cocos de agua que nos tumbó el guía. Allí nos despedimos de él con las mejores atenciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario