Crecer observando trofeos, placas de reconocimiento, medallas, recortes de periódicos y revistas con grandes titulares, no hay dudas de que ha ejercido una gran influencia entre los hijos de peloteros dominicanos que han llegado -y en contados casos brillado- a las Grandes Ligas.
La mayoría ha querido seguir los pasos de sus progenitores, pero sólo un granado grupo de diez han tenido el privilegio de, al menos, tomarse un cafecito en el Gran Circo.
Si bien esas fuentes de inspiración motivan, no dejan de ser un arma de doble filo porque las insinuaciones para que el niño sea igual a su padre puede que le lleguen aun antes de tener uso de razón.
El ex jardinero Stanley Javier y Julián Javier, el legendario intermedista que brilló intensamente con los Cardenales de San Luis en la década del 70, forman uno de los diez binomios de padres e hijos que han estado en el glamour de las Mayores.
“Uno no tiene las de ganar cuando es hijo de un pelotero, de una superestrella, porque si llega llegó porque es hijo de un pelotero y si fracasa la gente dice ´oye, pero ni porque es hijo de un pelotero llegó´”, aclara.
Aunque no le vio jugar mucho porque estaba muy pequeño, Julián influyó mucho, sin proponérselo, para que Stanley siguiera sus pasos.
“Él me dejó hacer las cosas a mi manera porque no quería ponerme la presión de ser hijo de una superestrella”, apunta el hoy gerente general de las Águilas Cibaeñas, quien en su carrera de 17 años (1984-2001), tuvo registro de .269-57- 503 y 246 bases robadas en mil 763 juegos.
La lista la completan Osvaldo Virgil, el hombre que empujó la pesada compuerta de las Grandes Ligas en 1955, y Osvaldo Virgil Jr.; -Felipe Alou/Moisés/Alou, Julián Javier / Stanley Javier, Guayubín Olivo / Gilberto Rondón, Manuel Mota / José Mota y Andy Mota, .-Pedro Borbón / Pedro Borbón Jr., Tony Peña / TJ Peña y Francisco Peña, así como José Canó / Robinson Canó, Bienvenido Figueroa/ Cole Figueroa.
Los Alou y los Javier se llevan las palmas a la hora de escoger a las parejas que han tenido mejores resultados en ese exigente béisbol.
“El Panqué (1958-1974), segundo quisqueyano en arribar al “Big Show” (1958), fue un guardabosques y ocasional inicialista que en 17 temporadas bateó .286-206-852.
Una vez retirado, su hoja de servicio en el deporte rey de los dominicanos se enriqueció al hacer carrera como dirigente. En tales funciones estuvo con Expos de Montreal (1992-2001) y luego con los Gigantes de San Francisco (2003-06), equipo que lo llevó al profesionalismo.
Moisés, también jardinero pero con menos habilidades defensivas que su padre, por igual permaneció 17 años en el negocio con totales aún mejores (.303-332-1,287). En cuanto a Julián y Stanley el primero fue uno de los mejores camareros defensivos de su época (1960-1972).
Stanley, outfielder de gran defensa también, duró más tiempo, 17 campañas, en las que estuvo mayormente como jugador de rol, y como su progenitor fue superior a los que puedan decir los números fríos (.269-5-503).
“En realidad, uno lo que trata es hacerlo lo mejor posible.
Podrás ser mejor o peor , pero nunca igual que tu papá”, manifiesta.
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