Con el trabajo previo, antes de que se vieran los primeros andamios en el monumento, la Oficina de la Obra y Museos de la Catedral desarrolló un plan de investigación para garantizar la restauración ante del desafío de los siglos. Desde la Oficina de la Obra y Museos de la Catedral, el arquitecto Esteban Prieto Vicioso manifiesta la satisfacción de quien cumple con su deber y obtiene respaldos, a ratos, para que la obra magnífica medieval pueda preservarse por los siglos de los siglos.
Con 31 años al frente de la oficina, Prieto Vicioso, restaurador por vocación y formación, conversó con Hábitat sobre los trabajos que se realizan en de la Catedral Primada de América, a punto de concluir. Se espera que para septiembre esta fase de restauración del exterior y su campanario concluya, y pueda dar paso a otros pendientes: un techo interior agrietado, en parte, con fisuras que deben ser corregidas, entre otros.
Desde que el Padre Billini asumió la primera restauración de La Catedral, en 1877, se han producido, con el paso de los decenios, varias grandes intervenciones, pero nunca como ahora se había hecho un inventario exhaustivo de las piedras que dan forma a los muros del monumento colonial. Si un evento de la naturaleza hiciera colapsar parte de la estructura, la calidad de la reproducción está garantizado por el fardo de datos registrados: cada piedra está numerada y debidamente registrada.
De esa labor de hormiga de arqueólogos salió también la decisión sobre el revestimiento que recobra la tonalidad perdida a la fachada, con elementos que garantizarán que agua, viento y polución sean menos implacables con las piedras.
La restauración actual de la Basílica Catedral de Santo Domingo se hace con una inversión de aproximadamente 50 millones de pesos, aportados por el Gobierno central.
Los registros oficiales fechan el inicio de la construcción en 1523. Las obras se dieron por terminadas en 1541 y cinco años después fue nombrada "Catedral Metropolitana y Primada de Indias" por el Papa Paulo III, a petición del Rey Carlos V. Fue declarada Patrimonio Cultural Mundial por la Unesco en 1990.
Las restauraciones de la Catedral
Prieto Vicioso considera que la restauración de 1877, dirigida por el Padre Billini en su calidad de párroco de La Catedral fue la primera de trascendencia. Los trabajos incluyeron el cambio del piso, para que en lo adelante llevara mármol, en lugar de cerámica, y recuperó el diseño original del Presbiterio, que es muy similar a como está ahora.
Los registros sobre los trabajos que asumió Billini también indican que pidió permiso al obispo Rocco Cocchia para buscar los restos del Almirante Cristóbal Colón. Entonces, ya se discutía la tesis sobre dónde estaban los restos reales, y conforme con la versión que maneja Prieto Vicioso, las excavaciones dieron con los huesos del descubridor, los mismos que reposan en el mausoleo del Faro a Colón.
El Arzobispo Nouel es otro de los grandes restauradores de La Catedral, quien se valió de la experiencia de arquitectos e ingenieros dominicanos y extranjeros para llevar a cabo múltiples obras. Entre estos, el ingeniero Osvaldo Báez. La tumba del Arzobispo Meriño, a cargo de un escultor italiano, la pila bautismal y el lavamanos de mármol fueron parte de sus aportaciones, según resalta Prieto Vicioso, quien rememora los datos con una evocación especial sobre la disputa que generó entonces la intención no consumada de Nouel de modificar el campanario. Pedro Henríquez Ureña, con gran peso intelectual en la época, fue de los que escribió en periódicos para oponerse a la reforma. No hubo cambios, y todavía hoy el entrevistado lo celebra.
La recuperación como área peatonal de la Plazoleta de los Curas fue otro momento relevante en la transformación del monumento y su entorno. A principios del siglo XX se decidió extender la calle Nouel por lo que era la plazoleta. Fue a final de los años 70, con Joaquín Balaguer como presidente, que se decidió la recuperación, que implicó el cierre del tramo vial.
Prieto Vicioso recuerda también la transformación relevante que se dio al entorno de La Catedral cuando cerraron y convirtieron en peatonales calles y espacios aledaños, hacia 1987. Entre el Parque Colón y la Catedral había un pequeño tramo de calle, la Juan Barón, que nacía en la Arzobispo Meriño y terminaba en la Isabel La Católica. El Conde, también vehicular, limitaba el lado este del Parque.
Restauración sustentada
Con más de tres décadas de trabajo en La Catedral, a Prieto Vicioso lo que más le satisface es haber podido asumir los trabajos con una amplia fase previa de investigación. Destaca la participación de José María García de Miguel, experto en petrografía, presidente del Forum UNESCO de Patrimonio de España, y del conservacionista y restaurador Carlos Clemente, de la Universidad de Alcalá de Henares. Las experiencias de ambos quitan peso a cualquier argumento que aluda a improvisación.
El arquitecto destaca que en el país no se había hecho nunca una investigación a este nivel. Luego de conocer las patologías de los materiales que componen La Catedral se indagó sobre los procedimientos más adecuados para su conservación.
Se hicieron también investigaciones arqueológicas, las cuales permitieron determinar que a de la Primada de América, como se estilaba en las construcciones de la época en que fue levantada, se le aplicó una "veladura", una especie de pintura con agua de cal y pigmentos, transparente. Se creaba con ella una capa de protección que a la vez igualaba los tonos de las diferentes piedras utilizadas.
Vestigios de esta "veladura" fueron encontrados por los especialistas en muchas superficies del monumento y llevados a laboratorios especializados de España para descifrar su composición -el tipo de pigmento, por ejemplo-. Se identificaron los lugares donde se había utilizado cemento para empañetar superficies, y proceder entonces con su sustitución por un revestimiento que garantice la conservación.
"Se están respetando todas las transformaciones históricas que no hacen daño a la estructura", explica el arquitecto. Precisa que el empañete con cemento no deja que el muro transpire y provoca un deterioro interno de la piedra.
Frente a las obras, Prieto Vicioso muestra ante el fotógrafo de Hábitat las palomas que tienen La Catedral como nido y residencia. Constituyen un gran peligro para la preservación del monumento, por lo que los trabajos incluyen el restablecimiento de las mallas que evitan que estas se posen sobre la estructura.
Para el conservacionista, ahora más que nunca se hace necesario retomar la resolución del Ayuntamiento del Distrito Nacional que prohibió dar comidas a las palomas que pululan por la Zona, y desarrollar una estrategia que las aleje de los monumentos. Son parte de los puntos pendientes.
Aunque expresa regocijo con lo que ha logrado, el arquitecto sabe que falta mucho por hacer, porque el interior de La Catedral necesita ser sometido también a un proceso de restauración mayor. Es una meta próxima que espera poder concretar.
Una transformación esperada
Lo que se está haciendo ahora en la Ciudad Colonial era un sueño de todo el grupo que durante décadas trabajó por y para la ciudad Primada de América, dice Prieto Vicioso, para dar su visto bueno a las obras en ejecución con el respaldo y financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Recuerda que el arquitecto Ramón -Moncito- Báez planificó con detalle el soterrado de las calles, y pudo lograr "esconder" el cableado eléctrico de las calles Hostos y Las Damas y un tramo de la Luperón. Los recursos para acometer las obras nunca llegaron y apenas se logró lo que era evidente a los visitantes y residentes: la herencia colonial cobra valor sin esos cables que enturbian el paisaje y afectan el valor patrimonial de las edificaciones.
"Esto que se está haciendo le va a dejar mucho empuje a la Zona Colonial", dice el arquitecto, quien valora también la redefinición de los espacios para aparcamiento de vehículos, con la advertencia de que se debería regular el acceso vehicular, para lograr que sea manejable.
Que el proyecto incluya al sistema de alcantarillado es uno de los logros que el arquitecto subraya, con el apunte de que se eliminarán muchas fugas de agua, entre otros problemas.
Que las obras de La Catedral hayan coincidido con la gran intervención de que es objeto la Zona Colonial en la actualidad es solo eso, una feliz casualidad, según explica, porque siempre se está detrás de fondos y las obras tienen que asumirse cuando llegan. En septiembre, muy pronto, comenzará a anidarse la esperanza de que más pronto que tarde se asignen fondos para restaurar el interior de la Catedral Primada de América.