martes, 6 de enero de 2015

Día de Reyes ¿Dejar la ilusión o hablar claro? Cada 6 de enero en América Latina los padres se esfuerzan en regalar el artículo más deseado por sus hijos, haciendo todo para brindarles una infancia mágica. Por eso Gaspar, Melchor y Baltasar toman el protagonismo y se convierten en sus héroes.

Santo Domingo
¿Quién no adora ver las sonrisas ilusionadas de los niños?, o simplemente contagiarse de lo felices que son con pequeñas cosas. Llenarlos de alegría y conjugar esos sentimientos con el Día de Reyes se ha distinguido como la  tradición más emblemática para los infantes de todo el mundo.
Esta ‘mágica ilusión’ que se transmite de generación a generación, teniendo como principal ideología el “portarse bien para que Santa y los Reyes Magos le dejen”, es más complicado de lo que parece; por ser un tema que hay que manejar de manera adecuada para que no genere consecuencias en la conducta.
Pero ¿es sano para el niño creer en personajes imaginarios?, ¿les puede afectar para cuando sean adultos?, ante estas interrogantes, Lia Baggi Sangiovanni, psicóloga especialista en Psicoterapia de Niños y Adolescentes del Centro Vida y Familia Ana Simó, revela que los personajes imaginarios sirven de vínculo entre los niños y los adultos, ya que el hecho de ver al niño feliz provoca esperanza y alegría. Es una ilusión compartida. 
Mantener viva la ilusión de creer significa entonces para el infante una contribución a su desarrollo emocional, para poder desarrollarse de manera plena con sus anhelos, sueños, frustraciones y dolores.
Proteger la inocencia 
Todo lo que provoque que los sueños, las esperanzas y las ilusiones crezcan es positivo. Para la experta Sangiovanni, creer en personajes ficticios no va a afectar al niño cuando sea adulto.
“Cuando el niño ejercita su imaginación, creyendo en que algo imaginario existe, solo ayuda a que él o ella se aleje un poco de los problemas que perciben de sus padres en el día a día”.
Sin embargo, dentro de los aspectos negativos está la presión de los padres para comprar el regalo ideal, sobre todo cuando no hay mucho dinero, y además cuando se complace al niño, olvidando que no cumplió su parte, o sea portarse bien. La psicóloga explica un truco, y  es explicarle al infante que Santa Claus, el Niño Jesús y los Reyes Magos tienen que llevarles regalos a todos los niños del mundo, así que deben conformarse y ser felices con lo que le han dejado.
Además nunca se debe olvidar que parte de la ‘magia’ y de la época es compartir en familia, enseñándoles a los niños a tender la mano a los que menos tienen, sabiendo que no todos pueden obtener lo que desean.
Revelar la verdad
Puede ser traumático o puede ser divertido, depende como se trate la situación de contar la verdad a los niños. 
“Lo ideal es que el infante descubra por sí solo la realidad y no sea un adulto que les rompa la misma. Mientras más dura la ilusión, más tiempo de magia se comparte”, explica la terapeuta. 
En casos contrarios, por ejemplo con personajes ficticios como el ‘cuco’, ‘el viejo del saco’ o ‘las brujas’, que le transmiten a los niños temor; el padre debe encontrar el momento adecuado para informar la realidad a sus hijos.
Sangiovanni piensa que no se debe perder la tradición, debido a que lo más importante es soñar, crear y crecer. Añade que  no se debe olvidar la magia, permitiéndose disfrutar a los pequeños momentos y detalles maravillosos de la vida.
“Es de ahí que sacamos la fortaleza para poder continuar con esperanza y felicidad”.
Anécdotas
Para muchos descubrir la verdad de algo que creyeron toda su vida resulta difícil; para otros, suele ser un momento gracioso, porque siempre tuvieron sus dudas.
1. Carolina Pérez cuenta que en su casa le hablaban del niño Dios, y una noche de Navidad decidió esperar para conocerlo y se dio cuenta de que sus padres eran los que le dejaban los regalos, y desde ese momento los amó más porque le enseñaron que el niño Dios está en cada persona.
 “Ese día para mí ellos fueron el niño Dios y lo siguen siendo. Santa Claus solo existe para los que usan su imagen para ganar dinero”, comentó entre risas.
2. Para Carlos Alejandro Acosta, fue un momento gracioso. Dice que siempre ha sido muy curioso, y por eso cuando solo tenía 6 años descubrió que Santa no existe. 
“Entré al cuarto de mis padres y vi unas bolsas negras arriba en el armario, como era muy pequeño no las alcanzaba, y busque un palo de escoba y moví la bolsa y vi algo negro con cauchos, como era de esperarse, supe que era mi bicicleta. Me alegré pero a la vez me pasaron 1,000 preguntas por la cabeza de, ¿cómo le había dado Santa Claus los regalos a mis padres? Luego me di cuenta cuando iban a sacar los regalos, entraron al cuarto y me llamaron para distraerme con mis primos mayores”. 
Fue muy gracioso, porque siendo pequeño descubrí su secreto tan bien escondido.
3. “Durante  tres navidades consecutivas recibí una muñeca, yo jugaba a que había tenido ‘trillizas’. Cuando me enteré que mis padres eran Santa, mi abuela paterna me sacó de mi ilusión, les pregunté por qué nunca me habían regalado una muñeca más grande y me dijeron que cuando compraron la que me regalaban era que había una oferta”, expresó Alejandra Cuevas, una joven de 23 años.
Con una sonrisa añadió que su madre le confesó que la muñeca la iban a sacar de ventas, y la tenían en liquidación, así que compraron tres y ya no se preocuparon por los siguientes años. Después cuando ella creció, tenía hambre y no le prestaban atención, les quitaba el chupón a las tres muñecas, y lo convirtió en su venganza.
((Alegrías
Celebración de niños en República Dominicana

El Día de Reyes nace como intervención en un momento de necesidad, y asimismo para la solución de algunas situaciones que están fuera del alcance de los padres, quienes buscan dar lo mejor a sus hijos.
El sociólogo Manuel Torres Márquez explica que la tradición de la Epifanía dentro de la cultura dominicana es una de las más hermosas, de mayor sentido de cohesión para la Navidad y para la familia. Además, observa que en el proceso de transculturización, en el que cada vez el país se va familiarizando con la cultura norteamericana.
Por ejemplo, esta celebración en Puerto Rico se ve con mucha fuerza, moviéndose en armonía a una Navidad que termina con la llegada del Año Nuevo, tal como la nación anglosajona.
“Por el contrario,  en nuestra isla se experimenta una Navidad con más matices, que comienza más temprano, en noviembre, y termina más tarde con las octavitas y las fiestas de la calle”.
Para el experto el hecho de no poder  transferir a la nueva generación la importancia de la Promesa de Reyes, como ocurría con los padres y abuelos hace unos años, es un poco preocupante, tomando en cuenta que los niños asocian los Reyes con recibir regalos.
Pero no importando esto, añade que las festividades navideñas y de enero se mantienen pura y con mayor aceptación que en otros países latinoamericanos”.

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