No, decididamente esta película no es para mí, y no lo es, primero, porque después de tantos y tantos años leyendo y escuchando música no estamos muy dispuestos a aceptar que eso que cantan Renzo Comando y Aníbal, los personajes centrales de este historieta, es, realmente, música.
Pero, además, ya dejando a un lado tales consideraciones estéticas, porque esta historia, que se supone debería ser dramática, resulta tan desabrida que apenas da deseos de alguien se levante en alguna esquina de la pantalla y grite algo como “¡hay, vamo a dejá eta vaina!”.
Realmente no se comprenden los “giros” del relato: que Aníbal empieza en Puerto Rico para poder meter a Denise Quiñones cuando él vuelve nadie sabe por qué (puede ser por morriña pura, pero no se dice), que entonces Anel (la Denise) también viene a Dominicana para que usted sepa que se van a juntar yÖamor, amor, amor. Que el Renzo anda asaltando mujeres con su amigo en un motor pero eso no es lo que quiere, pero de buenas a primeras el amigo recibe un fajo de billetes que no se sabe de dónde sale y entonces graban un CD. Mientras, Aníbal también graba y usted, amigo espectador, ya sabe que, de una u otra manera, ambos van a triunfar esplendorosamente.
Y por esa razón, les invitan a un programa radial para un desafío entre los dos mejores, un desafío bien cantaleteadoÖque dura dos minutos. Vaya programa.
En el ínterin, melodrama barato familiar, director de emisora de radio que contrata experta (Anel) para que levante el negocio pero no hace nada de lo que le propone la experta. Durante un buen rato, vemos como ambas “maravillas” distribuyen CDs por todas partes aunque no se sepa de dónde los sacaron y, al final, ambos cantan para que se sepa bien claro que todos debemos ser buenitos con las madres y con la sociedad: final feliz para toda la compañía, pero muy en especial para el productor cuyo nombre aparece hasta en los anuncios en la calle como candidato y luego como entrevistador, no sin dejar antes en los créditos como cinco veces y al final otras veces más.
Todo parece indicar que, como otros “creadores” introducen publicidad y muy poco delicada en sus tramas para ganarse unos chavos, el señor productor hace la suya para perifonearse ante nuestra humanidad desnutrida culturalmente.
Pero debería escoger mejor sus vehículos de promoción.
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