Cuando todavía no existía la Internet y la precaria red de carreteras dilataba por días y semanas los procesos de comunicación, el correo postal era el único medio usado por los dominicanos para transportar documentos escritos y valores.
A sus 79 años, el que fuera encargado de la oficina de correos del municipio San José de las Matas y luego de la provincia de Montecristi, Rafael Morel González, recuerda con lucidez la eficiencia del servicio postal al que dignamente sirvió durante 28 años (1958-1986).
“Había mucha rigidez y celo con la correspondencia, principalmente durante la Era de Trujillo. No se podía perder nada. Cada tres o cuatro meses venía un supervisor para comprobar que lo que había en caja se correspondía con la cantidad de sellos vendidos. Si no era así, nos ponían multas que se descontaban del salario,(RD$18)”, recuerda. En ese entonces, un sello postal costaba apenas siete centavos y además de giros postales procedentes, principalmente, de Estados Unidos y España, Morel narra, que se enviaban cientos de cartas, valores declarados, paquetes, “incluso, las casas comerciales mandaban avisos a sus clientes para informar cuando un vendedor visitaría la zona”.
El declive
Sin embargo, el otrora eficiente servicio postal a cargo del operador público entró en un proceso progresivo de deterioro tras la muerte de Trujillo, desde 1961 a la fecha, según plantea Julio Sánchez Maríñez, en su estudio “El Correo en la República Dominicana: Vida, pasión, muerte (¿y resurrección?) de un servicio público”, elaborado para el Centro para las Migraciones y el Desarrollo, de la Universidad de Princeton de Estados Unidos.
Las causas de este deterioro, acentuado al final de los años 70 y durante toda la década de los 80, es atribuido por el autor a una desatención generalizada de los servicios públicos del Estado a los que no escaparon, servicios sociales imprescindibles como los de educación y salud.
“Desde los servicios municipales, como la disposición de los residuos y desechos sólidos (basura) y el servicio de agua potable a los hogares, hasta el servicio energético, tanto de orden doméstico como comercial, llegaron prácticamente al punto de colapso, retrocediendo respecto de los niveles de servicio ofrecidos con anterioridad e imposibilitados de mantenerse a la par con las presiones provenientes del crecimiento poblacional, el desarrollo urbano, la entrada en acción de nuevas tecnologías, especialmente las tecnologías de la infocomunicación”, argumenta.
Se abre una brecha al sector privado
Añade que el severo deterioro de los niveles de servicio antes alcanzados por el servicio postal dominicano, que se ofrecía a través de la Dirección General de Correos, y posteriormente, por el Instituto Postal Dominicano (Inposdom), motivaron al descrédito, la desconfianza e incluso el desuso, abriendo así una nueva brecha para la incursión del sector privado.
“La oportunidad de ofrecer tales servicios en la modalidad de tercerización (o outsourcing) fue pronto aprovechada por emprendedores que organizaron empresas de mensajería, transporte de valores y de paquetería”, apunta Sánchez Maríñez en su investigación.
En cuanto a los grandes emisores de correspondencia, como los bancos, las aseguradoras, las utilidades públicas (agua potable, energía, etc.) apelaron a la autoprestación, organizando los servicios masivos de mensajería como parte de sus servicios generales corporativos.
Al mismo tiempo, fueron surgiendo nuevos sectores económicos vinculados al comercio internacional, que trajeron al país las empresas courier (DHL, UPS, FedEx, entre otras) y en el plano local, couriers criollos (como EPS, CPS, Taíno Express y otros), que constituyeron una respuesta a necesidades de naturaleza comercial e incluso personal. “De este modo, los servicios del operador tradicional se hicieron menos necesarios a todos aquellos que pudieron asumir los mayores costos de los servicios privados a cambio de mejor calidad, prontitud y, sobre todo, confiabilidad”, señala el autor.
Sánchez entiende que al producirse un cambio de estatus legal del operador postal, pasando de ser un departamento gubernamental (la Dirección General de Correos) a una entidad pública corporativizada (el Instituto Postal Dominicano), no se produjo el proceso de reforma empresarial ni las inversiones en capital humano, sistemas gerenciales y de gestión y tecnologías del servicio que se requerían para enfrentar los requisitos de competitividad en un sector que obedecía ya a las reglas del mercado y en el que habían entrado nuevos competidores.
“En un contexto institucional caracterizado por la ausencia de un sistema de servicio civil moderno y por el clientelismo político, el Inposdom terminó siendo sencillamente un lugar más en el que designar funcionarios de turno para completar la cartera de cuotas comprometidas en el juego político electoral”, resalta Sánchez Maríñez.
A sus 79 años, el que fuera encargado de la oficina de correos del municipio San José de las Matas y luego de la provincia de Montecristi, Rafael Morel González, recuerda con lucidez la eficiencia del servicio postal al que dignamente sirvió durante 28 años (1958-1986).
“Había mucha rigidez y celo con la correspondencia, principalmente durante la Era de Trujillo. No se podía perder nada. Cada tres o cuatro meses venía un supervisor para comprobar que lo que había en caja se correspondía con la cantidad de sellos vendidos. Si no era así, nos ponían multas que se descontaban del salario,(RD$18)”, recuerda. En ese entonces, un sello postal costaba apenas siete centavos y además de giros postales procedentes, principalmente, de Estados Unidos y España, Morel narra, que se enviaban cientos de cartas, valores declarados, paquetes, “incluso, las casas comerciales mandaban avisos a sus clientes para informar cuando un vendedor visitaría la zona”.
El declive
Sin embargo, el otrora eficiente servicio postal a cargo del operador público entró en un proceso progresivo de deterioro tras la muerte de Trujillo, desde 1961 a la fecha, según plantea Julio Sánchez Maríñez, en su estudio “El Correo en la República Dominicana: Vida, pasión, muerte (¿y resurrección?) de un servicio público”, elaborado para el Centro para las Migraciones y el Desarrollo, de la Universidad de Princeton de Estados Unidos.
Las causas de este deterioro, acentuado al final de los años 70 y durante toda la década de los 80, es atribuido por el autor a una desatención generalizada de los servicios públicos del Estado a los que no escaparon, servicios sociales imprescindibles como los de educación y salud.
“Desde los servicios municipales, como la disposición de los residuos y desechos sólidos (basura) y el servicio de agua potable a los hogares, hasta el servicio energético, tanto de orden doméstico como comercial, llegaron prácticamente al punto de colapso, retrocediendo respecto de los niveles de servicio ofrecidos con anterioridad e imposibilitados de mantenerse a la par con las presiones provenientes del crecimiento poblacional, el desarrollo urbano, la entrada en acción de nuevas tecnologías, especialmente las tecnologías de la infocomunicación”, argumenta.
Se abre una brecha al sector privado
Añade que el severo deterioro de los niveles de servicio antes alcanzados por el servicio postal dominicano, que se ofrecía a través de la Dirección General de Correos, y posteriormente, por el Instituto Postal Dominicano (Inposdom), motivaron al descrédito, la desconfianza e incluso el desuso, abriendo así una nueva brecha para la incursión del sector privado.
“La oportunidad de ofrecer tales servicios en la modalidad de tercerización (o outsourcing) fue pronto aprovechada por emprendedores que organizaron empresas de mensajería, transporte de valores y de paquetería”, apunta Sánchez Maríñez en su investigación.
En cuanto a los grandes emisores de correspondencia, como los bancos, las aseguradoras, las utilidades públicas (agua potable, energía, etc.) apelaron a la autoprestación, organizando los servicios masivos de mensajería como parte de sus servicios generales corporativos.
Al mismo tiempo, fueron surgiendo nuevos sectores económicos vinculados al comercio internacional, que trajeron al país las empresas courier (DHL, UPS, FedEx, entre otras) y en el plano local, couriers criollos (como EPS, CPS, Taíno Express y otros), que constituyeron una respuesta a necesidades de naturaleza comercial e incluso personal. “De este modo, los servicios del operador tradicional se hicieron menos necesarios a todos aquellos que pudieron asumir los mayores costos de los servicios privados a cambio de mejor calidad, prontitud y, sobre todo, confiabilidad”, señala el autor.
Sánchez entiende que al producirse un cambio de estatus legal del operador postal, pasando de ser un departamento gubernamental (la Dirección General de Correos) a una entidad pública corporativizada (el Instituto Postal Dominicano), no se produjo el proceso de reforma empresarial ni las inversiones en capital humano, sistemas gerenciales y de gestión y tecnologías del servicio que se requerían para enfrentar los requisitos de competitividad en un sector que obedecía ya a las reglas del mercado y en el que habían entrado nuevos competidores.
“En un contexto institucional caracterizado por la ausencia de un sistema de servicio civil moderno y por el clientelismo político, el Inposdom terminó siendo sencillamente un lugar más en el que designar funcionarios de turno para completar la cartera de cuotas comprometidas en el juego político electoral”, resalta Sánchez Maríñez.
Inposdom sólo mueve 2.8% del volumen postal
Según dicho estudio, apenas el 2.8% del volumen del mercado postal del país es cubierto por el Inposdom, mientras los operadores privados manejan el 97.2% del volumen, por un 98.6% del valor total. Actualmente el Inposdom cuenta con una red de 168 oficinas y poco más de 500 carteros para la distribución de los envíos postales. La institución que dirige Modesto Guzmán, intenta sobrevivir uniendo lo tradicional con lo moderno, incorporando un catálogo de 12 servicios como Exporta Fácil, una plataforma para comercializar en el mercado internacional productos como el café, o el Inpospak, un mecanismo de compras por internet que llega a toda la geografía nacional, a precios competitivos. El año pasado el Inposdom tuvo un flujo de 7 millones 896 mil 517 de correo ordinario. FUENTE EL CARIBE
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