En lo que parece ser una historia sacada del libro de Robert Ripley, Aunque usted no lo crea!.... el agricultor Previsterio Medina Doroteo, de 90 años, fue asesinado en su propia casa en un barrio periférico de El Seibo, solo por presenciar una riña. Más triste aún, es que su muerte se encargó por mil pesos.
El cadáver del anciano fue encontrado por uno de sus 13 hijos, en una cañada del patio de su casa, donde vivía solo, en el sector San Martín. Medina fue golpeado, mientras se encontraba sentado en una silla frente a su casa, con el mismo bastón que utilizaba para sostenerse y caminar. Luego, lo arrastraron para rematarlo, de forma aún más cruel: lo degollaron y le infligieron tres puñaladas.
Sus verdugos, supusieron que Medina Doroteo, quien apenas alcanzaba a ver a distancia, debido a su edad, presenció cuando trataban de darle muerte a Saint Vilma Phissinme alias Boyé, quien fue atacado frente a la casa del anciano por Elías José, de 36 años, también llamado Elías Acosta, y su padre Mirayen Luellen (Mario) de 54 años, quien le roció gasolina en la cara.
Boyé, pese a que se cayó al suelo, logró salir corriendo y salvarse, ocasión en que el anciano gritó ¨¿Van a matar a ese hombre?¨ , lo que hizo pensar a los agresores que los había identificado.
Pocas horas después del incidente, la Policía apresó a Boyé y también a Mirayen Luellen (Mario) de 54 años, también haitiano. De acuerdo a las investigaciones, Mario instó a su hijo Elías José o Elías Acosta de “para sacar de circulación” a Boyé, con quien había tenido una disputa tiempo atrás, cuando laboraban juntos en una finca. Entre los dos, lo habían interceptado pero Boyé se les escapó.
El asesinato de Previsterio Medina habría ocurrió mientras Mario seguía en prisión, poco antes del momento previsto para que fuese liberado.
De acuerdo al testimonio de los propios inculpados, la muerte del anciano fue planificada, tras este mostrarse decidido a decir lo que vio o escuchó del incidente que sucedió frente a su casa. Lo ocurrido fue tipificado como “riña” por el Ministerio Público y los acusados se mantuvieron en prisión durante el fin de semana.
Lo que habría ocurrido es que Elías José, al ver a su padre (Mario) detenido desde el sábado, pretendió silenciar al único testigo del hecho para que este saliera del ´problema´, que ahora se le ha agudizado.
Para cometer el crimen, Elías José contrató a DevileYan, de 21 años, por mil pesos a fin de cumplir el encargo de silenciar a Medina. Hoy ambos están en prisión junto a Mario, como autores materiales e intelectuales del crimen.
Con sus verdugos, de nacionalidad haitiana, la víctima solo tenía en común el camino por donde circulaban para llegar a su casa y que, en ocasiones, les pasaba lo que le quedaba de la comida, desayuno y cena que le enviaba su nuera María Ruiz y su hijo Tomás Medina, quien descubrió su cadáver.
La procuradora fiscal adjunta, Kenia Lorenzo, encargada del caso, dijo que pese a que la fase es secreta, el caso está casi resuelto, solo pendiente de recibir, algunos resultados de análisis enviados al Instituto Nacional de Ciencias Forenses INACIF para completar el expediente, en medio del dolor de sus familiares y la indignación del pueblo.
¿QUIEN ERA PREVISTERIO MEDINA?
Agricultor, padre de 13 hijos vivía en la sección Las Cuchillas de El Seibo dedicado a la siembra de rublos agrícolas, crianza de ganado y animales. Nació en el paraje Las Dos Boca de Janabo, permaneció sus primeros 70 años en el campo.
Tras levantar su familia, algunos de los cuales residen en los Estados Unidos, obtuvo una parcela del IAD, convirtiéndose en un enamorado del campo, hasta que optó por residir en la ciudad.
“Yo estoy loco por sanarme para irme pa`l campo a seguir trabajando. Hacer mis conucos”, repetía recientemente para agregar cuando caía lluvia: “Que buen tiempo pa` sembrà!. No imaginaba su final, que no fue por las dolencias cardíacas que padecía.
Al separarse de su esposa, quedó solo siendo atendido por su hijo Tomás, quien reside cerca de su vivienda, luego del puente Eugenio Miches, en la salida de El Seibo hacia Higüey.
A pesar de su edad, era asiduo visitante a la iglesia, los domingos, y se mantenía en su pequeña casa escuchando noticias en un radio que poseía y perico ripiao, lo cual disfrutaba. Sus vecinos lo describen como humilde, servicial y que no molestaba.
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