El expresidente alemán Roman Herzog, jefe de Estado entre 1994 y 1999, murió a los 82 años de edad por una grave enfermedad, según confirmó hoy la Oficina de la Presidencia.
En un comunicado, la canciller alemana, Angela Merkel, expresó su "profunda tristeza" por la muerte de Herzog, con el que Alemania pierde no sólo a un "expresidente muy estimado, sino a un patriota" que sirvió al país desde diversos cargos.
Hablaba con claridad, no era nada pretencioso, tenía sentido del humor, era irónico consigo mismo y desempeñó su cargo de presidente con "su propio estilo inimitable", subrayó la canciller, quien recordó que Herzog "manifestó una y otra vez su convencimiento de que el país debía siempre continuar desarrollándose y renovándose".
También a nivel europeo y en relación con el pasado de Alemania supo transmitir importantes mensajes, "con las palabras correctas y callando ahí donde no había palabras" posibles, recordó Merkel.
"Fue una notable personalidad que marcó y proyectó la percepción que tiene Alemania de si misma y la convivencia en nuestra sociedad. Defendió nuestro país y nuestra constitución liberal con objetividad, inteligencia y gran experiencia vital", dijo por su parte el presidente alemán, Joachim Gauck, quien manifestó su "gran respeto" y "sincero agradecimiento" por Herzog.
En una comparecencia ante la prensa, destacó su "espíritu liberal y crítico", su condición de "pionero" y la confianza que despertaba "por su forma de pensar, clara y humana".
"Una y otra vez nos abrió los ojos acerca de lo necesarios que son los cambios para garantizar el bienestar social", dijo el presidente, quien recordó que exigió reformas en un momento en que Alemania necesitaba de manera especial ser advertida al respecto.
Herzog, que sucedió a Richard von Weizsäcker como séptimo presidente de la República Federal de Alemania, ingresó en las filas de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en 1970 y se desempeñó primero en la política regional en el estado federado de Baden-Württemberg, y entre 1983 y 1994 fue juez del Tribunal Constitucional.
En el recuerdo de los alemanes permanece un discurso pronunciado por Herzog el 26 de abril de 1997 en el que pidió una renovación interna de Alemania y se quejó de la "parálisis social", el "desaliento generalizado" y las "trabas burocráticas enemigas de toda reforma" que afectaban desde hace tiempo, según denunciaba, a la sociedad germana.
"Quien aplaza o bloquea las grandes reformas tiene que ser consciente de que nuestro pueblo tendrá que pagar un alto precio por ello", dijo en su discurso de 55 minutos.
El discurso de Herzog se produjo durante la fase final de la era del canciller Helmut Kohl que se caracterizó por lo que los comentaristas políticos del momento llamaron un "atasco de reformas".
Ese "atasco" se generó por la falta de entendimiento entre el gobierno y la oposición socialdemócrata que tenía mayoría en el Bundesrat, cámara alta donde están representados los gobiernos de los estados federados.DE EFE
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