sábado, 28 de abril de 2018

53 años después El día que EEUU mancilló el suelo patrio


Marines ocupantes. Tropas invasoras enviadas por Estados Unidos desembarcaron por Santo Domingo, ejecutando de inmediato un cerco con barricadas y alambres de púas en Ciudad Nueva, una zona controlada entonces por los militares constitucionalistas, con respaldo de las masas populares.            Santo Domingo
Las botas de los 42,000 marines estadounidenses que ultrajaron el suelo patrio, hace 53 años, tenían como objetivo frenar el triunfo de los militares constitucionalistas que días antes habían depuesto del poder al Triunvirato presidido por Donald Reid Cabral, y reclamaban el retorno de Juan Bosch a la Presidencia, que había sido derrocado el 25 de septiembre de 1963.
Ante la derrota del general Elías Wessin y Wessin, y sus tropas a manos de los constitucionalistas, encabezados por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, en el puente Duarte, y en vista del gran apoyo popular que consolidaba la causa de los militares de los campamentos que se habían sublevado cuatro días antes, sacando a los triunviratos del Palacio presidencial, el presidente estadounidense, Lyndon B. Jonhson, decidió el 28 de abril de 1965 tomar medidas ante esos eventos.
“Los Estados Unidos de Norteamérica no puede permitir, ni va a permitir, el establecimiento de gobiernos comunistas en el hemisferio occidental”, dictaminó Johnson durante un discurso televisado, donde también comparó al movimiento cívico-militar con la Cuba de Fidel Castro.
Las tropas invasoras desembarcaron por Santo Domingo y de inmediato realizaron un cerco con barricadas y alambres de púas en Ciudad Nueva, que era una zona controlada mayoritariamente por los constitucionalistas.
Francotiradores en las azoteas de los edificios cercanos, tanques, aviones, morteros, buques y helicópteros, así como infantería, fueron las herramientas utilizadas por los invasores con el objetivo de destruir las posiciones de Caamaño y los insurrectos, que estaban atrincherados en el área bajo cerco de las tropas invasoras.
La complicidad de organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA), también sirvieron de instrumento para conso lidar la intervención de la primera potencia mundial.
La Fuerza Interamericana de Paz fue la punta de lanza orquestada por la OEA, en conjunto con dictaduras y gobiernos afines a los intereses estadounidenses.
La estructura de ese organismo estaba formada por dictadores como Castelo Branco, quien encabezó el envío de 1,250 soldados a República Dominicana, en representación de Brasil, mientras Oswaldo López Orellano, de Honduras, envió 250 soldados; René Schick Gutiérrez, presidente títere de la dinastía Somoza, en Nicaragua, mandó 174 efectivos de su ejército, y, por último, Francisco Orlich, de Costa Rica, autorizó enviar a 20 agentes de policía. De esta manera diplomática y cínica se consumaba la segunda intervención estadounidense.
Francisco Alberto Caamaño Deñó y Rafael Fernández Domínguez
El líder
Francisco Alberto Caamaño Deñó se había convertido en el líder indiscutible de la Revolución de Abril, habiendo sido nombrado Presidente Constitucional por el Congreso Nacional, por instrucciones de Bosch, desde su exilio en Puerto Rico.
Luego de que Wessin y Wessin fuera derrotado en el puente Duarte, el coronel Pedro Bartolomé Benoit fue el responsable de solicitar la “ayuda” de los estadounidenses para sofocar la revuelta.
Luego de la invasión, y ante el descrédito popular de Benoit, el general Antonio Imbert Barrera ascendió al poder con la influencia estadounidense como gobierno títere y paralelo al de los constitucionalistas, agudizando la matanza de dominicanos por las tropas invasoras.
Operación Lazo
El hecho más doloroso que se registró durante la intervención estadounidense ocurrió el 19 de mayo de 1965, en los alrededores del Palacio Nacional.
El coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, Juan Miguel Román, Euclides Morillo, Illio Capocci, José Domínguez y Ramón Távarez, cayeron abatidos por fuerzas invasoras cuando se disponían a ejecutar la “Operación Lazo”, que consistía en la toma del Palacio.
El historiador y escritor Tony Raful escribió en su artículo “¡Fue dar la cara para siempre!”, publicado en este diario el 17 de mayo de 2011, que el presidente Johnson, según relata su esposa, no pudo dormir aquella noche, preguntándose cómo fue posible que las tropas norteamericanas mataran al coronel Fernández Domínguez.
Aquella guerra que tantas muertes produjo terminaría con la firma del Acta Institucional auspiciada por la OEA, entre Imbert Barrera y Francisco Alberto Caamaño Deñó, para alcanzar la paz, tomando juramento el 3 de septiembre como nuevo Presidente interino, Héctor García Godoy. Ante estos acontecimientos, las palabras de Caamaño aún retumban en la conciencia dominicana: “No vencimos, pero tampoco ellos pudieron vencernos”.
Símbolo. Jacobo Rincón fue aquel ciudadano que se convirtió en un ícono mundial de la lucha contra la Segunda Intervención Estadounidense en República Dominicana debido a la imagen captada por el fotógrafo Juan Pérez Terrero, en la Calle El Conde de la ciudad capital.

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