“El diablo Mateo”, como por muchos años lo presentó su inseparable amigo, el comunicador Rafael Corporán de los Santos cada vez que iba a la televisión, tuvo una historia llena de emoción, de pasos importantes por escuelas musicales de diferentes países.
Su huella quedó plasmada en La Orquesta San José, La Sonora Matancera, El Gran Combo, en fin, su legado es y será siempre importante para las nuevas generaciones de artistas y merengueros que necesitan hoy de estímulos y motivación para continuar en esta carrera, en la que él supo cultivar muchos logros, representando nuestra música, símbolo de identidad de la dominicanidad por más de cinco décadas.
Su inicio oficial en el canto se dio en la Orquesta San José cuando hicieron un llamado a cantantes para una prueba. El director era el cubano Julio Gutiérrez. “Él me preguntó lo que cantaría y le dije El Muñeco, una guaracha, que estaba de moda, él me miró y le dijo a los demás, pueden retirarse todos, me quedo con él (Joseíto)”, había contado a LISTÍN DIARIO, que en esa orquesta duró doce años.
“Cuando estuve en la escuela de canto de la Voz Dominicana, mi maestro me dijo que para cantar se necesitaban tres cosas: voz, voz y voz. Después que tienes voz, entonces te pueden enseñar a cantar y vocalizar”, había declarado el merenguero que pisó Cuba en el año 1955 para luego cantar en la Sonora Matancera, ante la ausencia de Alberto Beltrán.“Él dice que yo soy el rey, pero él es el que manda”, era una de las expresiones que usaba para referirse a su colega y “rival” músical, Johnny Ventura, con quien siempre discutió la pertenencia del título de “Rey del merengue”.
Y a propósito de esa discusión, en buena lid, que siempre existió (si él era el Rey o Johnny Ventura), es bueno señalar que fue en 1955 cuando Joseíto lo adoptó, a propósito de su primer disco, al que tituló de igual manera. Ese mismo año realizó su primer viaje a Cuba, donde formó parte, junto a la fenecida cantante Celia Cruz, de la legendaria agrupación musical Sonora Matancera.
Entre sus éxitos más conocidos se encuentran “Cuando yo me muera”, “Feliciana” y “La chiva blanca”, además de “Merenguero hasta la tambora”.
Fue un artista versátil capaz de cantar diferentes géneros musicales, claro, sin dejar de lado el merengue, porque como buen Rey, era su símbolo distintivo fuera y dentro del país.
Él pisó Hollywood y Acapulco, destinos reservados para turistas en aquellos momentos, (los años 50) allí dejó muchas anécdotas.
*El espacio Memoria y Cultura, del Centro Cultural de España compartió en You Tube la siguiente presentación artística:
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