miércoles, 8 de agosto de 2018

Cueva Fun Fun una aventura de contacto directo con la naturaleza

  • Cueva Fun Fun una aventura de contacto directo con la naturaleza
    RECORRID0. Invita a adentrarse en las profundidades de la tierra para explorar una cueva que, a diferencia de otras, permite el contacto absoluto con la naturaleza ya que no tiene instalaciones de luces, pisos asfaltados ni pasamanos; solo han colocado cuerdas de seguridad en zonas específicas.
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Laura Ortiz Güichardo
laura.ortiz@listindiario.com
Hato Mayor
Durante una excursión al Rancho Capote, en la provincia de Hato Mayor, específicamente al límite sureste del Parque Nacional Los Haitises, representantes de diferentes medios de comunicación tuvieron la oportunidad de conocer uno de los lugares más visitados de la zona por quienes buscan disfrutar de una experiencia que tenga la combinación perfecta entre ecoturismo y turismo de aventura.
El propósito del viaje era que los periodistas vivieran en persona una experiencia que sobrepasara los límites de sus expectativas y de lo que solo habían podido ver por fotos o videos, permitiéndoles transportarse a tiempos remotos, al observar las pictografías y elementos taínos que a la fecha siguen vigente dentro de la Cueva Fun Fun: el complejo cavernario más grande del país y posiblemente del Caribe, de los que han sido explorados.
Al escuchar su nombre es inevitable no sentir curiosidad por saber de dónde proviene. Aunque muchos piensan que simplemente se debe a la palabra “divertido” en inglés, según la gerente comercial del complejo cavernario, Carmen Ligia Barceló, existen diferentes teorías que avalan su origen, como que se debe al sonido que provoca el viento al pasar por los orificios de la cueva o al eco de las alas de los murciélagos al volar.
Según la historia, Boca del Diablo o del Infierno, como aparece en la cartografía, inició su formación hace aproximadamente 20 millones de años, cuando un antiguo fondo marino se elevó por los movimientos orogénicos y epirogénicos de las placas tectónicas de la zona.
Aunque en el municipio se tenía conocimiento de la cueva y se hacían excursiones de manera individual por los moradores del sector y zonas aledañas, no fue hasta 1996 cuando Jaime y Ricardo Barceló decidieron adueñarse de Rancho Capote y aprovechar la majestuosa obra de la naturaleza para ofrecer excursiones formales para turistas internacionales y locales.
La dimensión total del sistema es de más de 28 kilómetros, sin embargo no ha sido explorada completamente, ya que son cavidades llenas de las aguas del río Almirante, que según las mediciones cartográficas hace un recorrido subterráneo superior a 7 kilómetros.
Las crecidas del río y las aguas de escorrentía que traen las lluvias han dado como resultado sus mágicos túneles y corredores, de los cuales el mayor tiene una longitud de 8 kilómetros lineales.
Las gotas de agua de lluvia dentro de la  cueva se abren paso en cada una de las rocas para formar estalactitas, estalagmitas, coladas y columnas que adornan las galerías, creando paisajes subterráneos que poseen una belleza muy particular.
Sus rocas, de tipo caliza o calcárea originadas por restos de conchas de corales marinos y otros seres orgánicos, se componen en gran medida de carbonato de calcio y sodio. Esta composición permite que el agua las disuelva y forme la caverna, en un proceso continuo que toma millones de años.
Además de los murciélagos que habitan dentro, la cueva también es el hogar de camarones de rio y de insectos de tipo arácnido, los cuales carecen de pigmentación y de ojos, percibiendo las superficies y movimientos mediante antenas,  debido a la falta de luz.  
En cuanto al arte rupestre, en Fun Fun existen diversas muestras, destacándose petroglifos de rostro antropomorfo hechos por culturas anteriores a la Taína, puesto que para las culturas prehispánicas las cavernas o Guácaras como les llamaban, eran la residencia de los dioses y los espíritus de los muertos, y este tipo de arte la forma de comunicación entre los dos mundos. 
SOBRE LOS PETROGLIFOS
Al llegar a Rancho Capote es inevitable no ver la gran diversidad de flora y fauna del lugar, donde los caballos dan la bienvenida a lo que será una excursión sin desperdicios.
Luego de colocarse la vestimenta adecuada, que consta de un overol, cascos con luces y botas de goma, comienza el recorrido con una cabalgata hasta el pie de la zona cársica (rocas calizas de origen coralino en Los Haitises), y luego una caminata a través del bosque húmedo en plena reserva donde el bosque húmedo y las pequeñas montañas cónicas se entremezclan en un ecosistema con una de las más ricas diversidades biológicas del Caribe Antillano. Al finalizar la caminata, en una pequeña fisura que no es más que una de las chimeneas del complejo cavernario, es donde inicia la verdadera aventura, al tener que descender e introducirse en la profundidad de la cueva.
El descenso se hace con una soga a más de 18 metros bajo tierra, lo que es el equivalente a aproximadamente cuatro pisos de un edificio, con ayuda de un guía.
Una vez dentro, se recorren 1.3 kilómetros que incluyen vistosas galerías, pasadizos estrechos, una gran diversidad de rocas y formaciones que crean paisajes hermosos en el interior de la tierra.
Al volver a la superficie, espera al visitante una segunda cabalgata que lleva a conocer otros paisajes pasando junto a los animales de cría: ovejos, vacas, gallinas y guineas. A la salida se observan algunos rostros esculpidos en las paredes de piedra, petroglifos que se atribuyen a poblaciones indígenas que se cree habitaban el área circundante.FUENTE LISTIN DIARIORECORRID0. Invita a adentrarse en las profundidades de la tierra para explorar una cueva que, a diferencia de otras, permite el contacto absoluto con la naturaleza ya que no tiene instalaciones de luces, pisos asfaltados ni pasamanos; solo han colocado cuerdas de seguridad en zonas específicas.

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