La del domingo 15 de febrero de 1970 podría considerarse una de las noches más funestas de la vida nacional. Medio siglo después el sector deportivo recuerda públicamente la desaparición física del campeón del mundo Carlos Teo Cruz.
También cada uno de estos cincuenta años desde aquel momento en que el avión de pasajeros DC-9, de la línea Dominicana de Aviación, se accidentó próximo al Aeropuerto Internacional de Caucedo (hoy de Aeropuerto Internacional de Las Américas José Francisco Peña Gómez), en el mar Caribe.
Miles de familiares de los 102 ocupantes de la aeronave han llorado su triste partida que llenó de luto e intrigas al país en medio de la tragedia aérea más grande de la República, la cual salpicó con saldo de muerte a la isla de Puerto Rico, tras perder a su selección de voleibol, exceptuando a una de su jugadora y un dirigente, quienes volaron un día antes a su patria para participar en un acto.
Teo, en cambio, iría a Puerto Rico, donde residía con su esposa e hijo, todos asistieron a una boda de una hermana en el ensanche Ozama, en la parte oriental de la Capital, y aun cuando el azar le dio una gran oportunidad de escapar de la gran tragedia, “una cortesía lo llevó a la muerte”.
“Fuimos al aeropuerto a llevarlos, a él y a su esposa que era boricua, a ella se le quedó un documento en la casa y para entonces los puertorriqueños venían con las actas de nacimiento o su cédula al país, no necesitaban visado… El oficial de aduanas no quería dejarlos ir, Teo en realidad estaba con su humildad hablando como un simple ciudadano; pero otra persona que trabajaba ahí lo vio envuelto en el problema, vino y le ordenó al inspector que lo dejara pasar, ‘tú no estás viendo que él es nuestro campeón del mundo Teo Cruz’, lo dejaron pasar al pasillo que daba al avión y ahí selló su destino final”.
La cita es de Leonardo “Leo” Cruz, hermano de Teo, quien fuera también campeón mundial de boxeo y recuerda que de regreso del aeropuerto, en el vehículo que conducía a la familia al hogar escucharon por una emisora la triste noticia de la explosión del avión y la caída al mar Caribe a pocas millas de su salida.
“Nosotros apenas estábamos entrando al ensanche Ozama, cuando doblábamos desde Las Américas a la avenida Sabana Larga, ha sido el día más triste de nuestra vida”, rememora con amargura Leo.
Teo fue el primer boxeador dominicano en conquistar un cetro del mundo cuando derrotó al excelso monarca boricua Carlos Ortiz la noche del 29 de junio de 1968 en el Estadio Quisqueya de Santo Domingo. La caída del DC-9 dejó un gran misterio lleno de conjeturas y especulaciones ligado a la vida política de entonces, que atribuían “a un atentado” contra el general Imbert Barrera por los familiares en el extranjero del ajusticiado dictador Rafael L. Trujillo. Sin embargo, Barrera no estuvo entre los tripulantes, pero si doña Aida Imbert viuda Domínguez, Guarina Tessón de Imbert y su hija Leslie Imbert. Además de los dominicanos, viajaban 53 puertorriqueños y algunos norteamericanos, dos peruanos, dos cubanos y Roger Rosell, el sacerdote belga, secretario de la Confederación Episcopal y miembro de la congregación del Inmaculado Corazón.
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