Santo Domingo.- Cada 25 de noviembre, se conmemora el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, a manos de militares de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo.
La convocatoria fue iniciada por el movimiento feminista latinoamericano en 1981 en conmemoración a la fecha en la que fueron asesinadas las hermanas Mirabal en República Dominicana.
En 1999 la jornada de reivindicación fue asumida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 54/134 el 17 de diciembre de 1999 invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales a convocar actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública sobre el problema de la violencia contra la mujer.
La orden de matar a las hermanas Mirabal fue dada expresamente por Trujillo desde el 4 de noviembre, pero no fue sino el 25 cuando se dieron las condiciones para su ejecución.
Además de las razones políticas, Trujillo sentía un odio visceral hacia las hermanas, especialmente contra Minerva por el desplante que esta le hizo once años atrás en una fiesta que se celebraba en San Cristóbal y a la cual fueron invitadas las jóvenes junto a sus padres.
Ese 25 de noviembre, poco después de las cuatro de la tarde, las Mirabal y Rufino de la Cruz regresaban de Puerto Plata de ver a sus esposo en la cárcel San Felipe de Puerto Plata.
Patria logró salir huyendo en dirección a un camión del Seguro Social que venía por allí, pero fue alcanzada y arrastrada por los cabellos e introducida al carro junto a sus hermanas, pero antes alcanzó a gritarles a los del camión: “Díganle a la familia Mirabal, de Salcedo, que los caliés van a matarnos”.
Cuenta Fafa Taveras que el carro marchó con las tres hermanas adentro y Rufino fue mantenido en el jeep acompañado de dos calieses.
Y explica que antes de llegar a la Cumbre de Puerto Plata se desviaron hacia la derecha, por un camino sin pavimento, entre un cañaveral, y se detuvieron a más de cien metros de la carretera.
Un grupo de esbirros encabezados por el teniente Alicinio Peña Rivera tuvo a su cargo la ejecución de las Mirabal, quienes fueron asesinadas a palos y puñaladas. Antes, los calieses habían ahorcado a Rufino de la Cruz.
Posteriormente, introdujeron los cuatro cuerpos en los vehículos y se marcharon hasta el lugar donde lanzarían el jeep con ellos dentro. Se detuvieron un momento al ver que una de las víctimas estaba viva y se quejaba. Era Minerva, la remataron.
Con los cuatro cuerpos dentro, los asesinos lanzaron el jeep hacia un precipicio. Al día siguiente un diario tituló: “Tres mujeres y un chofer perecen en vuelco”. Muy pocos creyeron esa información. La noticia del múltiple asesinato corrió como pólvora, provocando la indignación amplios sectores de la sociedad dominicana.
Luego de asesinar a las hermanas Mirabal, Trujillo ordenó la confiscación de todos sus bienes y los de sus esposos.
La sangrienta mano de hierro del tirano silenció a las tres mariposas, pero sería uno de sus últimos crímenes.
El 30 de mayo del año siguiente caería abatido cuando se dirigía hacia su natal San Cristóbal. Murió como vivió: a sangre y fuego.
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