jueves, 25 de febrero de 2021

Matías Ramón Mella, valiente estratega en la lucha por la Independencia Nacional

 

Santo Domingo.- Hoy Quisqueya se viste de orgullo y esplendor al conmemorar el 205 aniversario del nacimiento de Matías Ramón Mella, quien es considerado uno de los Padres de la Patria tras desempeñar un papel preponderante en la gesta de independencia junto a Juan Pablo Duarte y a Francisco del Rosario Sánchez.

Mella poseía una habilidad como militar, político y activista que le permitió ser el más apto para las actividades de lucha por la independencia en las que participó junto a sus compañeros y de esta forma poner fin a la ocupación haitiana.

El historiador dominicano José Antinoe Fiallo Billini, explica que “Mella acumuló una gran experiencia de lucha política clandestina y pudo ante la ausencia de Juan Pablo Duarte cumplir un papel significativo ya que aglutinó una serie de sectores y provocó el estallido del 27 de febrero de 1844”.

Fiallo Billini considera que Mella pasa desapercibido dentro de la sociedad, debido a que “Mella elaboró el manual de la guerra de guerrillas como una manera de hacer la guerra política y militar, por esa razón no quieren que circule toda esa elaboración política, ya que ese manual manda mensajes en relación de cómo puede organizarse una  rebeldía adecuada y eficaz para obtener su objetivo”.

Rumbo a la Soberanía nacional

El 16 de julio de 1838 Juan Pablo Duarte decidió formar junto con otros liberales dominicanos la sociedad secreta La Trinitaria, a la cual más tarde se unieron Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.

En esta sociedad secreta se reclutaban más hombres, pero fue descubierta por lo que permaneció en la clandestinidad con el nombre “La Filantrópica”.

Sin embargo, continuaron conspirando contra los haitianos y en 1843 la revolución tuvo un gran progreso: los trinitarios se unieron al Partido Liberal Haitiano que derrocó al entonces presidente Jean Pierre Boyer.

Trinitaria
Sociedad secreta La Trinitaria

El sucesor de Boyer, Charles Riviere-Hérard, encarceló algunos trinitarios y obligó a Duarte a abandonar la isla buscando apoyo en Colombia y Venezuela aunque no tuvo éxito y en diciembre de 1843 los rebeldes le pidieron que regresara, pero estaba aquejado de salud y no pudo regresar.

La noche del 27 de febrero de 1844, Mella con valentía disparó un trabucazo en la Puerta de la Misericordia, partiendo hacia la Puerta del Conde donde es proclamada la República e izada la Bandera Dominicana.

Al ser libres e independientes

Una vez declarada la Independencia Nacional, Mella proclamó a Duarte como presidente de la Junta Central Gubernativa con la finalidad de evitar que algún partidario del colonialismo ocupara el poder. Esta actitud provocó que Pedro Santana lo expulsara del país.

Mella regresó al país en 1848 amparado en la amnistía del presidente Manuel Jimenes y se unió a los conservadores liderados por Pedro Santana, hasta que en 1861, ya ante la eminente anexión a España, se adhirió a los restauradores.

En agosto de 1863 viajó al sur, atravesando la Cordillera Central por Constanza, con el encargo de organizar las tropas restauradoras dirigidas por Pedro Florentino.

Durante la restauración fue designado Ministro de la Guerra y elaboró un manual de guerra de guerrillas en enero de 1864.

Mella se desempeñaba como vicepresidente de la República Dominicana cuando enfermó de disentería y poco antes de morir pidió que sus restos fueran envueltos en la Bandera Nacional y pronunció estas palabras: “Aún hay patria, viva la República Dominicana”.

El 4 de junio de 1864, el prócer murió en extrema pobreza en una pequeña casa cercana a la Fortaleza San Luis, en Santiago.

Sus restos descansan en el Altar de la Patria ubicado en Santo Domingo junto a los de Duarte y Sánchez.

Himno a Matías Ramón Mella

No fue nunca la divisa del instinto de matar, ni fue el rígido instrumento de la fuerza militar provocando las groseras ambiciones del poder: Fue tu espada la divisa del honor y del deber.

Fiel discípulo de Duarte, comprendiste el ideal, y sirviendo los destinos de la causa nacional, disparaste tu trabuco , que rugió como León, despertando Las conciencias y clamando redención.

La Bandera fue tu culto, la Bandera fue tu altar, y dijiste: Cuando vaya para siempre a descansar, que ella envuelva mi cadáver y moriste con honor, en los brazos siempre abiertos de la enseña tricolor.

Y después cuando quisieron, de la fosa recoger, tus cenizas venerandas, un milagro pudo ser: encontraron la bandera, la Bandera tricolor, reviviendo en sus matices la grandeza de tu amor.

Autor: Ramón Emilio Jiménez, Música: Julio Alberto Hernández

*Este artículo se publicó originalmente el 25 de febrero de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario