Aspecto d
Una de las grandes riquezas que aportó nuestro país a España y a Europa, fue el azúcar de caña. Esta gramínea fue traída a la isla desde Canarias, al inicio del siglo XVI.
Las plantaciones fueron dotadas de trapiches para triturar la caña. Estos funcionaron con piedras de moler, similares a las utilizadas en la molienda del trigo.
La rueda de piedra el trapiche era movida usualmente a mano por los indígenas y luego por los negros africanos, traídos a la isla en condición de esclavitud. Con el jugo extraído, se confeccionaba la melaza o melado.
En el siglo XVI y buena parte del XVII se levantaron grandes trapiches en plantaciones a lo largo y ancho de toda la isla, concentrándose la mayoría de ellos, en la franja sur del territorio, desde Azua hasta Higuey.
En las tierras cercanas a Santo Domingo y en las riberas de los ríos circundantes se establecieron una serie de plantaciones, aprovechando las facilidades de trasporte que brindaban los ríos y la cercanía del puerto para la exportación de los rubros hacia Europa.
Por extraño que parezca, el azúcar, resultado final de la molienda, y el ron, como subproducto de la misma, se convirtieron en productos mas importantes que el oro, el cual resultó de difícil extracción o de obtención por lavado en los ríos.
Una vez fueron traídos de Europa los animales de carga y de tracción, tales como caballos, bueyes, mulos y asnos, estos substituyeron a los seres humanos en la pesada labor de la molienda.
Caldera de vapor
A finales del siglo XVII, en Inglaterra y luego en la Madre patria, el desarrollo científico dio por resultado la caldera de vapor de agua, la que, aplicada a la molienda, accionaba mecánicamente la rueda del molino para triturar y extraer el preciado líquido.
Este sistema se implantó en Canarias y en las plantaciones de la isla española. También se utilizó la fuerza hidráulica de los ríos cercanos.
Por esos años fue construido el más moderno ingenio azucarero de su tiempo, ingenio azucarero de Boca de Nigua, perteneciente al Marqués de Iranda. Era un establecimiento de grandes proporciones, con extensas tierras laborables. Fue levantado con ladrillo y tapia, teniendo el edificio central de las calderas, doble nivel. Un primer nivel en el subsuelo, en donde estaban localizadas las calderas, con un techo intermedio, cubierto de tejas planas de ladrillo, lo que permitía la entrada de la luz, sobre el nivel de tierra.
En el nivel superior se almacenaba el melado en moldes, para su enfriamiento, solidificación y conversión en panela.
Edificio principal
La estructura del edificio principal es notable por la audacia de los elementos estructurales. Para sostener el peso del segundo nivel, destinado a aguantar el peso de artículos, fue necesario utilizar una serie de arcos de medio punto, en ladrillo y tapia, de anchura considerable. Sistema estructural que ha pervivido por casi cuatrocientos años.
El segundo edificio corresponde al lugar de la molienda de la caña. Esta edificación de planta central octagonal, tiene altura suficiente para poder almacenar el producto de la molienda.
La tercera edificación guardaba el producto final, empacado y listo para su traslado al puerto de Santo Domingo.
Albergue de esclavos
Existían también edificaciones longitudinales, destinadas a albergar a los esclavos que realizaban las tareas del ingenio. Se encuentran también varios canales realizados en ladrillo y tapia, para la conducción del agua, destinada a las calderas.
Existe un gran patio pavimentado en ladrillo, donde se almacenaba la leña y el bagazo de caña, lo que servía para alimentar el fuego de las calderas. Además, albergaban las carretas para trasportar las cargas de panela de azúcar, al puerto y la melaza para la elaboración del ron, en otros establecimientos.
El ingenio contaba, además, con edificaciones para caballerizas, letrinas y cocinas para alimentar a los esclavos.
No se han encontrado aún los restos de las viviendas de los administradores del ingenio, ni aquella del propietario, lujosa por demás, por tratarse del Marques de Iranda, personaje prestante de la época.
Restauración
— Ruina arqueológica
A finales del siglo XX, se restauró el ingenio azucarero Boca de Nigua. Los trabajos partieron del principio consistente en la intervención de solo el cincuenta por ciento de los restos de la estructura, dejando el resto de las edificaciones como ruina arqueológica.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA
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