viernes, 5 de noviembre de 2021

Patria y diplomacia mundial para Haití

 Patria y diplomacia mundial para Haití

La bandas de civiles armados controlan la mayoría de los barrios pobres de Haití.

Sin duda que para los confusionistas ideólogos de hoy, Duarte no sería patriota, libertador de un pueblo y fundador de una nación, sino un racista.

La superficialidad es una francotiradora ideológica de los tiempos.

Para ellos no existe el concepto “patriota dominicano”, esa disposición del ciudadano dominicano de amar a su patria tal como ella nació, invocando la sangre derramada en la Cruz y la protección de la Santísima Trinidad de Dios, tras un destino propio, liberador, identitario, del bien mayor; ni existe el ideal de una nación como piedra fundamental que alimenta la utopía redentora y alcanza la salvación de su pueblo de la ruina total de la isla.

Algunos pretenden menospreciar la dignidad de la posición patriótica y la tratan peyorativamente, como si la traición fuera lo moderno, encubierta en poses ideológicas en clara contradicción con los postulados de la obra liberadora de Juan Pablo Duarte y de todos los prohombres de la República, que se asocian a propósitos imperiales que conspiran contra la salud de la patria.

No hay nobleza mayor que la del patriota dominicano, pues asumió la nación como crisol de razas, como pueblo multirracial, que ha ayudado a sobrevivir al pueblo haitiano como nadie en el mundo lo ha hecho.

Pero el agradecimiento no existe en el haitiano promedio, ni en la conciencia de los antipatriotas dominicanos. Olvidan que el verdadero racismo fue el que sustentó el liderazgo histórico de Haití, que asesinaba incluso a los mulatos.

Nadie podía ser haitiano si no era negro. Y a esa cultura criminal la dignificaron llamándola orgullo de raza, que es la madre del racismo y el odio que marcaron la historia violenta de ese pueblo y que han querido trasladar a nuestro territorio al que logran penetrar desde siempre militarmente o a escondidas.

Es decir, en verdad de verdades, no hay nadie más prohaitiano que el patriota dominicano, que no quiere la muerte y la destrucción del pueblo haitiano, como tampoco de nuestro pueblo, sino la salvación de las dos naciones. Esa es la concepción más cristiana y humana que pueda haber.

El mundo no debe estar contra RD
Hoy el patriota dominicano es el único propulsor de la idea de que el concierto de naciones no siga de espaldas a Haití y vuelva sus ojos hacia la nación haitiana en Haití, tal como lo ha pedido la Conferencia del Episcopado Dominicano en su mensaje del 27 de febrero de 2019.

Nosotros hablamos de un Plan Maestro de Desarrollo para Haití, en Haití, con nuestra histórica colaboración.
Hay claras evidencias de que el territorio haitiano es rico en metales preciosos, un tesoro que se maneja misteriosamente, cuya explotación no parece estar bajo control haitiano, ante el silencio cómplice de aquellos que azuzan la ocupación haitiana del territorio dominicano, los mismos que dilapidaron en manos inciertas la grandiosa ayuda económica con motivo del terremoto de 2010.

No podemos desconocer que hay una ignominiosa complicidad en el mundo, entre los países más poderosos —y los demás también— de regímenes con ideologías contrarias, así como de los principales organismos mundiales —y hasta Iglesias—, en una especie de conspiración unánime no declarada contra un pobre país del mundo llamado República Dominicana para que asuma la solución del ahora inviable Estado haitiano. ¿Y acaso eso es justicia? ¿Eso es amar a Haití? ¿Es amar a la República Dominicana, un país con población similar a la haitiana, con una gran población pobre en un mercado laboral tan limitado?.

La caridad no es sacrificar a los nuestros y acabar con la dignidad de todos.
Al ritmo que vamos, ya con más de millón y medio de haitianos vagando en territorio dominicano —y con proyectos para que regularmente vengan más, protegidos todos como refugiados—, y con más de dos millones de dominicanos, jóvenes y adultos, también sin trabajo formal, estamos convirtiendo nuestro país en un gran depósito de personas tratadas como cosas, camino al incendio de la isla, mientras mucha gente ciega y fanatizada solo ve sus días con la cabeza bajo la tierra, diciendo palabras bonitas y hasta citando el Evangelio, mirando con inspiración maligna al que puede ver con justicia evangélica el presente y futuro.

La salvación de Haití es en Haití. Lo contrario es la vuelta atrás de la historia y el hundimiento de la Isla. No quiera nadie ser cómplice de tamaña ruindad genocida.

Plan para salvar Haití
No hay dudas de que Haití está en convulsión extrema, en medio de muchas influencias ideológicas y estratégicas. Parece un nido acogedor de terroristas, de tráfico de drogas y armas baratas, de activistas de movimientos radicales internacionales, de mezquitas y escuelas coránicas.

¿No es este el momento cumbre para que la diplomacia mundial, incluyendo al Papa, que se pronuncia y toma posición en los conflictos de la humanidad, se declare a favor de que el mundo se abra a auxiliar a Haití en Haití, en beneficio de las dos naciones, por la paz en la Primada de América, en Las Antillas y en el Continente?
El tema haitiano debe ponerse en primer plano para la humanidad.

El Gobierno dominicano debe desarrollar un plan diplomático mundial, con material escrito en varios idiomas, a fin de dar a conocer la verdad histórica y la emergencia: nuestro origen como nación, las batallas libradas en territorio dominicano, la independencia nacional, lo que hemos colaborado y servido al pueblo haitiano…, en una especie de guía de exposición para todos los señores embajadores.

Debe plantearse el estudio económico que muestre el tamaño de nuestra economía, del mercado laboral dominicano que no alcanza para nuestra demanda de empleos, la situación de millones de dominicanos sin trabajo formal, el costo económico de la actual gran masa de inmigrantes ilegales sin trabajo, que no es posible sostener… la clara propensión a la violencia y el estado de confrontación que la realidad va alimentando la imposibilidad de sobrevivencia de la economía y de la paz.

Debemos arribar a una nueva estructura internacional de apoyo exclusiva para Haití y mediante un Plan Maestro de Desarrollo abordar la solución al tema hospitalario, sanitario, ecológico, de ciudadanía, para la explotación de los recursos mineros, agrícolas, turísticos y demás.

Al tiempo que RD se apreste a cumplir prontamente un proceso de clara separación de los destinos de ambas naciones, tal como portentosamente ha anunciado el actual Gobierno dominicano, en boca del presidente Luis Abinader Corona, para el establecimiento de una política de Estado de rescate de nuestra soberanía, demos al mundo el mensaje consistente de la diplomacia dominicana para que el concierto de naciones afronte responsablemente la situación de la nación haitiana.

Porque no hay ni podrá haber solución dominicana al problema haitiano. Por el bien de todos.
El autor es diácono de la Iglesia católica.

Por: Darío Vargas
rd.vargas@claro.net.do

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