“Son como mis hijos”, dice Alfredo, capataz de una brigada del Jardín Botánico de Santiago Prof. Eugenio de Jesús Marcano Fondeur, sobre los árboles y arbustos que crecen en la gran sabana ubicada detrás del edificio administrativo del parque.
Lo dice con orgullo porque él sembró muchas de las especies que hoy dan vida a ese paraíso verde de 650,000 metros cuadrados todavía en formación.
En el suelo no se ve nada del amarillo seco que ocupaba parte del lugar seis años atrás, cuando inició la intervención arbórea de un proyecto que empezó a forjarse en 2004, que quedó constituido como parque ecológico en el 2011 y fue inaugurado como jardín botánico el 23 de abril de 2018.
El parque es hoy un oasis con espacios diseñados para albergar todo tipo de biodiversidad, especialmente la representación botánica del valle del Cibao; un lugar que se formó, como dice la arquitecta y doctora en Sostenibilidad María Isabel Serrano, gracias a la visión de gente con buena voluntad.
Velando siempre por la defensa y el respeto hacia las especies endémicas y nativas, Serrano tuvo a su cargo la ambientación paisajística de algunas zonas del jardín.
Además de ofrecer sus servicios como ciudadana y profesional, la docente universitaria representó al alcalde de Santiago en el Consejo de Administración y Comanejo del jardín mientras trabajaba como directora de Resiliencia de la ciudad. Hoy lo hace como encargada de Proyectos de la oficina Senatorial de la provincia.
“Lo más importante en todo momento era la visión de lo que pretendíamos conseguir entonces. Esto era como un paño blanco, en donde lo único que tenías era la intención y la voluntad, el deseo de hacer algo bien hecho y de dejar un legado conjunto, o sea, de que cuando viéramos el botánico en los próximos años pudiéramos ver la fauna que queríamos atraer”.
Señala que entonces no había muchos recursos pero sí muchos deseos.
“Había visión, había criterio y había gente con buena voluntad y eso al final fue la bandera que unió a todas las personas que de alguna manera aportamos en la medida de lo que cada quien podía: conocimientos, manos, una mata, tierra…”
Esas primeras decisiones incluyeron la regeneración ecológica del suelo. Usaron arena, grava y materia orgánica de calidad para lograrlo.
“Sabíamos lo que queríamos pero también se sabía lo que teníamos. Esto no es un bosque húmedo, es un bosque de transición y el tipo de zona de vida en el que nos encontramos tiene sus propias características; el suelo no nos ayudaba, porque el tipo de suelo de la región del Cibao es arcilloso y el drenaje es muy malo”, sigue Serrano.
En apenas seis años, la exitosa regeneración del suelo y la buena selección de especies “a partir de lo que queríamos atraer” ha dado paso a una gran colección de plantas maderables, frutales, aromáticas, ornamentales, palmas, textiles y artesanales.
“La idea era ir generando biodiversidad; lo primero que queríamos atraer era mariposas, colibríes, abejas y aves. Cada árbol se eligió para colocarse donde está. Lo maravilloso de todo esto es que la naturaleza es perfecta”, sostiene Serrano.
En general, explica el biólogo Mario Guzmán, encargado de la colección viva del jardín, el parque ya cuenta con unas 700 especies entre hierbas, árboles y arbustos.
Este año se han avistado además 63 especies de aves (algunas migratorias) en todo el parque y se han registrado unas 17 especies de lagartos solo en el área de cactus y suculentas, comparte el ambientalista Nelson Bautista, representante de la sociedad civil en el Consejo de Administración y Comanejo del jardín desde su creación, primero como patronato, en 2011.
E indica que en las siete fuentes de agua del jardín (el río Jacagua, un manantial, una laguna de unos 1,500 metros cuadrados y cuatro piletas) hacen vida una gran cantidad de aves, peces y anfibios.
¿CÓMO SE SOSTIENE EL PARQUE?
Los miembros del Consejo no reciben remuneración económica por su labor.
“Esto es un esfuerzo evidentemente ciudadano, gracias a las instituciones que participan. Aquí hay mucha gente que ha dicho presente, a veces llamándola y a veces sin llamarla”, comenta Bautista en el Encuentro Verde de Listín Diario.
Ciertos conflictos (pago por expropiaciones de terreno y falta de recursos) no han permitido avanzar en la ejecución del plan maestro proyectado para el espacio.
Los procesos se interrumpieron debido a que el presupuesto anual de 65 millones que manejaba el patronato fue bajado a 10 millones, cantidad con la que se han administrado en los últimos cuatro años.
Pero ahora las cosas comienzan a cambiar.
“El botánico tiene un plan maestro que contempla el desarrollo en distintas etapas y cada una de esas construcciones y espacios son como pequeños proyectos que hemos estado tratando de empujar con la ayuda de todo el que quiera ayudar”, explica el maestro José Tavárez, presidente del Consejo de Administración del Jardín por su función como director del Recinto Santiago de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), entidad que lo preside.
En ese sentido, dice Tavárez, los proyectos se presentan a diversos actores públicos y privados. “Algunos han recibido apoyo y hemos ido concluyendo algunas de estas obras, pero hay todavía grandes proyectos en perspectiva que ahora mismo se están planteando”.
La ayuda principal la reciben del Estado.
“Ahora tenemos un aliento de 30 millones que nuevamente nos permite levantar un poco el vuelo hacia la consecución y el acabamiento de este proyecto que no se va a acabar; aquí sabemos que vamos a tener trabajo por el próximo siglo en mejoras, porque este es un proyecto que se mejora a sí mismo y nosotros lo que estamos es tratando de crear las condiciones para que ese desarrollo sea armónico y diverso y especialmente que sirva a la comunidad”.
Sin embargo, esta cantidad está orientada básicamente a cumplir con el mantenimiento y el pago del personal, 68 empleados entre obreros, administrativos, seguridad y choferes que han asumido el cuidado del parque más allá del compromiso profesional o institucional.
“Los fondos no son suficientes –agrega Serrano-, apenas dan para cubrir ciertos gastos. Al final de año siempre estamos haciendo colectas. Los mismos salarios que reciben los colaboradores no son los que realmente se merecen y también se necesita más personal”.
Bautista señala a su vez que si se toma en cuenta la proporción del parque, el presupuesto ideal solo para sobrevivir los próximos cinco años debería rondar los 80 millones de pesos al año, “para ser no solamente sostenible, sino para terminar el plan maestro”.
Para el ambientalista, esto no es solo un jardín botánico. “Es un proyecto de investigación, de educación ambiental, de desarrollo social, es un proyecto de restauración ecológica, de endemismo, pero además es un proyecto que nació endeudado porque tuvo que expropiar los terrenos donde se posó”.
AVANZANDO, POCO A POCO
Tavárez resalta que en la última asamblea se incorporaron nuevos actores y ya se ve que el espacio está ganando empatía y compromisos en sectores como, por ejemplo, las universidades.
“Hemos avanzado –entiende–. No todo lo que queremos pero sí tenemos respuestas muy positivas. El mariposario es una contribución de la Fundación Propagás, tenemos gazebos donados por cooperativas, la fundación Popular nos ha apoyado con el humedal y el proyecto de mangles, Pinturas Popular con las pinturas que se necesitan. Hemos tocado varias puertas, hay más instituciones pero sabemos que es una vía importante que seguimos explorando”.
El tren del botánico fue una donación del Banco de Reservas.
En la asamblea celebrada en octubre también se creó el voluntariado “Amigos del jardín” y ha sido tan eficiente, comenta Bautista, que han surgido ya dos proyectos.
“Uno de ellos es la construcción del quiosco de las plantas o el mercadito de las plantas, donde se van a comercializar las orquídeas, las suculentas… las plantas en volumen”, informa.
El otro proyecto está relacionado con la puesta en valor del rosedal.
A la espera de recursos está la construcción del centro de visitantes, el área infantil y los baños.
VISITANTES. Desde su inauguración, el parque ha recibido más de un millón de visitas. Cada vez más se acercan personas que desean celebrar allí un cumpleaños, una sesión fotográfica, una actividad social o un picnic.
“Esto le ha dado vida, porque aparte del espacio natural también está la parte humana y ahí entra ese equipo que ha estado trabajando, Nelson (Bautista) como centro, y las instituciones que cada vez van entusiasmándose con la idea”, reconoce Tavárez.
Además de la recreación y el esparcimiento que demandan las personas de este tipo de espacios, el presidente del Consejo entiende que el objetivo primario es convertir el lugar en un aula de la naturaleza que sirva al propósito de la educación y por ello le dan mucha importancia a la educación ambiental.
ESPACIOS. El jardín cuenta con un arboreto, un mariposario, un laberinto con plantas vivas, una ciclo vía, un humedal demostrativo con su senda de manglares; áreas de cactus y suculentas, palmas, aromáticas y medicinales; un banco genético de la caoba, un vivero, un rosedal, un apiario, un conuco dominicano, 10 kilómetros de senderos y varias infraestructuras: puente colgante, un café, un mirador, una estación meteorológica y un salón para reuniones y talleres.
RIEGO. Como se trata de una zona seca, al principio se contempló construir un pequeño dique sobre el río Jacagua, pero este dejó de correr a partir del 2018. La explicación la ofrece Nelson Bautista.
Una institución les donó un camión cisterna que se llena en los canales cercanos y que todavía se usa para regar el jardín. Actualmente el agua se acopia en una cisterna sobre la que se levanta uno de los grandes atractivos del jardín: el mirador del Cristo vivo.
EL CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN del Jardín Botánico lo integran la Universidad Autónoma de Santo Domingo (recinto Santiago), el Ministerio de Medio Ambiente, la Sociedad Ecológica del Cibao (Soeci), el Jardín Botánico Nacional (JBN), la Alcaldía de Santiago, la Gobernación Provincial, la Senaduría de Santiago, la Fundación Saltadero para el Rescate del Río Jacagua, el director municipal de San Francisco de Jacagua y en representación de la sociedad civil, los munícipes Francisco Domínguez Brito, Nelson Bautista y Genaro Rodríguez.
Los cambios que siguieron a más de 10 años de desarrollo incluye a presidentes, senadores, ministros de Medio Ambiente, alcaldes, organizaciones ecologistas y ambientalistas.
Tavárez destaca la voluntad en todo este proceso del entonces senador Francisco Domínguez Brito, “quien asumió de manera muy directa y con mucho ahínco el proyecto y fue, de alguna manera, facilitador de esos primeros pasos que se dieron hasta que tomó la forma del Jardín Botánico”. FUENTE LISTIN DIARIO
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