Integrantes de la microempresa agroindustrial Las Productivas muestran parte de los productos que elaboran en base al cacao.
Las dominicanas han demostrado que no hay dificultades que las acorralen cuando de emprendimiento se trata.
El mejor ejemplo son las 12 campesinas humildes que, en el 2014, emprendieron el proyecto agroindustrial Las Productivas, una microempresa dedicada al procesamiento y comercialización de productos derivados del cacao orgánico.
“Echar andar el negocio no ha sido fácil”, confiesan Florencia de la Cruz, Carmen Mueses, Altagracia de León, Sofía Berberé, Oliva de los Santos, Gladis Morel, Vitalina Ramírez, Ángela Ramírez, Isabel Reynoso y María de los Santos, directivas de la empresa.
Ellas están dando ejemplo de perseverancia, unidad y amor al trabajo, en su empeño de convertir esa empresa en la garantía del progreso económico y social de sus familias y de su comunidad.
Con ese objetivo, casi dos décadas después, siguen tocando puertas, buscando el apoyo económico y logístico que le permita ampliar y diversificar su producción de vino de cacao, mermelada, manteca, granos caramelizados, Nibs, chocolate, polvo de cocoa y semillas integrales tostadas sin azúcar.
El negocio está ubicado en la comunidad El Corozo Abajo, un agreste y diminuto paraje del municipio de Yamasá, provincia Monte Plata, a 42 kilómetros al norte de la capital, donde se llega a través de caminos empedrados en unos tramos y enlodados en otros; cruzando ríos cuyos puentes se encuentran casi al mismo nivel de las aguas.
Captar nuevos mercados y las malas condiciones de los caminos vecinales de la zona es ahora la mayor preocupación de estas microempresarias que, en diciembre del 2019, ganaron el Premio Microempresarial Citi, “por ser mujeres emprendedoras, persistentes y decididas a elevar el nivel de vida de sus familias”.
Las productivas se unieron en 1998 y formaron la Asociación de Madres para buscar alternativas económicas que les permitieran enfrentar los efectos del ciclón George, que destruyó las plantaciones de cacao de esa zona, dejándolas sin el sustento familiar.
“Estar unidas era la única forma de subsistir”, afirmó Carmen Mueses, presidenta de la empresa, quien cuenta que la organización empezó produciendo dulce y mermelada de naranja, dulce de coco y vino de cacao.
Buscando ampliar sus clientes más allá de los colmados de El Corozo y otros negocios de Yamasá, se acercaron al Banco Agrícola y le solicitaron un financiamiento para comprar una furgoneta que les permitiría trasladar sus productos a los mercados y abaratar los costos de transporte.
El administrador de la institución, Fernando Durán, quedó tan impregnado de su entusiasmo, su deseo de superación y la fe puesta en su pequeña empresa que, de inmediato, envió a El Corozo una comisión de técnicos y funcionarios, para evaluar la factibilidad de concederles el préstamo solicitado.
Tan pronto terminaron esas evaluaciones, el Banco Agrícola les entregó un financiamiento a tasa cero de RD$1.5 millones para la compra de la furgoneta.
Durán viajó a esa pequeña comunidad, junto a la subadministradora general, Gloria Furcal; el gerente de Monte Plata, Jorge Carrasco Pérez y el subgerente de la oficina de Yamasá, Jonathan Contreras, para entregar las llaves del vehículo solicitado.
La entrega se produjo durante un acto al que asistieron la gobernadora de Monte Plata, Rafaela Javier Gomera; la alcaldesa, Altagracia Herrera y otras autoridades gubernamentales, municipales y políticas de la provincia.
También les prometió intervenir ante los dueños de supermercados de la capital para que apoyen a estas mujeres, comprando sus productos en grandes cantidades.
“Ustedes son un ejemplo y tenemos que potencializar ese ejemplo”, manifestó el administrador del Banco Agrícola.
Durán agregó “espero que este apoyo, con esta furgoneta, para que lleven sus productos a los mercados, sea el punto de partida de muchas iniciativas que nosotros queremos hacer con ustedes, porque eso es lo que necesita este país, que las personas que tienen ideas, que tienen el emprendimiento, iniciativas reciban el apoyo”.
“Tenemos la convicción de que vamos a ser grandes”, asegura Florencia de la Cruz, tras señalar que ahora van por sendas máquinas para producir a gran escala la manteca y la cocoa, dos de los productos más solicitados, cuyo valor supera los RD$500,000.
Todavía no tienen una empleomanía fija, pero las aspiraciones de estas microempresarias es que, poco a poco, el negocio se llene de empleados de su comunidad.
“De esa manera estaremos contribuyendo al progreso de El Corozo Abajo, que es nuestro gran sueño”, expresó Florencia.
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