Washington, 10 ene (EFE).- La congresista demócrata Gabrielle Giffords sigue grave aunque con esperanzas de sobrevivir tras el ataque que sufrió ayer en Arizona, y que ha disparado todas las alarmas en Estados Unidos por la violencia verbal con la que se expresan sus políticos.
La clase política en general lanzó hoy un llamamiento público para bajar el tono de su debate, que alcanzó temperaturas extremas durante la última campaña electoral, con temas candentes como la reforma a la salud o la reforma migratoria.
Giffords, quien ayer recibió un disparo en la cabeza cuando se disponía a reunirse con votantes, había sido criticada por los más conservadores por su apoyo a la reforma sanitaria, y el día que fue aprobada en la Cámara de Representantes, su oficina fue objeto de un ataque vandálico.
En el tiroteo, perpetrado por Jared Loughner de 22 años, murieron 6 personas y 14 resultaron heridas.
"Vivimos en un mundo de imágenes y palabras violentas, pero los que ocupamos un cargo público y los periodistas que nos cubren debemos reflexionar e intentar apaciguar la retórica", dijo hoy en CNN el senador Dick Durbin, de Illinois.
El senador republicano Lamar Alexander reconoció hoy que pese a las diferencias de pensamiento "tenemos que bajar el tono, tratarnos unos a otros con respeto, respetando nuestras ideas, incluso, en temas difíciles como la inmigración, los impuestos o la reforma de salud, hacer nuestro trabajo de la mejor manera sin inflamar las pasiones".
Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo que el atentado no impedirá a los legisladores seguir con su trabajo, aunque anunció que la polémica votación para revocar la reforma a la salud, prevista inicialmente para este miércoles, será pospuesta.
Pero los llamamientos contra la violencia verbal no vinieron solo del lado político, sino también de los familiares de las víctimas, entre las que se encontraba Christina Taylor Green, una niña de 9 años que nació el día de los atentados del 11-S, y que acudió al acto de Giffords interesada en aprender de la política.
"Detengan la violencia, detengan el odio", dijo la madre de la pequeña, Roxanna Green, en una emocionante intervención telefónica en un programa de la cadena MSNBC.
La madre recordó que Christina había aparecido precisamente en el libro "Rostros de la Esperanza" sobre los nacidos el 11 de septiembre de 2001. "Quiero que su memoria permanezca entre nosotros, como la cara de la esperanza, la cara del cambio", apuntó.
Mientras tanto, la congresista Giffords sigue luchando por su vida en el Hospital de la Universidad de Arizona, donde los doctores, pese a la gravedad de su caso, siguen siendo ligeramente optimistas.
El jefe de traumatología, Peter Rhee, indicó que debido a la operación que se le realizó tras el disparo en la cabeza y a que está con ventilación asistida, no puede hablar, aunque sí es capaz de "comunicarse, de responder a órdenes simples"."Ha podido comunicarse de una manera no verbal", señaló y añadió que los doctores están "muy, muy animados" por esta respuesta.
El jefe de neurocirugía del hospital, Michael Lemole, explicó que la bala le atravesó el cráneo por el lado izquierdo, aunque sin cruzar de un hemisferio a otro, lo que calificó como una circunstancia positiva.
"La principal preocupación ahora es la inflamación del cerebro", dijo Lemole, quien explicó que al retirar parte del cráneo, se impide que los huesos constriñan al cerebro, lo que ocasionaría daños adicionales.
Hoy, el presidente de EE.UU., Barack Obama, telefoneó al esposo de la congresista, Mark Kelly, para darle su apoyo e interesarse por el estado de la legisladora.
Kelly es un astronauta de la NASA que ha participado en varias misiones a la Estación Espacial Internacional.
Por otro lado, Obama convocó para mañana a las 11.00 hora local (16.00 GMT) a un "momento de silencio" por las víctimas del ataque de ayer en Arizona. Además, ordenó que las banderas de los edificios públicos ondeen a media asta desde hoy y hasta el próximo viernes 14 de enero.
Mientras prosiguen las investigaciones sobre el atentado, las autoridades han formulado de momento cinco cargos contra Jared Loughner, tres por intento de asesinato y dos por asesinato en primer grado de cargos públicos o sus colaboradores.
La policía también buscaba a un segundo sospechoso que fue visto en el lugar de los hechos, pero tras interrogarlo descartó su participación, al constatar que era el taxista que trasladó a Loughner al evento. Ahora, la principal hipótesis es que el joven actuó solo.
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