Hoy se cumplen 20 años de la investidura cardenalicia del Arzobispo Primado de América, monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, quien recibió el birrete y la bula de su nombramiento en la Ciudad del Vaticano, durante una peculiar ceremonia encabezada por el Papa Juan Pablo II, el 28 de junio de 1991.
Con el birrete y el anillo cardenalicio, que al día siguiente le colocó en su mano derecha el mismo Papa Wojtila, el arzobispo de Santo Domingo pasaba a formar parte del particular Colegio de los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, con pleno derecho a participar en la elección del Romano Pontífice y a ser electo él mismo para ocupar la más alta cátedra de la Iglesia Católica.
Como de hecho se resaltó cuando, tras el fallecimiento del Papa Juan Pablo II, fue citado por medios internacionales entre los cardenales latinoamericanos posibles sucesores del Romano Pontífice.
A López Rodríguez le correspondió, a partir de su investidura, asistir al Papa, tanto colegialmente, cuando los cardenales son convocados para tratar cuestiones de mayor importancia, y, personalmente, mediante los distintos oficios que desempeñan ayudando al Papa en el gobierno cotidiano de la Iglesia universal.
Cuando fue investido Cardenal, Juan Pablo II le asignó el título de San Pío X en la Balduina (Roma), una vieja costumbre con los miembros de la primera orden del Colegio Cardenalicio, la episcopal, a la que pertenece López Rodríguez como Arzobispo de Santo Domingo.
Misiones pontificias
La elevación a la dignidad de Cardenal de López Rodríguez se produjo dos meses después de que fuera elegido, el 25 de abril de 1991, presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que se preparaba para su IV Conferencia General, que fue celebrada en Santo Domingo en octubre de 1992. El Papa lo designó entonces copresidente de esa Conferencia General de los obispos del Continente.
Terminada la Conferencia y las celebraciones del V Centenario del Descubrimiento y del inicio de la Evangelización en América, López Rodríguez empezó a cumplir diligentemente las encomiendas del Romano Pontífi ce.
El Papa con frecuencia encomienda a los cardenales que le representen en alguna celebración solemne o reunión como Legatus a latere, es decir, como si fuera «él mismo», y también a aquél a quien encarga el cumplimiento de una determinada tarea pastoral como enviado especial suyo, compete únicamente aquello que el mismo Romano Pontífi ce le haya encargado.
El 20 de mayo de 1993, Su Santidad Juan Pablo II le designó Legado Pontifi cio al XLV Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Sevilla, (España), más adelante Enviado Especial para presidir el VI Congreso Nacional Mariano de Ecuador, celebrado en la ciudad de Loja en 1994.
Fue nombrado miembro de la Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada celebrado en Roma en 1994, y enviado especial del Papa para presidir el IV Congreso Eucarístico Nacional del Uruguay, en el año 2000, y por igual representó al Papa presidiendo las celebraciones del V Centenario de la Primera Misa en Honduras y en tierra fi rme de América, en 2002.
En 2006 el Papa Benedicto XVI lo designa Enviado Extraordinario para presidir los actos organizados en ocasión del IV Centenario de la Muerte de Santo Toribio de Mogrovejo en Lima, Perú.
En su condición de Cardenal de la Iglesia Romana, López Rodríguez pertenece a los siguientes Dicasterios: Congregación para el Clero, Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, Pontifi cio Consejo para las Comunicaciones Sociales y Pontifi cia Comisión para América Latina.
Su vida Nacido en Barranca, La Vega, el 31 de octubre de 1936, el cardenal López Rodríguez, es probablemente el más destacado e infl uyente de los arzobispos que ha tenido en toda su historia la capital dominicana. “Su eminencia”, como le dicen muchos, o “cardenal” como le dicen otros, fue elevado a la dignidad cardenalicia con apenas 13 años de haber sido designado Primer Obispo de San Francisco de Macorís el 16 de enero de 1978, y a 10 años de ser instalado Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, el 15 de noviembre de 1981.
Esta designación llamó la atención entonces, pues apenas cumplía tres años como obispo de San Francisco de Macorís. Fue elegido primer vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en marzo de 1987, y presidente en 1992.
Formación y estudios
El cardenal López hizo los estudios de filosofía y teología en el Seminario Pontificio “Santo Tomás de Aquino” de Santo Domingo, en donde obtuvo el bachillerato en Sagrada Teología, fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1961.
Después de la ordenación sacerdotal, continuó sus estudios en Roma (1963-1965), donde se doctoró en sociología pastoral en el Centro Internacional para la Formación Sociológica del Clero (CISIC), y la licenciatura en ciencias sociales por la Pontificia Universidad “Santo Tomás in Urbe” (Angelicum).
Luego hizo dos cursos de actualización en Derecho canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Es Ordinario Castrense para la República Dominicana, desde el 4 de abril de 1982, fue elegido presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), y reelegido en las Asambleas Plenarias de 1987, 1990 y 1993, 1996,1999 y 2008.
Distinciones
Ha recibido numerosas distinciones y condecoraciones, no solo de parte de sus sacerdotes, hermanos obispos y la Curia Romana, sino de todos los sectores nacionales.
Ha sido condecorado con la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, en el Grado de Gran Cruz Placa de Plata; de la Gran Cruz de Isabel La Católica, de España; la Condecoración de la Orden de Mayo al Mérito, en el Grado de Gran Cruz, de Argentina; la Condecoración “Orden del Sol” otorgada por el Gobierno Peruano, el 26 de abril del año 2006.
El Ayuntamiento de Santo Domingo, Distrito Nacional, lo reconoció como “Hijo Meritísimo de la Ciudad de Santo Domingo” y le entregó el Escudo Heráldico en Oro de la Ciudad Primada de América. El presidente de Panamá, Sr. Martín Torrijos le otorgó la Orden Vasco Núñez de Balboa, en el grado de Gran Ofi cial, en junio de 2009.
Ha recibido doctorados Honoris Causa de la Universidad Católica Santo Domingo y su facultad de Humanidades (1991), Universidad de Creighton, Omaha, Nebraska (Estados Unidos), por sus servicios humanísticos (1991).
Por igual, de Universidad de Miami, la de Puerto Rico y la PUCMM de Santiago.
UN POCO DE HISTORIA
Para ser promovido a Cardenal, el Romano Pontífice elige libremente entre aquellos varones que hayan recibido al menos el presbiterado y que destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos; pero los que aún no son obispos deben recibir la consagración episcopal.
Los cardenales son creados por decreto del Romano Pontífice, que se hace público en presencia del colegio cardenalicio; a partir del momento de la publicación tienen los deberes y derechos determinados por la ley.
Los cardenales ayudan todos ellos colegialmente al Pastor supremo de la Iglesia, sobre todo en los Consistorios, en los que se reúnen por mandato del Papa y bajo su presidencia; hay consistorios ordinarios y extraordinarios.
Los cardenales tienen el deber de cooperar diligentemente con el Romano Pontífice; por tanto, los cardenales que desempeñen cualquier oficio en la Curia y no sean obispos diocesanos, están obligados a residir en la Urbe, los cardenales a quienes se ha confiado una diócesis en calidad de obispo diocesano, han de acudir a Roma cuantas veces sean convocados por el Romano Pontífice.
Han de promover el bien de esas diócesis e iglesias con su consejo y patrocinio, pero no gozan de potestad alguna de régimen sobre ellas, y de ningún modo deben inmiscuirse en lo que se refiere a la administración de sus bienes, disciplina o servicio de las iglesias.
A partir del año 1150 formaron el Colegio Cardenalicio con un decano, que es el Obispo de Ostia, y un camarlengo en calidad de administrador de los bienes. Desde el año 1059 son electores exclusivos del Papa. En el siglo XII se comenzaron a nombrar Cardenales también a los prelados que residían fuera de Roma.
Desde el siglo XII preceden a los obispos y arzobispos; desde el siglo XV también a los Patriarcas (Bula Non mediocri de Eugenio IV, (año 1439); y, aun siendo simples sacerdotes, tienen voto en los concilios. El número de los cardenales, en los siglos XIII-XV, ordinariamente no superior a 30, fue fijado por Sixto V en 70: 6 cardenales obispos, 50 cardenales presbíteros, 14 cardenales diáconos (Constitución Postquam verus, del 3 de diciembre de 1586).
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