“Me siento destruida, deteriorada y olvidada”, afirma la señora Fideli Merena Furcal Díaz, de 41 años, porque luego de conseguir un empleo en una escuela está al punto de perderlo, debido a que los vecinos se oponen solo por el hecho de ser una exreclusa.
El mes pasado, Furcal Díaz fue nombrada como encargada de mayordomía en la escuela José Bordas Valdez, del sector Los Ángeles, en el kilómetro 13 de la autopista Duarte, donde reside, pero vecinos se oponen a que ocupe el cargo porque es una expresidiaria, pese a que salió en libertad en el 2010.
Contó que debido a una llamada anónima que hicieron comunitarios al Distrito Escolar del área, su directora Ramona Araujo adoptó la decisión de enviarla para su casa hasta que resuelva la situación y le informó que luego le avisaba para que se reintegrara. Pero ella teme ser cancelada cualquier día si no recibe respaldo de las autoridades de Educación, para evitar que sea discriminada.
Manifestó que personas de la comunidad llamaron al Distrito Escolar para decirle a la persona que la ayudó que lo hizo mal con nombrarla porque ella había estado presa.
Narró que la encargada del Distrito luego le preguntó el porqué no le había informado ese hecho, a lo cual le respondió que en el sistema del nuevo modelo penitenciario se les da la oportunidad a los internos para prepararse para cuando salieran pudieran insertarse en el ámbito laboral y social. Cree que la funcionaria del Distrito no lo hizo mal al confiar en ella dándole un empleo, porque sabe que tiene que cumplir. “La gente te quiere condenar de por vida aunque tú cambies, entonces ya estoy muerta”, comenta en entrevista realizada vía telefónica.
Rechazo
Desesperada por el rechazo que ha recibido del entorno social en que se desenvuelve, ayer visitó a las autoridades del Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria para solicitar su apoyo, a fin de que la dejen trabajar tranquila, porque ya cumplió la pena de dos años que le fue impuesta por el delito de robo, que cumplió en el Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey Mujeres.
Desesperada por el rechazo que ha recibido del entorno social en que se desenvuelve, ayer visitó a las autoridades del Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria para solicitar su apoyo, a fin de que la dejen trabajar tranquila, porque ya cumplió la pena de dos años que le fue impuesta por el delito de robo, que cumplió en el Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey Mujeres.
Madre soltera, con tres hijos, Furcal Díaz fue designada en el plantel escolar el 17 de agosto como encargada de mayordomía, con un salario de 7,890 pesos, en tanda vespertina, cuyo oficio aspira desempeñar para mantener a su familia.
Dice que en la cárcel realizó varios cursos técnicos. Habla inglés y francés, idiomas que aprendió antes de estar recluida.
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LUCHA POR UNA OPORTUNIDAD
Antes de caer en el delito, había cursado cinco semestres de mercadeo, pero no continuó desde la cárcel porque en esa fecha en que guardaba prisión no había programas de educación superior como ahora. Su aspiración era inscribirse en la universidad cuando saliera de prisión, pero ya está desmotivada porque cree que tampoco le darán oportunidad. “No voy a invertir cinco años haciéndome profesora de idioma, pues sé hablar inglés y francés, para que cuando yo termine mi carrera, sin poder, haciendo sacrificios, digan que tampoco puedo trabajar. De qué me sirve”, expresa.
LUCHA POR UNA OPORTUNIDAD
Antes de caer en el delito, había cursado cinco semestres de mercadeo, pero no continuó desde la cárcel porque en esa fecha en que guardaba prisión no había programas de educación superior como ahora. Su aspiración era inscribirse en la universidad cuando saliera de prisión, pero ya está desmotivada porque cree que tampoco le darán oportunidad. “No voy a invertir cinco años haciéndome profesora de idioma, pues sé hablar inglés y francés, para que cuando yo termine mi carrera, sin poder, haciendo sacrificios, digan que tampoco puedo trabajar. De qué me sirve”, expresa.
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