Los trabajos de la segunda línea del Metro de Santo Domingo han avanzado en un 55%, pero se desconoce cuándo estará concluida la obra y se mantiene la cifra de inversión en 760 millones de dólares.
Esa inversión corresponde a la construcción de los 13 kilómetros de esta línea que se extiende desde la avenida Luperón hasta la cabecera occidental del puente Francisco del Rosario Sánchez y a la adquisición de los trenes.
Este tramo es sólo una porción del ambicioso proyecto que comenzaría en Los Alcarrizos y culminaría en San Isidro, en el municipio Santo Domingo Este, pero que debido al aumento de los costos tuvo que ser descartado, declaró Leonel Carrasco, subdirector de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET).
La línea original contemplaba 34 estaciones. Hasta el momento se han excavado y edificado los túneles desde la avenida Luperón hasta la avenida Máximo Gómez. Los trenes podrían llegar al país en enero de 2012. La instalación de los vagones es un proceso más ágil que los trabajos de preparación del terreno, aseguró Carrasco.
Sin embargo, el funcionario no pudo especificar la fecha de apertura de la línea aunque aseguró que el presidente Leonel Fernández junto a los legisladores darán su primer paseo el 27 de febrero del próximo año. En esta línea del metro unas tres mil personas trabajan directa e indirectamente.
Además se han utilizado más de 600 empresas contratistas. La segunda línea del metro es totalmente dominicana.
Su construcción ha estado en manos de ingenieros dominicanos y hasta los nuevos conductores de trenes que se preparan serán dominicanos instruidos por nativos que se instruyeron en el extranjero. “La línea dos se construye con las últimas reglamentaciones en materia de sismo”, aseguró Carrasco.
Inestabilidad del terreno en una zona
La inestabilidad del terreno desde la avenida Gregorio Luperón hasta la avenida Winston Churchill provocó contratiempos en los trabajos.
Carrasco explicó que en la zona debieron implementar una técnica especial conocida como “pilotaje profundo”, pues la zona está compuesta por una arcilla blanda, de características antieconómicas y no propicias para la construcción. “No es un terreno estable, cuando hay cambios de temperatura y agua es más difícil”, dijo.
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