V ender café es un oficio común, pero cuando el que lo hace se sale del molde, llama la atención no solo por el sabor y la dulzura, sino por el “donaire y glamour”, como es el caso de Reynaldo Martínez Espinal.
Este hombre oriundo de La Romana, ha hecho una marca, por su puntualidad y aparte de la exquisitez y cualidades que los dominicanos disfrutan en cada sorbo de esta bebida, él le agrega su propio sello.
Con 36 años, lleva diez en el oficio. Lo hace diariamente excepto los domingos y se ha vuelto una figura conocida. Posee una carretilla debidamente decorada con la que mueve el producto, desde su casa al punto de venta.
En su móvil, lo lleva colado y endulzado, utiliza aditamentos para los clientes que lo deseen; azúcar blanca, crema, cremora, cucharita para mover y sendos embases térmicos, para mantener la temperatura.
Aunque ha estado en otros lugares, su punto por excelencia es frente a la ferretería del Detallista en el sector Villa Verde. Algunos le llaman Taito, pero no le gusta mucho. Es consagrado y raya en los extremos con su vestimenta impecable para sentarse a dar el servicio que inicia en dos tandas, una desde las 6:30 a.m. y otra a las 2:00 p.m.
Reynaldo es hijo de Gladys Espinal y Domingo Martínez, quienes residen en el sector Papagayo. No tiene hijos ni esposa, pero se levanta desde las 5:30 de la mañana a su labor, primero en la parada Pío Taxi y luego a los detallistas cuando abren el local.
Es higiénico y puntual. Su pantalón es siempre del mismo color que la chaqueta. En ese estilo tiene más de 15 en su guardarropa, la que en principio, tuvo vergüenza de mostrar a los periodistas. Su dedicación le genera pocos recursos aunque sí constantes, con los que aporta a su madre en su casa.
Pero Rey no solo es un vendedor de café atípico. Quiso ser un abogado y de ahí su interés por la historia griega. Te habla de Grecia, de lo que Hitler le hizo a los judíos, los nazis y del por qué Duarte, cuya madre es Manuela Diez Jiménez, murió en Venezuela y no en el país.
Un imprevisto de salud le hizo dejar la escuela y la salida de una peluquería le hizo dedicarse a vender café. A veces le engañan con los fiao, pero él parece más interesado en hacer su trabajo bien y lucir impecable, que en los 300 pesos promedio que le deja la ocupación.
Reynaldo vende café con leche, café con cremora y café solo, de 10 y 15 pesos en envase plástico. Carga un espejo pequeño, peine y vaselina para el pelo con “look” artístico. Nunca falta el paraguas y muchas medallas en el pecho, algunas que ha comprado y otras que le han regalado aunque-aclara- no quiso ser militar.
Los empleados de negocios cercanos, choferes, asiduos compradores y vecinos le tienen como parte de la costumbre del lugar y un verdadero personaje, dedicado a su trabajo, sin retrasos, ni ausencia. Él lava y plancha su ropa y las mantiene en percha, sin repetir, ni aceptar manchas ni arrugas.
Quizás esperando que la vida le depare una oportunidad, teniendo como base el 2do de bachillerato que hizo, este hombre es un verdadero símbolo de trabajo que sobresale por su vestimenta, lo dócil y tímido que se gana la vida y una que otra gracia y ocurrencia con la que adorna su cotidianidad.
Vendedores ambulantes
De acuerdo a Wikipedia, el buhonero, a veces conocido como vendedor ambulante o vendedor callejero, especialmente en América, es el trabajador de la economía informal que comercia distintos bienes de consumo. Generalmente, se instala en pequeños kioscos (aunque a veces le basta con una simple mesa donde exponer la mercancía) en las aceras de las calles más transitadas de distintas partes de una ciudad
De acuerdo a Wikipedia, el buhonero, a veces conocido como vendedor ambulante o vendedor callejero, especialmente en América, es el trabajador de la economía informal que comercia distintos bienes de consumo. Generalmente, se instala en pequeños kioscos (aunque a veces le basta con una simple mesa donde exponer la mercancía) en las aceras de las calles más transitadas de distintas partes de una ciudad
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