En plena presencia de agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet), quienes están para hacer cumplir la ley de tránsito, y casi frente a un destacamento de la Policía Nacional en el kilómetro 9 de la autopista Duarte, operan varias bandas de “controles” de rutas de transporte público, quienes, a través de la fuerza, defienden “su territorio” e imponen lo que consideran su ley.
Para actuar, los grupos de hombres, que tienen “bases” en casi todas las paradas del Gran Santo Domingo y el Distrito Nacional, utilizan todo tipo de armas intimidatorias, como bates, cuchillos, piedras, palos, machetes y hasta de fuego.
¿Su trabajo? Impedir que choferes “piratas”, que son aquellos no autorizados por un gremio choferil a operar en la zona, aborden pasajeros en el área, lo que muchas veces pasa en las horas pico, debido a la cantidad de personas que se movilizan por razones de trabajo y estudio y la poca cantidad de vehículos disponible, lo que hace que éstos se monten en el primer carro que se detenga. En la acción se han visto perjudicadas personas que transitan en sus vehículos privados y se han detenido a montar o dejar a alguien conocido y han resultado lesionadas.
Parecería un trabajo normal y hasta valedero, si no fuera porque con sus acciones son muchas las personas que han resultados agredidas y hasta muertas, como ocurrió el martes 10 de este mes en la parada del kilómetro 9 con Wilfredo Molina Morilllo, de 45 años, ultimado de un disparo por el sargento mayor del Ejército de la República Dominicana Rubén Vásquez, quien estaba conchando de manera “pirata” y fue sorprendido por el hoy occiso, quien laboraba para la ruta 24, que va desde esa parada hasta el V Centenario. De acuerdo a datos de testigos, la víctima (que trabajaba como “control”) trató de bajarle los pasajeros del carro al hombre y lo enfrentó con un machete y recibió como respuesta un tiro mortal en el pecho. La versión no ha sido confirmada ni negada por las autoridades. En su informe, la Amet solo dice que lo apresó, sometió a la justicia y que investiga el hecho. En lo referente a cómo ocurrió el homicidio, la entidad señala que éste “se habría originado debido a que el agresor realizaba labores de “concho” (transporte de pasajero) sin estar afiliada a la referida ruta”.
A este ¿trabajo? se suma la usurpación de funciones, puesto que estos “controles” se erigen en representantes de la ley y hacen la labor de los agentes de la Amet, que son los que están autorizados por la normativa de tránsito (241) a ordenar el funcionamiento de éste. Las rutas son autorizadas por la Oficina Técnica de Transporte Terrestre (OTTT).
Cobro de peaje
Muchos de estos hombres también “trabajan” montando pasajeros a los conductores que hacen sus paradas en las rutas establecidas y por ello cobran una cuota que varía según la efectividad del servicio y, si la paga recibida no es la que ellos entienden, se tornar agresivos y armar un pleito. El dinero recibido tiene que ser superior a los RD$10.00 o RD$20.00 cada vez que montan pasajeros en un carro o guagua de concho. No aceptan RD$5 pesos, aunque solo hayan montado solo una persona. Se han dado casos que los “buscones” le han estrellado el dinero en la cara al chofer y lo han intimidado con sus métodos para que se vaya rápidamente del lugar.
¿Su modo de trabajar?
El más simple, el chofer se para en la ruta y los “buscones” (que así se hacen llamar) comienzan a buscar pasajeros, para lo cual vocean hacia donde se dirige el vehículo en cuestión y para lograr su cometido acosan a los transeúntes de tal forma que muchas veces se dan enfrentamientos entre ambos, y se han dado casos donde prácticamente han obligado a algunos de ellos a montarse en un vehículo equivocado, pues los toman de la mano y lo suben a la fuerza al vehículo. También engañan al pasajero mintiéndole con relación al lugar de destino con tal de lograr montarlo.
Luego viene el cobro, que exigen al chofer antes de éste arrancar. Son pocas las ocasiones que no se da una ligera o agria discusión por la poca paga recibida “por llenarle el carro”. La situación ha provocado riñas, que han concluido en apresamientos y muertes. Muchas de estas agresiones han resultado con golpes a los choferes, pasajeros y a los propios vehículos, que incluyen tubazos, roturas de vidrios, pinchamiento de gomas y otras acciones iguales de agresivas. Todo esto ocurre en presencia de los agentes de la Amet, que en esos casos solo se limitan a actuar cuando hay muertos de por medio o un pleito muy grande. Entonces separan a los grupos y todo sigue igual. Esta situación es reiterativa en la parada del 9 de la autopista Duarte.
El más simple, el chofer se para en la ruta y los “buscones” (que así se hacen llamar) comienzan a buscar pasajeros, para lo cual vocean hacia donde se dirige el vehículo en cuestión y para lograr su cometido acosan a los transeúntes de tal forma que muchas veces se dan enfrentamientos entre ambos, y se han dado casos donde prácticamente han obligado a algunos de ellos a montarse en un vehículo equivocado, pues los toman de la mano y lo suben a la fuerza al vehículo. También engañan al pasajero mintiéndole con relación al lugar de destino con tal de lograr montarlo.
Luego viene el cobro, que exigen al chofer antes de éste arrancar. Son pocas las ocasiones que no se da una ligera o agria discusión por la poca paga recibida “por llenarle el carro”. La situación ha provocado riñas, que han concluido en apresamientos y muertes. Muchas de estas agresiones han resultado con golpes a los choferes, pasajeros y a los propios vehículos, que incluyen tubazos, roturas de vidrios, pinchamiento de gomas y otras acciones iguales de agresivas. Todo esto ocurre en presencia de los agentes de la Amet, que en esos casos solo se limitan a actuar cuando hay muertos de por medio o un pleito muy grande. Entonces separan a los grupos y todo sigue igual. Esta situación es reiterativa en la parada del 9 de la autopista Duarte.
“En busca del moro”
Tantos los controles como los hombres que trabajan llenando carros o guaguas defienden la legalidad del trabajo que realizan argumentando que hay pocos empleos en el mercado y que ellos tienen que “buscársela” para llevar el moro a su casa. Dicen que lo hacen porque no encuentran trabajo y algo tienen que hacer para no estar vagos.
Hasta sicariato
Otro caso que se puede referir, aunque es de mayor envergadura e involucró a varias federaciones de transportista, fue el que se registró en enero de este año en las intercepciones de las avenidas Duarte con París, en el sector Villa María, del Distrito Nacional El caso dejó tres choferes muertos por el control de rutas y hasta el momento hay varios detenidos, incluido el regidor perredeísta Ericsson de los Santos Solís (Ney), a quien se le acusa de formar parte de una banda que se dedicaba al sicariato para controlar las rutas. El caso está judicializado y se ha reenviado varias veces.
Defienden la legalidad del trabajo
Tanto los controles como los hombres que trabajan llenando carros o guaguas defienden la legalidad del trabajo que realizan argumentando que hay pocos empleos en el mercado y que ellos tienen que “buscársela” para llevar el moro a su casa. Dicen que lo hacen porque no encuentran trabajo y algo tienen que hacer para no estar vagos.
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