Los apellidos del ahora policía pensionado, Salvador Díaz Rodríguez, intrigaron al temido esbirro Johnny Abbes García, cuando se enteró que estuvo presente en el operativo policíaco-militar que permitió hallar el cadáver del tirano Rafael Leónidas Trujillo, en la casa de Juan Tomás Díaz, uno de los complotados en el magnicidio del 30 de mayo de 1961.
Díaz Rodríguez, ahora de 86 años, refiere que vio el cadáver de Trujillo con un brazo y lado de la cara destrozados por los impactos que recibió en el baúl de un carro Chevrolet, uno de los usados en la operación contra el sátrapa en la hoy autopista 30 de Mayo.
Ese día presenció también como apresaron a Tomasito Díaz, de 21 años, a quien luego torturaron y asesinaron por tan solo ser el hijo de Juan Tomás Díaz.
Díaz Rodríguez cuenta que fue arrestado por órdenes de Abbes García, quien personalmente lo interrogó durante los 14 días que estuvo detenido y sometido a torturas psicológicas para determinar si tuvo alguna participación en el complot que le puso fin al régimen dictatorial.
“Me quitaron el uniforme, me dejaron en ropa interior y me trancaron”, dijo sobre por qué cayó en desgracia debido a su primer apellido “Díaz”, asociado a participantes en el ajusticiamiento del dictador, y el segundo “Rodríguez”, el mismo del hacendado mocano y luchador antitrujillista, Juancito Rodríguez.
En una entrevista concedida a LISTÍN DIARIO, María Mercedes Rodríguez (doña Pucha), hija de Juancito Rodríguez, declaró que en esa época ser pariente de Juancito era prácticamente una sentencia de muerte, la realidad que enfrentaba en ese momento el policía.
“Coño, qué alistado que lleva dos apellidos más desgraciados como éste”, recuerda Díaz Rodríguez que exclamó Abbes García cuando comenzó a interrogarlo en la sede del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), que estaba ubicado en un edificio adyacente al Palacio Nacional en la esquina de la calle 30 de Marzo con la hoy avenida México.
Cuenta que el sanguinario esbirro se reclinó en su sillón y le realizó la primera pregunta en tono amenazante: “Dígame una cosa alistado, dígame algo de la muerte de nuestro querido padre, generalísimo Rafael Leónidas Trujillo”.
“Respetuosamente, qué usted cree que puede saber un alistado de esta categoría de este crimen”, indica que le respondió a Abbes García, en quien notó la determinación de que fuera ejecutado, especialmente cuando en el curso del interrogatorio cometió el error de decirle que Tomasito Díaz era solo un joven inocente. “Cuando le dije que el hijo de Juan Tomás Díaz era inocente ese hombre quiso comerme y golpeó fuerte en el escritorio”, añadió.
Indicó que Abbes García llegó a hacerle la misma pregunta hasta tres veces de forma diferente, para darse cuenta si entraba en contradicciones.
Un primo que era segundo teniente y escribiente en el SIM le advirtió ese día que lo más probable era que no saliera con vida de aquel lugar.
Precisa que salvó su vida porque Agustín Pluyer Trujillo, muy amigo de su padre y quien tenía el apellido del dictador, pero no era de su familia, intervino desde la Fortaleza Ozama para evitar que lo mataran, lo que le permitió retornar incluso al servicio policial.
“El Rubito”, como le apodaban en la Policía a Díaz Rodríguez, explica que llegó a formar parte del personal al servicio de Trujillo porque el general Emilio Ludovino Fernández prefería tener cerca del dictador a agentes y militares con su porte y apariencia. “Yo era alto, joven, con los dientes bien bonitos y bien parado. A Trujillo le ponían al lado esos hombres que vestían bien, que tenían representación”, agregó.
Siempre era colocado en el punto donde confluyen ahora las avenidas George Washington y Máximo Gómez cuando Trujillo se dirigía a San Cristóbal, de donde luego retornaba al Palacio Nacional.
“Yo solo escuchaba y callaba”, dijo sobre el enorme compromiso de estar cerca de una persona con tanto poder en el país.
Fue jefe del SIM. Johnny Abbes García, el temido sanguinario y esbirro del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
¿Abbes murió o está vivo?
Díaz Rodríguez revela que en el tiempo que estuvo de servicio en el Palacio Nacional, conoció a una mujer haitiana que entraba sin restricciones a la casa de gobierno en una camioneta Chevolet.
Díaz Rodríguez revela que en el tiempo que estuvo de servicio en el Palacio Nacional, conoció a una mujer haitiana que entraba sin restricciones a la casa de gobierno en una camioneta Chevolet.
Se le identificó solo como “Anacaona”, aunque está convencido que no era su verdadero nombre, y le contó que viajaba cada 15 días de Haití a República Dominicana. La define como una dama elegante, fina, esbelta y bien vestida.
El agente solía piropear a la dama y en una ocasión le dijo que se quedara con él en el país, a lo que solo le respondió: “Salvador, tengo una misión que cumplir”.
Refiere que en otra ocasión le preguntó por la suerte de Abbes García, porque las informaciones manejadas en el país indicaban que nunca aceptó un cargo diplomático en Japón y que se encontraba en Haití, donde habría sido asesinado.
“Militares dominicanos fueron a matarlo, y está muerto”, dijo que le confesó la mujer, versión que contradice la que asegura que militares al servicio del dictador Francois Duvalier (Papa Doc) asesinaron al esbirro dominicano en Puerto Príncipe.
Considera que Abbes García fue el responsable de que Trujillo cayera en desgracia porque se extralimitó con los crímenes y torturas atroces que cometió como jefe del temible SIM.
No oculta su animadversión hacia el despiadado jefe del SIM. “Si tuviera a Abbes frente a mí, me lo comería vivo”, declaró respecto al esbirro, a quien calificó como un hombre frío y una de las personas que le han hecho más daño a la República Dominicana.
Sugirió hurgar en los archivos del Ejército de la República Dominicana para descubrir y mostrarle al país todos los crímenes que cometió Abbes García y que todavía muchos se desconocen. Y a los medios de comunicación les sugiere evitar usar fotos donde aparece Abbes García con cara de angelito, porque asegura era “más que un demonio”.
Considera una fábula decir que Abbes García no ha muerto, al igual que en una ocasión decían también que Trujillo estaba vivo, cuyo cadáver llegó a tocar cuando lo hallaron en la casa de Juan Tomás Díaz.
En entrevista para LISTÍN DIARIO, revela que otra indiscreción que cometió como policía fue cuando un día llegó con un mensaje al antedespacho del SIM y no había nadie en el lugar, pero al escuchar un quejido bajó bajo una escalera que conducía a una celda, donde observó a un esbirro introduciéndole un cuchillo a una persona en el pecho.
Explicó que pudo salir de esa situación al argumentar a sus superiores que bajó porque pensaba que ocurría algo anormal con el encargado de custodiar la casa de guardia, a quien le pusieron 20 días de arresto por dejar la oficina sola.
Díaz Rodríguez, quien reside en Piedra Blanca, provincia Monseñor Nouel, tiene también la nacionalidad estadounidense, es padre de seis hijos y pensionado de la Policía.
Refiere que en otra ocasión se le escapó a la muerte cuando se dirigía en una motocicleta y fue impactado próximo al Típico Bonao por un vehículo que lo arrastró por unos 30 metros. En el lado izquierdo de su rostro lleva las huellas de ese episodio, 70 puntos, once cirugías y un ojo que lagrimea con frecuencia. FUENTE LISTIN DIARIO
Testimonio. El periodista Juan Salazar, de Listín Diario, habla con Salvador Díaz Rodríguez, un expolicía ahora en condición de pensionado, sobre acontecimientos relacionados con las acciones criminales de Johnny Abbes.
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