Los monjes budistas de Tailanda reciben cada día miles de ofrendas en forma de bebidas azucaradas o bollería industrial, una costumbre que está disparando los casos de obesidad.
"Antes de venir aquí y ponerme a régimen, apenas podía caminar cien metros sin cansarme", explica a la AFP Pipit Sarakitwinon, que ha venido hasta un hospital especializado en tratamiento de monjes para hacerse un chequeo.
Desde que se puso a dieta a principios de año ha pasado de 180 a 150 kilos. En este país de 70 millones de habitantes y mayoritariamente budista hay 300.000 monjes.
La tradición de hacer ofrendas a los monjes para atraer la suerte está muy arraigada en Tailandia, pero también en Birmania y en Camboya, donde las estatuas representan a Buda con mofletes.
Pero el clásico bol de arroz se ha transformado en cestas llenas de "comida basura", como patatas fritas y bebidas energéticas, que la población sigue ofreciendo pese a los escándalos que han salpicado a los monjes del país, acusados de vivir como ricos o de malversar dinero.
Por todas partes, incluso en las grandes ciudades como Bangkok, la imagen de los monjes descalzos caminando al amanecer sigue siendo muy frecuente.
Aún así, muchos reciben las donaciones sin moverse del templo. En los supermercados, hay estantes enteros dedicados a estas ofrendas, ya listas para regalar en un cubo amarillo.
"Si se comen nuestra comida y están satisfechos, creemos que los alimentos serán transmitidos a nuestros queridos difuntos", explica Prachaksvich Lebnak, un responsable del ministerio de Sanidad. "Algunos incluso les ofrecen cigarrillos", señala.
Bebidas azucaradas
Las ofrendas demasiado calóricas, demasiado azucaradas o demasiado saladas está provocando un aumento de las diabetes y la hipertensión entre el clero budista que ha alertado a las autoridades sanitarias, en un país en el que la obesidad va en aumento.
Según un estudio realizado este año en el noreste de Tailandia, uno de los Estados más afectados por la obesidad en Asia, el 15% de un grupo de más de 3.500 monjes sufre obesidad.
Según el profesor universitario Jongjit Angkatavanich la tasa de obesidad llega incluso hasta el 48% entre los monjes encuestados.
El principal enemigo son las bebidas azucaradas, que los monjes consumen en gran cantidad porque no están autorizados a tomar alimentos sólidos después del mediodía. Las autoridades sanitarias intentan sensibilizarlos para que coman más sano.
En un hospital de Bangkok para monjes, un gran cartel en la entrada les explica que "el agua es la mejor bebida". "Debe consumir menos de seis cucharas de azúcar al día", reza otro cartel, que muestra una lista de las bebidas azucaradas más corrientes —como el té verde, los refrescos o las bebidas energéticas— junto el número de cucharadas de azúcar por botella.
En diciembre de 2017, la junta militar en el poder en Tailandia publicó una Carta Sanitaria para los monjes, instándolos a cuidarse. Se organizaron clases de dietética, incluso en monasterios de zonas rurales, para intentar cambiar sus hábitos de alimentación.
Pero el problema es que los monjes están obligados a aceptar todas las ofrendas porque "según la enseñanza de Buda, uno tiene que aceptar todo lo que le ofrecen", recuerda Phra Rajvoramuni, un monje que participó en la redacción de la carta.
Además, en Tailandia, los monjes no deben hacer deporte. Para paliarlo Phra Rajvoramun propone ejercicios como "la marcha meditativa, hacer limpieza en el templo por la mañana o barrer" de forma dinámica.
Pipit ha seguido su consejo. Camina más y se esfuerza por comer menos. "Ahora presto atención a la comida que me ofrecen los aldeanos", afirma. DE AFP
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