Haber transcurrido 254 días de la conquista del Clásico Mundial no fue óbice para que el equipo dominicano de béisbol recibiera un cálido y mayúsculo apoyo por parte de un pueblo que se rindió a sus pies y agradeció, a través del fervor mostrado, los gratos momentos que le hicieron vivir durante las dos semanas que duro el certamen.
Muchos pensaban que tras coronarse el pasado 19 de marzo y luego de saborear una extensa temporada de Grandes Ligas con actuaciones destacadas de muchos de los quisqueyanos que participan allí, así como la corona mundial obtenida por un equipo popular en el país como los Medias Rojas de Boston, los dominicanos olvidarían un poco los actos de celebración que se habían prometidos, luego que los héroes del país comenzaron a dispersarse hacia diferentes destinos con una sonrisa a flor de labios y el orgullo de ser protagonista de un acontecimiento gigante e histórico para su nación.
Pero no, hoy cuando el contingente de jugadores e integrantes del cuerpo técnico arribaron a las proximidades del estadio Quisqueya pasadas las cuatro de la tarde los esperaba una gran muchedumbre preparada para realizar junto a ellos el recorrido de unos 20 ó 25 kilómetros, pues entendía que era justo realizar una gran celebración.
El corazón les palpitaba con mayor aceleración a los cientos de seguidores cada vez que veían llegar a uno de estos héroes quisqueyanos, como aconteció con José Reyes, Hanley Ramírez y Robinson Canó, quienes arribaron juntitos al parque capitalino, hecho que llamó de inmediato la atención de los amantes del béisbol.
“Mira a Hanley, Observen a Robinson Canó”, era el murmullo de un buen grupo de fanáticos, muchos de ellos apenas los han observado por televisión, leído sobre sus historias en los periódicos o mediante la internet.
Tras una media hora en el Quisqueya, en el que intercambiaron la gala exhibida en su encuentro con el presidente, quien le entregó los anillos de campeón, por un t-shirt blanco alusivo al clásico, inició el desfile de los campeones en tres gigantescas patanas, en una viajaban los jugadores, en otra varios amigos y familiares, mientras que en una tercera transitaban ejecutivos de la Federación Dominicana de Béisbol, así como varios familiares.
En motores, carros, jeepetas, a pie, cientos de simpatizantes iniciaron el recorrido que salió desde el estadio Quisqueya y comenzó su trayectoria por la Pepillo Salcedo y la Arturo Logroño hasta doblar a la derecha en la Ortega y Gassets y luego hacer una izquierda en la John F. Kennedy.
En la medida en que el recorrido tomaba su curso de esta misma manera la congregación se convertía en más numerosa y alegre entonando el popular merengue Dominicano Soy, de Fernandito Villalona, un símbolo de los dominicanos, así como otras interpretaciones de este género, tan seguido como el mismo béisbol.
En el desfile no podía faltar el platano, famoso rubro que se convirtió en la inspiración y símbolo de los dominicanos durante la congregación de encuentros entre lás principales potencias de béisbol a nivel mundial. Muchos de los vehículos iban con racimos de platanos, las personas los llevaban en sus manos y por momentos olvidaban las cervezas.
Algunos de los peloteros en el desfile fueron Canó, Hanley, Reyes, Edwin Encarnación, Nelson Cruz, Carlos Santana, Samuel Deduno, Wandy Rodríguez, Miguel Tejada, Erick Aybar, Fernando Rodney, Pedro Strop, Francisco Peña, Kelvin Herrera entre otros. Junto a ellos figuraba Tony Peña, el manager ganador, Moisés Alou, el gerente general, además de los miembros del cuerpo técnico.
“Cuando jugamos contra los Filis de Filadelfia en Tampa y observé cómo le bateamos a Cole Hamels me pregunté que este equipo estaba para algo grande”, expresó el receptor Carlos Santana, quien condujo de manera magistral el pitcheo dominicano, el cual presentó una de las mejores exhibiciones de pitcheo de toda la historia en cualquier certamen de béisbol. La efectividad colectiva del equipo fue de 1.75.
“Definitivamente fue un gran logro, competimos con gallardía para alcanzar esta corona y gracias a Dios que la alcanzamos”, expresó Nelson Cruz, otro de los principales héroes de la corona obtenida por los dominicanos.
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