En este cayito de forma alargada terminan las escalinatas del famoso puente peatonal de Santa Bárbara de Samaná, un símbolo de esta ciudad costera dominicana construido en los años 70 del siglo pasado.
Al frondoso montículo le llaman “Cayo del puente” y a la playita que se forma en uno de sus costados, frente al puerto del centro urbano, los lugareños le dicen “La playita del cayo”. Desde allí se obtiene una hermosa vista del puerto de Samaná a ras de agua y también del emblemático puente. Esta parte de la bahía parece un lago o, más bien, un balneario de aguas interiores de esos que aparecen en las películas románticas. Los niños disfrutan pasear en bicicleta entre piedras y guijarros, batear piedrecitas y tirarse al agua desde los árboles y desde el muelle. No es raro ver personas pescando con anzuelos.
Como las olas de verdad aquí solo se forman en tiempos de tormenta, la experiencia de bajar hasta la playa y zambullirse en las quietas aguas está más que recomendada para toda la familia.
Hay, además, otro atractivo que llega por sorpresa pero muy seguido.
Por algún motivo científico en espera de confirmación, los viajeros fieles a los cayos de Santa Bárbara notan que esta zona de la bahía de Samaná es uno de los lugares del país donde con mayor frecuencia se forman arcoíris. Un paisaje de una belleza irresistible.
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