Ensayo histórico de Alex von Tunzelmann revela ese respaldo de Eisenhower, Kennedy y Johnson por encima de las agresiones a Fidel Castro NUEVA YORK.- AP ``La guerra contra el terrorismo de George W. Bush no fue la primera vez que Estados Unidos le declaró la guerra a una idea'', dice Alex von Tunzelmann en su ensayo histórico más reciente, y cuyo título podría traducirse como ``Rojo vivo: Conspiración, asesinato y la Guerra Fría en el Caribe''. n los años 50, la amenaza percibida del comunismo obsesionaba a muchos funcionarios estadounidenses, a la vez que daba alas a la Unión Soviética.
El conflicto entre Estados Unidos y los soviéticos comenzó mucho antes de la crisis cubana de los misiles en octubre de 1962 y siguió durante mucho tiempo después, generalmente en secreto.
En última instancia, dice la autora, la sensación de seguridad de Estados Unidos dependía de si los gobernantes del Caribe eran pro-Estados Unidos. Esto a su vez se convirtió en sinónimo de anticomunista, en tanto procomunista significaba antiestadounidense.
La política de los presidentes Dwight D. Eisenhower, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson hacia el Caribe se basaba en esos postulados. Esto significaba apoyar a dictadores de derecha como el dominicano Rafael Trujillo y el haitiano Francois ``Papa Doc'' Duvalier, y atacar al nacionalista de izquierda cubano Fidel Castro.
Von Tunzelmann escribe que Castro buscó la alianza con Washington varias veces durante la revolución, pero la guerra secreta de la CIA en su contra lo arrojó a los brazos de Moscú.
Los comentarios de la autora son interesantes, aunque en ocasiones interfieren con la narración. Pero es difícil discrepar de ella cuando habla, por ejemplo, de la hipocresía de Estados Unidos al intervenir en Cuba para protegerla del comunismo y a la vez pasar por alto las violaciones de los derechos humanos en países vecinos.
Von Tunzelmann muestra vívidamente lo que era la vida en La Habana después que los rebeldes de Castro derrocaron al dictador Fulgencio Batista a fines de 1958.
El lector siente el terror de las mujeres y niños arrastrados a los bosques alrededor de Puerto Príncipe, donde los torturaban y mataban porque sus parientes eran opositores al régimen de Duvalier.
Algunos episodios son tan grotescos que resultan difíciles de creer. Otros son tan horripilantes que conmueven hasta las lágrimas.
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