Luego de 27 años laborando como enfermera en el hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, y salir padeciendo una dermatosis alérgica de contacto que le impide realizar cualquier otra labor, Teodora Pérez Lorenzo fue pensionada por discapacidad hace cuatro meses con apenas 4,000 pesos, pero el tratamiento médico le cuesta 3,500 pesos cada mes.
Vive en Canastica, San Cristóbal, y está casi segura que su enfermedad, que le mantiene casi imposibilitados sus brazos, la adquirió en medio de las faenas diarias propias de su trabajo. Ahora siente que las tantas horas de desvelos y esfuerzos dejados en las salas del hospital no valieron de nada.
Teodora, de 52 años, fue presentada a los periodistas por Francisca Peguero, presidenta de la recién activada entidad Asociación Nacional de Enfermeras (Asonaen), quien está solicitando la revisión de su caso, tras entender injusto que reciba tan baja pensión.
Dijo que ella como enfermera recibía un sueldo bruto de 20,800 pesos, pero que al ser pensionada por discapacidad parcial la ley establece el pago del 30% del salario base.
Eso hace, asegura Peguero, que decenas de enfermeras prefieran continuar trabajando enfermas, porque saben que los bajos ingresos con que serán pensionadas no les permitirán sobrevivir.
“Nosotras estamos llamando a las enfermeras a no aceptar esa pensión de miseria, y estamos solicitando la revisión del caso de Teodora, que fue pensionada a través de su afiliación al autoseguro del Instituto Dominicano de Seguros Sociales”, dijo.
Agregó que se está solicitando que esa pensión se ejecute a través del Ministerio de Hacienda.
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