Una pobreza profunda, un elevado nivel de conflictividad y la lejanía de los juzgados municipales han creado el escenario adecuado para que los moradores de nueve localidades dominicanas resuelvan sus conflictos por sí mismos, sin acceder a la justicia formal.
Los habitantes de La Ciénaga, en el Distrito Nacional, Las Caobas, en Santo Domingo Oeste, Cienfuegos y La Joya, en Santiago, donde los casos de violencia y criminalidad son frecuentes, ahora tienen cómo resolver sus choques por sí mismos, sin tener que acudir a la ley del más fuerte ni tampoco ante un juez.
Y esos son solo cuatro de los nueve lugares en los que la Casa Comunitaria de Justicia ha instalado centros de mediación en los que ayuda a la gente a dirimir sus conflictos por medio de la conciliación y el diálogo, como cuenta el abogado José (Chichí) Ceballos, que dirige la institución adscrita a la organización de la sociedad civil Participación Ciudadana (PC), y que en octubre próximo cumplirá 10 años desde que comenzó a funcionar.
Ceballos dialogó con Z101Digital sobre los logros que ha tenido los centros de mediación que, además de los sectores citados arriba, tiene presencia en los municipios de Mao y Esperanza, de la provincia Valverde, y también en Moca y La Vega.
Z101Digital (ZD): ¿Qué son las Casas Comunitarias de Justicia?
José Ceballos (JC): Son centros de mediación y resolución de conflictos que se están utilizando como mecanismo para lograr que las personas puedan resolver sus conflictos sin judicializarlos.
Usted sabe que la cultura, la práctica que se tiene desde hace mucho es que cualquier situación se deja al tiempo o se lleva a la justicia formal. Como resultado esto viene provocando un congestionamiento en la justicia y limita la capacidad de respuesta de la justicia formal.
Nosotros hemos creado las Casas, para resolver una serie de conflictos que se pueden resolver con la participación de la misma gente. En en una mediación, por ejemplo, quien toma la decisión final no es ni un abogado ni un juez, es el que está involucrado en el problema, y esto facilita que la gente se sienta escuchada, que no que la están defendiendo con un tecnicismo que no entiende, y para que los resultados sean duraderos.
Hay una característica y es que la Casa está dentro de la zona barrial, mientras más lejos del palacio de justicia mejor, porque está creada para que la gente pueda llegar con facilidad.
ZD: ¿Cómo funcionan las casas?
JC: Primero, contamos con funcionarios y personas que vienen del sector justicia. Por ejemplo, cada Casa tiene un fiscal. Ahora, ese fiscal no va allí a perseguir a nadie, ese fiscal va a conciliar, partiendo del tipo de caso que sea, porque hay casos que hay que enviarlos a justicia por su complejidad. Pero ahí tenemos mediadores especializados, que son personas que hemos venido capacitando desde hace 10 años, ya que la Suprema Corte de Justicia ha puesto un especial interés en desarrollar ese mecanismo.
Este aporte de los mediadores viene a consolidar una cultura de resolución de conflictos entre los interesados, que se complementa con el trabajo comunitario.
Las comunidades, sobre todo sus organizaciones, encuentran en las Casas Comunitarias de Justicia una cantidad de cursos y de talleres dirigidos a la construcción de la cultura de paz, estudian el conflicto y las alternativas para resolverlo. Es un trabajo coordinado entre autoridades, instituciones como Participación Ciudadana y organizaciones comunitarias del lugar.
ZD: ¿Cuántas casas comunitarias de justicia hay?
JC: Hay nueve casas. Dos en Santiago: una está en Cienfuegos, que fue la primera que se fundó; otra está en Santiago, pero en La Joya. Hay dos en la provincia Valverde: una en Mao y la otra en Esperanza. Tenemos una en Moca, una en La vega, una aquí en La Ciénaga y otra en Santo Domingo Oeste, en Las Caobas específicamente.
ZD: ¿Por qué en esas comunidades?
JC: En esas comunidades se dan tres razones básicas: una necesidad muy amplia, un nivel de conflictividad impresionante y la distancia física de las instancias judiciales.
ZD: ¿En qué tipo de casos median las CCJ?
JC: Hay un trabajo muy amplio y serio en cuanto a los temas familiares. Se presentan problemas de separación de bienes, con respecto a la guarda de los hijos, separación de los recursos, problemas hasta de herencia en los que si la familia no se pone de acuerdo puede generar unos conflictos muy serios.
Hay un trabajo muy amplio a nivel comunitario. En los barrios hay problemas de la tenencia de la tierra y los deslindes de las propiedades, así como asuntos de la mala canalización de las aguas residuales. Conflictos entre los jóvenes, dificultades muy serias con la salida de los estudiantes de las escuelas. Y hay problemas a veces incluso entre las mismas instituciones que no logran ponerse de acuerdo para desarrollar equis trabajo, coordinado o no. Entonces, hay un mundo de conflictos. Esto sin hablar ya de la violencia que se genera en la calle, la problemática que hay, y de los golpes y los asesinatos a las mujeres.
El trabajo de la casa también implica un trabajo con la juventud. Cada casa organiza anualmente un foro donde los jóvenes tocan los temas que más le preocupan durante ese año, crean una cantidad de sugerencias para las autoridades, y estas sugerencias se les entregan a los titulares de entidades públicas, para ver qué salida se les puede ir dando.
ZD: ¿Cuál es el perfil profesional y de trabajo comunitario de los mediadores?
JC: Un porcentaje muy elevado, yo diría un 95%, viene del trabajo comunitario. Son profesionales, pero que han trabajado por el desarrollo de su comunidad en diferentes momentos de su vida. Hay muchos, por ejemplo, jueces, que mantienen ese vínculo con la comunidad porque nacieron trabajando para ella. Son profesionales, la mayoría abogados, pero también hay sociólogos, bastantes psicólogos, profesores y los estudiantes universitarios de la zona.
Tenemos también acuerdo con algunas universidades nacionales que permiten que estudiantes de diferentes carreras puedan hacer pasantía en la casa, lo que significa un gran aporte al trabajo en las comunidades.
ZD: ¿Cómo median las Casas de Justicia en casos de la violencia contra la mujer?
JC: Nosotros jugamos, en los casos complejos, un juego de canalizador. Cuando llegan denuncias de violencia intrafamiliar nosotros tratamos de orientar, sobre todo a la mujer, en función de sus derechos y los pasos que puede dar. Si la cosa ya se complica, aunque desde el primer momento lo reportamos, tenemos canales con los organismos especializados para atender esos casos. Entonces lo derivamos y le damos seguimiento en esa instancia que es la que tiene la responsabilidad de dar respuesta a este tipo de casos.
ZD: ¿Qué cantidad de casos han resuelto en estos 10 años?
JC: Nosotros tenemos registrados 243 mil casos atendidos en estos 10 años. Es mucho con tan pocas casas y hay un nivel importante, un 60%, que la gente ha resuelto vía acuerdos y mediación. ¿Por qué la gente ha ido valorando esto?
Primero, porque se ha ido dando cuenta de que las soluciones son más duraderas; segundo, son gratuitas mientras que cuanto más dura un proceso más cuesta.
ZD: ¿Cuáles son las vías acceder a la mediación?
JC: Primero, las organizaciones con las que coordinamos hacen el trabajo de orientación en sus comunidades y conducen las personas a las casas en el trabajo que ellos entienden que les corresponde como junta de vecinos, por ejemplo.
Segundo, lo cursos que se desarrollan los fines de semana donde la gente va descubriendo que tiene esa alternativa. También las fiscalías estos casos que aparentemente no son tan complejos los deriva a la Casa Comunitaria de Justicia. En los destacamentos, la Policía está llevando cada vez más casos a la Casa, porque ahí está el fiscal, no tienen que salir a perseguir un fiscalía.
Y esto tiene un reconocimiento también por la Suprema Corte de Justicia, la Procuraduría General de la República, por la sociedad civil completa y por esta vía la gente se va informando. Los medios de comunicación les llama la atención que se resuelvan tantos casos, y aquí viene el otro factor, en tan poco tiempo. Un proceso de mediación no te tarda más de 15 días.
ZD: ¿Cómo hacen para garantizar que los acuerdos perduren?
JC: Las fiscalías avalan lo que se decide en la Casa de Justicia. Es decir, si llegaste a un acuerdo y no cumpliste, entonces vas a la justicia formal. La gente se da cuenta de que hay un vínculo, hay una relación que no le permite relajar con lo que se decide ahí, porque es un nivel más de colaboración con la justicia.
Los involucrados en una mediación se ponen de acuerdo y se levanta un acta , que se utiliza, en caso que uno de ellos quiera seguir más adelante, como un intento de conciliación, un intento de mediación que se hizo y que pesa. Ese documento lo firman los mediadores y todos los familiares que participen en ese compromiso.
ZD: Al llegar a los 10 años ¿cuáles son los retos?
JC: Hay varios retos para los próximos 10 años. Lograr que tanto el Poder Ejecutivo como el mismo Poder Judicial y el Ministerio Público tengan la posibilidad de prestar atención y tratar de convertir esto, como Estado, en una política pública, de manera que el crecimiento pueda estar garantizado hacia otros municipios.
Pero nos está faltando una ley que proteja este ejercicio. Entonces, estamos creando, junto con diferentes sectores, una propuesta de ley para la mediación como medio de solución de conflicto, que ampare el ejercicio jurídicamente y le dé la posibilidad de tener un relanzamiento con una base muy concreta. Estamos tratando de crear las unidades móviles de mediación y trabajamos conjuntamente con el Ministerio de Cultura para crear escuelas de arte en las mismas casas, de manera que la juventud tenga en esa casa, un hogar.
ZD: ¿Con qué recursos operan las casas?
JC: Hay varias vías. El financiamiento viene en especie y en recurso. La Suprema Corte de Justicia es la que paga el salario del 89% de los mediadores. No es que nos da dinero a nosotros, sino que al pagarle a estos especialistas, los tiene en las Casas y está resolviendo un gran problema. Los fiscales que están en la casa también son pagados por el Ministerio Público.
Pero tienes los ayuntamientos, que te contribuyen de las dos maneras: hay una subvención de dinero que no es muy alta, pero también te facilita personal para la seguridad nocturna, y apoyan el montaje de actividades en las comunidades.
Hay un aporte puntual del sector privado, que se interesa porque en los alrededores de sus empresas se pueda tener un clima de convivencia pacífica que garantice la producción. Y hay un aporte de más o menos el 30% de los gastos de la Usaid. Puntualmente también se ha tenido para programas determinados apoyo del gobierno de Canadá y de la Comunidad Europea, en proyectos pequeños, de seis meses, de tres meses.FUENTE Z 101 DIGITAL.COM